Madrid saca lo mejor de Rahm

Al segundo día, la gente tuvo lo que quería, que en el Open de España hoy por hoy pasa por ver una buena versión de Jon Rahm. La de este viernes fue algo más que eso. Un gran golf con recompensa: 66 impactos (-5 para -4) y la posibilidad de ir a por la que sería su cuarta victoria en esta cita el fin de semana.

Quedó la sensación de que el putter le privó de una tarjeta aún mejor. Fue el responsable de los dos bogeys que frenaron en seco lo que iba para un día de esos en los que el 58 es la única frontera imaginable para el de Barrika. Llegaron en el 9, un tripateo en un green que era mortal desde la plataforma de la derecha, la que encontró su bola, y en el 10, cuando no tocó ni el hoyo disparando para par desde apenas metro y pico.

Antes había embocado cuatro birdies del 4 al 8 y había dejado una recuperación despampanante en el 6, que luego definiría como “menos difícil de lo que parecía”. Es lo que tienen los talentos de su calibre, que ven una faena de aliño donde otros imaginan las 12 tareas de Hércules. Lo de después quedó en anécdota, porque retomó el flow bueno con un pincho en el 12, repitió en el 16 y en el 18 se cobró parte de lo que le adeudaba el putter con un buen toque desde algo más de dos metros. Arrancó una ovación de la tribuna que rodea el último segmento del Recorrido Negro. Gasolina para lo que queda.

“He gozado muchísimo. Una pena simplemente no tener un día un poco mejor en los greenes. He fallado demasiados putts cortos que, como todo, alguno es culpa mía, alguno es un poco mala suerte”, diría después, antes de reivindicar que viene desplegando “un gran golf durante todo el año”.

Cinco golpes, con 36 hoyos por jugar, le separan del inglés Marco Penge, que va para estrella. Dos victorias este año (en el Hainan Classic y el Danish Championship) y otros cuatro top-10 le metieron en el ‘radar Ryder’ de Luke Donald, que probablemente le hubiera llevado a Bethpage de no clasificarse automáticamente Rasmus Hojgaard, a la postre el menos productivo de los europeos. Hecho al molde del golf contemporáneo, rompe la bola desde el tee y es el sexto del circuito en media de golpes por vuelta. El curso que viene se dejará ver por el PGA. “No estoy acostumbrado a jugar con alguien que, si no la toco perfecta con el driver, me pisa las salidas”, le dijo con flema británica a Ángel Ayora, compañero de partido, tras tirar un 67 (-4 para -9) que le colocó en cabeza.

Hidalgo se despide, pero tiene heredero

Este último es el ‘tapado’ de la edición, el heredero de Ángel Hidalgo, vigente campeón tras derrotar el año pasado a Rahm en un playoff por su primer título en el circuito europeo. Y otro malagueño que este viernes se despidió del Real Club de Campo hasta el año que viene, consecuencia de un +4 para +3 del que culpó al palo más corto de la bolsa: “Hace tiempo que no me encuentro bien con el putter. Me voy disgustado, evidentemente”. Le acompañó en el partido, y en el adiós, el héroe de la Ryder, el irlandés Shane Lowry, pese a que este viernes sí puso de su parte y con un -3 se arrimó a un solo golpe del que finalmente fue el corte, el par.

Así, de los 21 españoles que arrancaron, la ‘Armada’ adelgazó a diez: Del Rey, Cantero, Sergio García (finalmente le valió el -1 en el que acabó la mañana), Josele Ballester, Nacho Elvira, David Puig, Rafa Cabrera, Luis Masaveu, Rahm y, por encima de todos, Ayora, autor de un 69 (-2 para -6) con cuatro birdies y dos bogeys. “Hablaré con Angelito, sí, es un buen amigo. Le pediré consejo por si el domingo salgo arriba”, confesó. De Ángel a Ángel, de Málaga para Málaga, otra gran historia se cuece a fuego lento en este Open.

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