“La plata de Los Ángeles fue como agitar una botella de champán”
Juama López Iturriaga y Juan Antonio Corbalán rememoran la mítica plata del baloncesto masculino en Los Ángeles 1984.
Antes de los Gasol, de los Ricky, Rudy, Llull, Berni o Mumbrú, antes de Felipe Reyes y Carlos Jiménez, antes de la que podría tildarse de Edad de Oro del baloncesto español, hubo un grupo que abrió el camino por el que después transitarían esas laureadas generaciones. Tuvo su punto cardinal en los Juegos de Los Ángeles en 1984. A orillas del Pacífico, una intrépida Selección retó en la final olímpica a los todopoderosos Estados Unidos de un incipiente Michael Jordan, de Patrick Ewing, de Sam Perkins o de Chris Mullin, el germen del Dream Team de Barcelona 1992. Este sábado, en el Teatro Juan Bravo de Segovia, con motivo del Foro Internacional del Deporte que ha acogido esta semana la ciudad castellanoleonesa, dos popes de aquel equipo (seguramente sus dos integrantes más carismáticos también), Juanma López Iturriaga y Juan Antonio Corbalán, recordaron aquel día en el que pusieron los cimientos de lo que acabaría en una historia de éxito.
“Ya habíamos sido plata europea el año anterior, pero no es lo mismo que unos Juegos y que una final ante Estados Unidos. Aquello nos puso al nivel de los más grandes. Fue muy importante, para los aficionados y la sociedad en general”, se arrancó Corbalán. “Felipe González era presidente entonces, cuando era de izquierdas”, recogió el guante socarrón Iturriaga. “Por primera vez en la historia prácticamente el fútbol, que pasaba un mal momento, pasó a un segundo plano. En esa época no ganábamos a nada y éramos muy cenizos. Nacimos y crecimos viendo a españoles perder y eso marca. En ese contexto 12 chalados hicimos lo que hicimos y la gente flipó muchísimo”, celebró.
“Hicimos un Preolímpico espectacular. Solo perdimos con la URSS de Sabonis, que nos dio un viaje que te cagas. En julio fuimos a jugar a Estados Unidos, a un sitio con una humedad del 100%, que no se podía ni respirar. Se complicó un poco la preparación. Pasamos también por México para jugar algunos partidos. Los mexicanos son muy guarros en el baloncesto. Ya en el primer partido casi nos peleamos. En el siguiente acabamos corriendo los unos tras los otros, demencial”, recordó Iturriaga la aproximación a la cita olímpica. “Casi tuvimos que huir de allí”, le acompañó Corbalán. “Al final el tercer partido no lo jugamos. Fue un desastre, pero probablemente nos fortaleció”, completó Iturriaga.
La base de aquel grupo eran el Real Madrid y el FC Barcelona. “En el Barcelona no sé cómo funcionan, pero a los del Real Madrid jugar allí nos dio un espíritu que se trasladó a la Selección”, contó Corbalán, que se recreó en las habituales victorias contra los franceses, algo en lo que entroncan con las últimas generaciones: “Dubuisson me cogía después de cada partido y me decía que les amargábamos la vida”. “En el equipo había cuatro grandes veteranos, entre ellos yo, y después una generación que fue la base, en la que estaban Iturriaga, Epi, Romay y Arcega. El resto eran dos fenómenos como Jiménez y Fernando Martín, que sin ser altos nos daban una seguridad tremenda bajo el aro, y especialistas como Beirán, un tirador excelso”, desgranó el base, que también reconoció la labor de Díaz Miguel, el seleccionador, en una “tarea muy importante”.
Un cambio de mentalidad
Ambos coincidieron en que han visto “pocas” imágenes de la final. “No era sencillo antes. Ahora entras en Youtube y tienes el partido entero”, coincidieron ambos antes de presenciar un resumen del partido. “¡No me sacó de titular!”, se quejaba entre risas Iturriaga de la alineación de Díaz Miguel. “Nos pusimos 2-0 y se acojonaron un poquito”, bromeó el vasco. “Nos echamos atrás a defender”, le siguió Corbalán. “Éramos conscientes de que hacíamos algo grande para España. Veníamos de un aislamiento total y con cosas como estas nos fuimos abriendo. Fue como agitar una botella de champán. Pasamos de tener un puñado de iluminados en deportes individuales a tener éxito en deportes colectivos, que es reflejo de la mejora en instalaciones y demás”, concluyó el madrileño. “La generación de los Gasol y compañía creció viendo éxitos como los Juegos de 1992, que lo petamos. Aquello cambió la mentalidad. Nos quitó los complejillos que teníamos. Las generaciones siguientes se alimentaron de eso. Si Fernando Martín llegó a la NBA, por qué no Gasol. Y eso es importante”, remató Iturriaga.
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