Rahm sin ánimo de lucro
Jon Rahm analiza la polémica con Patrick Cantlay en la Ryder Cup y la gran semana europea en Roma antes del Open de España.
Jon Rahm ya está en Madrid para disputar el Open de España (de jueves a domingo). Tras una primera toma de contacto con el Club de Campo, la sede de este torneo que ya ha ganado en tres ocasiones (2018, 2019 y el año pasado), el vizcaíno atiende a un reducido grupo de medios españoles a propósito de un evento de Mercedes, uno de sus principales patrocinadores, en el Real Club de Golf La Moraleja.
Allí Jon, que en las relaciones públicas se mueve como pez en el agua, agasaja a varios clientes del fabricante alemán antes de retarles en un concurso a ver quién pega el golpe más cercano a la bandera. Los dos suyos aterrizan en green, pero la sorpresa llega cuando uno de los retadores la deja a un par de metros del agujero. Rahmbo sonríe mientras firma una ristra de gorras que parece interminable y se hace fotos, muchas con niños, a los que siempre está dispuesto a dedicar unos minutos de más.
Antes, analiza la gran semana europea en la pasada Ryder Cup, que ganó el Viejo Continente con Rahm sumando tres puntos en los cuatro partidos que jugó. Más allá de la portentosa actuación de los chicos de Luke Donald, que extenderá como mínimo a 34 años la racha de Estados Unidos sin ganar fuera de casa, de lo que más se hablo en Roma fue del ya denominado ‘hatgate’ (el ‘caso de la gorra’). Estalló cuando, según el reportero de Sky Sports Jamie Weir, en una noticia corrroborada luego por Michael Bamberger en The Fire Pit Collective, Patrick Cantlay decidió jugar sin gorra como forma de protesta por el hecho de que los jugadores no cobren por participar en esta competición. Él lo negó taxativamente y recordó que ya decidió ir a cabeza descubierta en Whistling Straits en 2021, pero el tema quedó latente y ha abierto un melón que promete dar noticias hasta la próxima edición.
Rahm tiene las ideas muy claras en este asunto. “Me hace gracia, porque en la rueda de prensa previa, antes de que pasase esto, me preguntaron por ello y dije que pagaría por jugar. Empezando en 1979, cuando empieza a jugar toda Europa y empieza a cambiar la competición a lo que es ahora, no cobraba nadie. No sé ni si les cubrían los gastos del viaje. Seve (Ballesteros), Chema (Olazábal) y otros grandes jugadores han creado lo que es esto ahora, y es nuestro deber hacer lo que tenemos que hacer para seguir manteniendo el nivel de lo que es la Ryder. A mí no me tienen que pagar. Nos cubren los gastos y nos tratan como dioses”, apunta.
Repreguntado por el punto de vista de Cantlay, que tiene un argumento en el hecho de que otros de los actores implicados, concretamente el PGA y el European Tour, hacen mucho dinero con este evento, matiza: “Entiendo lo que quiere decir (Cantlay). No creo que él en sí diga que tienen que darnos millones por ir, pero entiendo que sí, el PGA y el European Tour ganan dinero con esto y nosotros en teoría no. Pero a mí, si me preguntan, no tienen que pagarme por jugar la Ryder. Con los recuerdos me vale”.
Más allá de este asunto, el León de Barrika tiene claro cuál es su momento favorito de esta edición. Y aunque dejó una colección de golpes para elegir, él se queda con uno ajeno: el putt de Justin Rose en el 18 para rascar medio punto en los fourballs del viernes. Esa cara desencajada, esos gestos de rabia. Pura Ryder. “Es difícil quedarme solo con una cosa, por lo divertido que fue todo antes de empezar y luego lo que hicimos. Sería el putt de Justin Rose. Su reacción fue muy especial. Se dio la vuelta y nos fue señalando a cada uno diciendo ‘para ti’, ‘para ti’, ‘para ti’. Si mi putt del 18 no hubiese sido completamente suerte (risas), me habría quedado con él, pero lo de Justin fue muy especial”.
Presión
Fue un triunfo reparador, porque Europa venía de ser arrasada en 2021 por los estadounidenses. “Teníamos presión”, confiesa Rahm antes de abordar un tema recurrente, las diferencias de química entre vestuarios: “La verdad que no sé qué pasa en el vestuario americano comparado con el europeo, porque en teoría por palmarés tendríamos que perder siempre. Es difícil de decir. Hay jugadores en el equipo americano que igual les cuesta más abrirse. Ha habido caddies este año que han estado en ambos equipos y podrían decirlo mejor. Lo que me dicen ellos es que hay diferencias. Si os fijasteis, los caddies americanos y los jugadores llevan uniformes diferentes y los europeos vamos igual. Son detalles pequeños que dicen mucho”.
Tras la celebración de rigor con el equipo, Rahm, como otros muchos, aprovechó para disfrutar la dolce vita italiana (el citado Cantlay decidió incluso casarse en la Ciudad Eterna unos días después de la cita). “Nos quedamos de vacaciones con algunos amigos y luego con la familia. Desconecté a tope. Solo hubo un día que pasé al lado de los palos y cogí uno en plan ‘a ver si me acuerdo’ (risas). Más que nada porque la Ryder te quita mucho. Esa semana es muy dura. Físicamente quizá no tanto, pero mentalmente sí. Lo de no jugar el sábado (Luke Donald, el capitán, no le alineó en los fourballs vespertinos) lo llevé mal, es un estrés verlo... Soy un manojo de nervios, y cuando tienes control bueno, pero viéndolo me cansó más. Y luego el domingo llegar hasta el 18, terminar como terminé con Scottie (Scheffler), y las horas de después viéndolo suma mucho estrés”. Ya en clave Open de España, asegura que ve el Club de Campo en “muy buenas condiciones”, y que llega “sin expectativas”, aunque a nadie se le escapa que un cuarto título, con el que superaría a su ídolo Seve, está en su cabeza.
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