El arma de DeChambeau: nuevos hierros aprobados ‘in extremis’

El tipo más peculiar del 88º Masters de Augusta, Bryson DeChambeau, es también su líder tras tirar un 65 (-7) el jueves en una primera vuelta interrumpida por el mal tiempo, que se terminó de completar este viernes mientras el ‘golfista científico’, quien sí pudo jugar los 18 hoyos el día inaugural, aguardaba en la casa club, con su nuevo ‘juguete’ a punto para intentar afianzar antes del fin de semana un liderato que peligra sobre todo por el empuje del mejor jugador del momento, un Scottie Scheffler que alcanzó el -6 (66 impactos).

La lista de excentricidades que han convertido al californiano es uno de los ‘cocos’ más reconocibles de este deporte es extensa: de jugar con hierros configurados por él mismo y sin diferencias de longitud (lo normal es que el largo de las varillas vaya disminuyendo conforme aumenta el número del palo), a esa característica boina estilo Payne Stewart que abandonó tras la Ryder Cup de 2021, pasando por sonados rifirrafes como el que mantuvo un tiempo con Koepka o soberbias declaraciones, como aquella en la que dijo que ve Augusta como un par 67 (con cierto fundamento, porque pocos pegan tan largo como este jugador que ha llegado a participar en un Mundial de Long Drive) para después fallar el corte los dos años siguientes.

Pero hay método en la ‘locura’ de DeChambeau, que tiene ocho victorias a su nombre en el PGA, entre ellas torneos importantes como el Arnold Palmer o el Memorial y un grande, el US Open de 2020. A este Masters ha llegado con cuatro top-10 consecutivos en el LIV y con nuevo equipamiento, concretamente nuevos hierros. Los PING i230 que jugó la semana pasada en Miami han quedado desterrados, y su lugar en la bolsa los ocupan prototipos de Avoda Golf, un fabricante que se caracteriza precisamente por fabricarlos con una medida estándar, como a él le gustan, y a través de la impresión 3D. Además los ha configurado él mismo, con características en la cara similares a las de un driver, que tienen más tolerancia a impactos menos certeros y menos curvatura a velocidades de bola altas.

Un material de estas características necesita de conformidad por parte de la USGA, la federación estadounidense, y DeChambeau consiguió que se los homologaran ‘in extremis’, este mismo lunes. “Tengo nuevos hierros esta semana. Mi bolsa no tiene nada que ver con la anterior desde Greenbrier el año pasado, el putter es lo único que he cambiado”, reconoció tras la vuelta sin detenerse en detalles específicos.

Una nueva mentalidad

Sí desarrolló más sobre su cambio de perspectiva. Pasó la etapa de ‘científico loco’, pasó la etapa de ultrapegador y ahora, en sus propias palabras, está en la “fase del golf” a secas, la de “intentar ser lo mejor posible”. “Ha sido un viaje duro, en el que a veces he pagado un peaje alto, pero lo he disfrutado. No voy a entrar mucho en detalles, pero he aprendido mucho, me he dado cuenta de muchas cosas sobre mi juego y mi swing. Ahora estoy en una posición cómoda, en la que soy capaz de replicar todas las semanas la misma rutina. No estoy probando nada nuevo. Es lo que ha cambiado respecto a hace dos años. Y creo que eso es lo que me ha llevado a jugar buen golf consistentemente”.

Independientemente de la opinión que se pueda tener sobre él, hay que concederle que es un apasionado de este deporte, algo que él mismo sitúa en el centro de su capacidad polarizadora. Aunque él asegura que no pretende ser “divisivo”, entiende que es un perfil que se mueve en los extremos del espectro amor/odio. “He lidiado con esto toda mi vida. Siempre he sido diferente, desde pequeño, y sé que no todo el mundo va a estar de acuerdo conmigo ni va a aceptar lo que hago. Mi madre siempre me enseñó a respetar a todo el mundo y a tratar a los demás como quieres que te traten, e intento ponerlo en práctica en la mayor medida posible. No puedes contentar a todo el mundo ni tener razón todo el rato, así que uno tiene que avanzar y oler las rosas por el camino”.

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