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Un año del preacuerdo PGA-LIV: ¿cómo van las negociaciones?

Más de doce meses después de que arrancaran las conversaciones de paz, y seis meses tras la fecha límite inicial, aún no hay resultado final.

Un año del preacuerdo PGA-LIV: ¿cómo van las negociaciones?
Fox News

Se anunció a bombo y platillo, este medio incluido. Fusión, convergencia, unión. Fueron algunas de las palabras escogidas. Un año después, la más absoluta nada. Rumores, pistas y cantinelas aparte. Por el desagüe se ha ido ya un año completo, una fecha límite (el 31 de diciembre de 2023, la que el PGA Tour y el LIV se habían dado de plazo para rematar el principio de acuerdo alcanzado el 6 de junio anterior) y figuras como Jimmy Dunne, que recientemente renunció a su posición en el equipo negociador del circuito estadounidense, o Rory McIlroy, que va y viene en su interés por jugar un papel fundamental en este proceso.

Mientras, las audiencias decaen, se alarga el compás de espera, y ni jugadores ni aficionados tienen claro aún, siquiera un esbozo, el futuro a corto, medio y largo plazo del golf profesional. Esa información como mucho la conocen Jay Monahan, comisionado del PGA; Yassir Al-Rumayyan, presidente del PIF (el Fondo Público de Inversión de Arabia Saudí), el banco del LIV, y los adláteres que les acompañan en cada ronda de negociaciones, sea en St. Andrews, Bahamas o Nueva York. Así que aquí vamos a intentar poner en orden el estado de cosas actual en torno a este asunto.

¿Qué se sabe ya?

Que PGA y LIV, de llegar las conversaciones a buen puerto, convergerán en una nueva entidad con ánimo de lucro, PGA Tour Enterprises. Que dicha entidad estará financiada por el propio PGA, por el Strategic Sports Group (un consorcio de millonarios estadounidenses con intereses en la industria deportiva, muchos de ellos propietarios de franquicias de NBA, NFL, MLB y NHL, que ya ha asegurado una inversión de 3.000 millones de dólares en el circuito estadounidense en los próximos años) y por el PIF (otros 1.500 millones según las últimas informaciones). Y que parte de la propiedad, con los porcentajes en función del curriculum de cada golfista, estará en manos de los jugadores en un modelo inédito hasta ahora.

¿Qué falta por saber?

Prácticamente todo. Principalmente, si esa convergencia significará el fin del LIV, o si en cambio la superliga saudí seguirá operando por su cuenta, y cómo afectará esto al calendario y a las plantillas de los circuitos. ¿Se creará un calendario que aglutine todos los intereses? ¿Habrá torneos de nuevo cuño para juntar a los mejores de cada organización? ¿Habrá barra libre de idas y venidas entre tours? El panorama a futuro es todavía gris.

¿Cómo van las negociaciones?

La última etapa ha sido una reunión en Nueva York. Fue el primer encuentro cara a cara entre las partes en tres meses, según un comunicado publicado el sábado por el PGA Tour que no ofreció muchos más detalles. “Como hemos comunicado previamente, nuestras negociaciones con el PIF se han acelerado en los meses recientes. Representantes del Subcomité de Transacciones de PGA Tour Enterprises y del PIF se han reunido varias veces por semana para negociar potenciales aspectos del acuerdo y encontrar una visión común del golf profesional. En la tarde del viernes se realizaron progresos en una sesión presencial en Nueva York que incluyó al Subcomité de Transacciones al completo y al gobernador del PIF, Yassir Al-Rumayyan. Mantenemos nuestro compromiso con estas negociaciones, que requieren trabajar con consideraciones complejas acerca del crecimiento del golf. Queremos hacer esto bien, y estamos afrontando las negociaciones con consideración hacia nuestros jugadores, aficionados, asociados y el futuro de este deporte”, asegura la nota, redactada en un lenguaje deliveradamente vago.

¿Qué dicen los jugadores?

La membresía del PGA Tour se mueve ahora mismo entre el hastío y un optimismo que a veces suena impostado. A juzgar por las declaraciones de algunos de los jugadores antes del Memorial de esta semana, la corriente general es que la necesidad de rematar el acuerdo empieza a ser acuciante. “No he visto una sola diferencia en un año. He escuchado muchas cosas que podrían pasar. Estoy agradecido al SSG (Strategic Sports Group) y no tengo ni idea de lo que va a pasar con el PIF. Cada semana escucho algo distinto. Me gustaría que algunos de los grandes jugadores que se fueron estén de vuelta pronto”, afirmó Keegan Bradley.

“Creo que el mayor interrogante ahora es en qué cede el PGA. Porque ahora mismo estamos llenos. No hay cabida para más jugadores, así que no podemos invitar de vuelta a los que se fueron porque ya tenemos muchos y muchos torneos. Nuestro calendario está muy apretado y nuestros jugadores top ganan mucho dinero. Nos dice que quieren jugar menos, no más. Así que, ¿en qué cedemos para generar unidad?”, se preguntaba Peter Malnati, uno de los miembros del consejo de jugadores, la voz de estos en las negociaciones.

“Creo que muchos de nosotros pensábamos que a estas alturas estaríamos más cerca del acuerdo, pero entendemos que las circunstancias son complicadas y solo cabe esperar que todo esto se rectifique en los próximos meses, porque creo que estamos todos un poco cansados del tema. Ahora mismo creo que se llegará a un acuerdo, y mi opinión es que necesitamos tenerlo en los próximos dos meses o dos meses y medio. Necesitamos encontrar la manera de que esto funcione”, apuntó Billy Horschel. “Por lo que me han dicho, podrían pasar dos o tres años hasta que todo vuelva a su sitio. Una vez se llegue al acuerdo, todo podría ralentizarse mucho. Es interesante la evolución. Creo que la gente no quería un acuerdo hace no mucho. Yo mismo no estaba en ese barco. Ahora hemos llegado al entendimiento de que lo mejor para nosotros probablemente sea hacer algo, así que quiero creer que va a haber un acuerdo. Creo que uniremos fuerzas. ¿Cómo de pronto? No lo sé”, analizó por su parte otro veterano Matt Kuchar. Resumen: mucho ruido, pocas nueces.

¿Qué dicen los aficionados?

Directamente nada, al menos como conjunto. Indirectamente dicen que están cansados de palabrería. Ellos se expresan a través de los ratings televisivos, y aunque la NBC y la CBS, las dos cadenas que poseen los mejores trozos del pastel, insisten en que todavía no hay motivos para preocuparse realmente, lo cierto es que los datos no son precisamente halagüeños. El ejemplo paradigmático es el Masters, en tanto que es el torneo más reconocido mundialmente, el patrón oro de este deporte. 9,59 millones fue la media de espectadores que siguió en directo el triunfo de Scottie Scheffler en la última edición de la cita, 2,5 menos de los que vieron a Rahm enfundarse la chaqueta verde un año antes. Desde que se empezaron a hacer mediciones, en 1995, solo en 2020 y 2021, en plena pandemia, la cifra no había alcanzado los 10 millones.

¿Qué pasará una vez se llegue a un acuerdo?

El escenario más probable es el dibujado por Kuchar. Y el agente ralentizador apunta a ser el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que sigue de cerca las negociaciones. ¿Por qué? Porque podrían resultar en la alianza de una institución muy importante para el ecosistema deportivo y social de Estados Unidos con el fondo de inversión soberano de un país que no respeta los derechos humanos y que tiene intereses contrapuestos a los norteamericanos en muchos ámbitos económicos y geopolíticos. De hecho, si el DOJ, por sus siglas en inglés, percibe el acuerdo como una injerencia de una potencia extranjera en el país, cabe la posibilidad de que acabe en los tribunales y de que un juez falle en su contra, dando al traste con esta lenta y por ahora incierta negociación.

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