Kurt Kitayama gana el Arnold Palmer y salva el número uno de Rahm

Durante buena parte de la jornada de ayer peligró el trono, pero Jon Rahm finalmente llegará como número uno del mundo (y ya van 46 semanas, a una de entrar en el top-10 histórico) a The Players, el ‘quinto grande’ que arranca el jueves, gracias a la victoria de Kurt Kitayama en el Arnold Palmer. Agraciado el vizcaíno por los dioses del golf hasta en su actuación más discreta de la temporada, que concluyó con una 39ª plaza tras el par para +1 de este domingo.

Ocho golpes separaron la tarjeta final de Rahmbo de la entregada el jueves, un primer envite que saldó con -7, en la línea celestial de este año. Dos 76 seguidos el viernes y el sábado, con varias bolas al agua y secuencias verdaderamente nefastas, le descabalgaron de la pelea por el triunfo. Este domingo solo un eagle en el cuarto le salvó unos nueve primeros hoyos en los que tuvo que lamentar hasta cuatro bogeys. Llegó otro en el 11, pero un buen esprint final, con tres birdies del 12 al 18, le dejó en tablas con Bay Hill, campo que por ahora le da calabazas (el año pasado fue 17º).

A Kitayama, en cambio, le sonrió. Su triunfo es el pináculo de una carrera que hasta la temporada pasada, cuando jugó por primera vez un calendario completo en el PGA, había transcurrido mayoritariamente en el circuito europeo, donde consiguió dos trofeos (el del Afrasia Bank y el del Oman Open). El californiano, de madre japonesa, fue la sorpresa en una apretada pugna final en la que superó, entre otros, a Rory McIlroy, segundo con -8, a Scottie Scheffler o a Jordan Spieth, empatados en la tercera plaza con -7.

La victoria de McIlroy o Scheffler, en un desenlace que por momentos pareció encaminarse a un playoff a múltiples bandas, habría destronado a Rahmbo. Pero Kitayama, que fue segundo en la CJ Cup pero llevaba tres cortes fallados en ocho salidas esta temporada, descolló con un putt para birdie desde algo más de cuatro metros en el 17, y después mantuvo el temple para poner la bola en el centro del green cuando falló la calle en el 18.

Los 3,6 millones de dólares (3,4 de euros) que se embolsa este semidesconocido para el gran público, que despuntó en el basket de instituto y tiene una curiosa superstición que le lleva a comer dulces por la noche antes de cada ronda, por la victoria en uno de los ‘eventos designados’ del circuito esta temporada, supera sus ingresos en los 64 torneos que disputó en Europa, donde fue el jugador más rápido en añadir dos muescas a su palmarés. Semejante cheque lo celebrará también Jon Rahm, que durante unos días ha vuelto a ser mortal. Mejor ahora que dentro de un mes, cuando asoma Augusta.