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GOLF | PGA CHAMPIONSHIP

Rahm sonríe tras un día infernal

El español (+6) arregla con tres birdies finales el que se encaminaba a ser el peor del año en un complicadísimo Oak Hill regado por una incesante lluvia. Lidera el norteamericano Koepka con -6.

Jon Rahm y su caddie Adam Hayes.
ANDREW REDINGTONAFP

El Oak Hill Country Club de Rochester, el tapiz verde que diseñó Donald Ross y que se abrió en 1924, es uno de los campos del mundo que presenta más desafíos a los jugadores. Jon Rahm no había jugado nunca en él y en la 105ª edición del PGA Championship, el segundo major de la temporada, está peleando y sufriendo de lo lindo. Por si fuera poco, la fuerte y continua lluvia era protagonista principal del único grande que no ha ganado ningún español. Ocho bogeys y un doble bogey en los 36 hoyos iniciales contrarrestados con seis birdies para arrancar el tercer recorrido con +4, a nueve golpes de la terna de líderes compuesta por el estadounidense Scheffler, su gran rival por el número uno del ranking mundial, el noruego Hovland y el canadiense Conners.

 Jon Rahm.
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Jon Rahm.MICHAEL REAVESAFP

“Aún puedo dar un susto. Estoy lejos pero queda mucho golf”, decía Rahm que jugó un gran golf en la segunda jornada pero que estropeó con putts imprecisos que no encontraban el agujero en situaciones en las que normalmente el español de 28 años es inigualable. Desafío hercúleo para el ‘León de Barrika’... que empezó muy mal con bogey en el hoyo 1, tras lanzar la bola desde el tee al bunker de la calle, y otro verde para la tarjeta en el 2. El intento de remontada comenzaba de la peor manera posible. Enfado monumental de Rahm que descargó su ira con un micrófono de sonido ambiente en un gesto reprobable que le costará unos cuantos miles de euros de sanción por parte de la PGA.

El hoyo 3 llevaba el mismo camino pero con un excelente putt desde cuatro metros salvó el par. Mirada intensa de Jon. Birdie en el 4 ante un campo que se defendía con una lluvia torrencial que calaba hasta los huesos a los jugadores y empapaba unos greenes que aguantaban pero empezaban a ablandarse demasiado. Un espejismo. El hoyo 5 vio su tercer bogey y el regreso al +6. Por delante media docena de hoyos muy difíciles de derrotar y con el agua cayendo con fuerza para complicarlos más, lo que significaba que pensar en alguna opción de victoria final para el español sería un milagro.

Jon Rahm.
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Jon Rahm.ANDREW REDINGTONAFP

“Oh, Dios mío, qué mala suerte”, gritaba al cielo Rahm en el tee del 8. Tras los pares en 6 y 7 llegaba otro bogey, el cuarto. A los problemas con el putter de los dos primeros días se añadía que el juego corto no fluía. Rahm no estaba fino como quedó plasmado en un golpe de apenas un metro en el 9 intentando alcanzar el green. Quinto bogey para alcanzar el ecuador del tercer recorrido. Y el sexto en el 10, tercero consecutivo, +9. Cuando peor estaba todo... surgió el mago. Primera sonrisa abierta en el hoyo 13 tras un birdie muy aplaudido por el público... que repitió en el 14 y también en el 17. El resto fueron pares. De esta forma, arregló tremendamente su vuelta para cerrarla con 72 golpes (+2) para un total de +6 cuando llegó a ir en +9.

“Sí, ha sido duro, es un campo muy difícil en condiciones perfectas, pues con un día mojado desde el principio... Es el día en que el caddy se gana el suelo más que otro. Un día de lucha, es lo único que puedes hacer. Al final he arreglado la vuelta, en los últimos ocho hoyos he tenido la suerte que me hacía falta. A ver si mañana sale un buen día, y me doy opciones de quedar ahí arriba”, decía Rahm. El otro español que pasó el corte, Pablo Larrazábal, acabó con +8, +4 en el día.

Por desgracia ninguno de los dos parece con ninguna opción de pelear por un triunfo en Nueva York que tiene aún varios aspirantes aunque los mejor colocados a falta de 18 hoyos son Koepka (-6), Hovland (-5) y Conners (-5).