El PGA le gana la partida al LIV
Brooks Koepka y Jon Rahm representaron en el Masters de Augusta la batalla existente entre el circuito saudí y el norteamericano. El español salvó el honor.
Unos lo ansiaban con todas sus fuerzas, otros no querían que sucediese ni en pintura. Y solo Jon Rahm evitó el gran desastre. LIV Golf, el circuito saudí que dinamitó el centenario deporte el año pasado a base de talonario, acarició el que hubiese sido el primer major para un jugador ‘fugado’ del PGA Tour. Lo tuvo en sus manos Brooks Koepka, que se deshizo en la última jornada, y ya sin tiempo, otros ‘LIVeros’ se apuntaron a la fiesta. Habría sido un golpe de efecto total en un deporte que atraviesa una guerra abierta con dos bandos definidos, pero el primer grande para el circuito neonato tendrá que esperar.
Por primera vez tras el nacimiento del tour saudí (junio del año pasado), se disputaba un Masters de Augusta enrarecido por la presencia de 18 ‘desertores’ del PGA. Entre ellos, seis poseedores de, al menos, una chaqueta verde: Sergio García (2017), Patrick Reed (2018), Bubba Watson (2012 y 2014), Charl Schwartzel (2011), Phil Mickelson (2004, 2006 y 2010) y Dustin Johnson (2020). A pesar de las fuertes tensiones que ha habido entre miembros de uno y otro bando en los meses previos, la cordialidad reinó durante toda la semana (no sin ciertos efectos colaterales). En el ambiente sobrevolaba una duda: cuál sería el nivel ofrecido por los jugadores de LIV, quienes llevan un año compitiendo en eventos de tres días, con dinero asegurado hagan lo que hagan y en un entorno mucho más de ocio que de competición.
Entre la participación ‘LIVera’ hubo luces y sombras, como en todo torneo de golf. Lo cierto es que, de los 18 que arrancaron el primer major del año (fueron 17 rápidamente tras la retirada de Kevin Na), 12 superaron el corte. Sólo Louis Ooshtuizen (retirado el segundo día), Sergio García, Bryson DeChambeau, Bubba Watson y Jason Kokrak se quedaron sin jugar el fin de semana. Sin embargo, parecía que en la batalla por la chaqueta verde sólo iban a contar con un representante, Brooks Koepka. Ante el derrumbe del de Palm Beach en la jornada final (acabó a cuatro golpes de Rahm tras arrancar el domingo con cuatro de ventaja), otras dos referencias de LIV Golf dieron el do de pecho: Phil Mickelson, que terminó empatado en segunda posición con Koepka tras una última ronda descomunal, y Patrick Reed, cuarto. De los siete primeros, tres pertenecen al circuito saudí. Una buena forma de acallar las dudas que había sobre su rendimiento.
Lo que no llegó fue el primer major para el tour de los petrodólares, cuyo mandamás, Greg Norman, había prometido una gran fiesta en caso de que sucediese. Quizás se podría poner un pequeño asterisco si se cuenta el British Open de Cameron Smith, quien lo ganó el año pasado para anunciar pocos días después su fichaje por LIV. Sea como fuere, Rahm se erigió el domingo como el salvador del PGA Tour, que a buen seguro estaba temblando ante lo que habría supuesto que un jugador del circuito rival se llevase el torneo más prestigioso del planeta. El español fue capaz de sacar de quicio a Koepka, un cyborg en lo que a grandes torneos se refiere, y salvó el honor de los suyos. “La historia del deporte es una de las grandes razones por las que juego al golf”, dijo Rahmbo en su discurso. Con su victoria, el marcador ya refleja el 1-0 para el PGA en este 2023.