Jon Rahm y un Open a la carrera

El golf postpandémico produce escenas extrañas. Como una presentación del Open de España sin su gran reclamo, Jon Rahm. Tuvo lugar este miércoles, con la presencia de varias de las estrellas internacionales que dan especial lustre a esta 96ª edición del segundo torneo más antiguo de la Europa continental. Básicamente todas menos las militantes, como es el caso de Rahm, en el LIV. Ahí estaban Tommy Fleetwood, Shane Lowry, quien el martes se divirtió con Mbappé y cía en el Bernabéu, Matthieu Pavon y hasta Josele Ballester, el primer campeón español en la historia del US Amateur, que empieza a concitar tanta atención como sus mayores y podría decirse que está a otra gesta de ser etiquetado como ‘el nuevo Rahm’. Del original, ni rastro. Oficiosamente puede leerse entre líneas que por sus problemas con el circuito europeo, aunque lo cierto es que en cualquier caso Jon llega a este Open a la carrera, menos de tres días después de ser padre por tercera vez. En esta ocasión de una niña, Alaia, la causa de que aterrizara en Madrid en la mañana del miércoles, a escasas 24 horas de arrancar la cita.

Tras tirar unas bolas y comer algo, Rahmbo atendió a la Prensa para desgranar sus últimos días, el resto de su primera temporada en el LIV (”la más compleja” de su carrera) y “el mejor” Open que ha jugado nunca. “Muy agradecido por lo bien que ha salido todo. Me hubiese dado pena tener que irme con Kelley (Cahill, su mujer) aún en el hospital, pero gracias a Dios tiene buena salud y estamos todos bien”, contaba, y reconocía que es “la primera vez” que va a jugar un torneo “casi sin entrenar” y con “un viaje tan largo” de por medio. Así que pide a la afición que “no espere lo de Chicago”, la exhibición con la que se agenció el anillo de campeón anual del LIV, al menos en una primera jornada en la que surcará el Black Course, diseño de Javier Arana, junto al vigente campeón, el francés Matthieu Pavon, y el austriaco Sepp Straka (desde las 14:00 en Movistar Golf, 16:30 en TDP). “No he tocado un palo desde el jueves. Me da pena venir y que no vaya a ser eso, aunque igual me despierto mejor y tengo cierta inspiración”, apostilla antes de encaminarse al gimnasio. Objetivo “moverse, cenar bien y dormir, que en el banco del hospital...”.

Al óxido de estos días alejado de la bolsa hay que oponer su hoja de servicios en un torneo que ha ganado en 2018, 2019 y 2022, las dos últimas en este campo, en el que se siente “cómodo”. Especialmente cuando afina desde el tee, como es el caso de los últimos meses, cuando recuperó su driver para la causa con una varilla nueva que se ajusta mejor a su velocidad actual de swing. En parte por ahí se explica el click que él sitúa “en Houston”. “Ha sido un año muy bueno. No he fallado un top-10. Una pena que los grandes no hayan ido mejor. Muy contento por las dos victorias y el título individual, y el equipo ha estado muy bien. Hay par de cosas que me dan pena, parte fuera de mi control, como encontrarme bien o mal. No he podido jugar el US Open, me habría gustado hacerlo mejor en los grandes... Pero lo hecho, hecho está, y lo bueno que me ha pasado en los últimos días es para estar más feliz que otra cosa”, valora su temporada.

Concluido el calendario de la superliga saudí, su agenda gira ahora en torno a Europa, donde tiene que jugar tres torneos en lo que resta de curso para mantener su tarjeta del DP World Tour de cara a la próxima temporada, y permanecer así elegible para el equipo que jugará la Ryder en Bethpage Black en septiembre de 2025. Esos serán este Open de España, el Alfred Dunhill de la semana que viene y el Andalucía Masters en Sotogrande del 17 al 20 de octubre. Todo en virtud de la suspensión cautelar en la que han quedado las multas que le ha ido imponiendo el circuito cada vez que ha jugado un torneo del LIV coincidente en el tiempo con alguno de la gira europea, y que Jon se niega a pagar, como los precedentes de casos similares indican que acabará ocurriendo.

Es la misma vía aprovechada por su compañero en el LIV Tyrrell Hatton, otro nombre con pedigrí para una nómina en la que también está Patrick Reed, todo un chaqueta verde. Entre él, Lowry, Rahm y Jimmy Walker, cinco majors congregados a las afueras de Madrid. “Como español, que vengan estos jugadores aquí es un orgullo. Que el público tenga calidad para ver. Quien no haya visto a Patrick Reed, es uno de los tres mejores juegos cortos del mundo. Hatton y Lowry son jugadorazos... De los Open que he jugado yo sería el mejor”, valora Jon, el comandante de una Armada de 24 golfistas. Además de él y el citado Ballester, la gran novedad, la integran también clásicos como Rafa Cabrera Bello, Jorge Campillo, Pablo Larrazábal o Nacho Elvira y otros dos jóvenes valores que conforman junto a Ballester el relevo de esta ‘vieja guardia’: David Puig y Eugenio Chacarra, pupilos del ausente Sergio García en el LIV. Todos los ingredientes para una edición que bien podría ser un antes y un después en cuanto al estatus de este torneo dentro del calendario europeo. Algo imposible sin la presencia de Rahm que ha pendido de un parto y de la tecnología aeronáutica. Se impone un brindis por la biología y otro por los motores de turbina.

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