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GOLF | MASTERS DE AUGUSTA

Rahm lucha contra sí mismo en el festín de DeChambeau y Scheffler

El vasco firma mejor tarjeta que juego en un +1 poco alentador, mientras su compañero en el LIV y el número uno se disparan con -7 y -6.

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Rahm lucha contra sí mismo en el festín de DeChambeau y Scheffler
ANDREW REDINGTONAFP

Amaneció húmedo y ventoso el 88º Masters de Augusta. Una tormenta nocturna que tuvo su agonía en la mañana de este jueves, y que por momentos convirtió el norte de Georgia (Estados Unidos) en Escocia, las cuatro estaciones en un mismo día, a ratos frío y nubes, a ratos sol un calor ultrahúmedo que drenaba los cuerpos en el club de golf más famoso del mundo, lo pospuso todo dos horas y media. Cuando el sol asomó, le acompañó Bryson DeChambeau, que disparó 65 golpes (ocho birdies y un bogey, dos bajo par en Amen Corner) apoyado en el mejor palo de su bolsa, ese driver que descose sin piedad (solo se quedó por debajo de las 300 yardas en el hoyo 1, cuya calle recibe cuesta arriba). Su -7 dejó al del LIV líder en casa club, con muchos hoyos por jugarse aún de un turno vespertino imposible de concluir por el retraso, y a buen seguro enarcó cejas en los cuarteles del PGA Tour.

Simultáneamente transitaba Augusta el vigente campeón, Jon Rahm, en lucha contra sí mismo. Contra unos hierros desafinados, concretamente, producto también de un viento cambiante, por momentos cruzado, que desquició a más de uno. Se vio ya en el primer segmento, en el que se dejó un wedge para el segundo golpe que no cogió green. Salvaría el par desde el collarín, pero ahí quedó marcada la tónica de un día en el que los birdies, cuatro en total, por cinco bogeys, los fabricó casi siempre con el putter, el que paradójicamente fue su tumba en el 4 y el 17, ambos tripateos. La mejor noticia, en una vuelta que a otro se le habría ido de las manos, y que él mismo resumió a la perfección con un sonoro “me c... en su p... madre” tras fallar para par en el green del 18, al que ya llegó arrastrando otro bogey en el 17, es su acumulado de 73 impactos, uno sobre par.

“Aquí no te puedes permitir el lujo de fallar golpes, especialmente desde el tee. Y yo desafortunadamente he fallado muchos en los segundos nueve. Un mal swing es un mal swing, pero creo que los bogeys del 4 y el 17 (otro, cosas de la vida, le cayó en el 14, donde el año pasado sentenció a Koepka con un golpazo desde el margen derecho de la calle) con tres putts se podrían haber evitado”, sintetizó ya más calmado el vizcaíno tras entregar la tarjeta. Insuficiente sin embargo para pensar por ahora en una reválida cuando tipos como DeChambeau, un personaje estrambótico que un día se atrevió a declarar que Augusta es un par 67 para él (oficialmente 72) y los dioses del golf le castigaron hasta este jueves, o Scheffler, el gran favorito, que tiró un 66 (-6), prenden fuego al campo de la manera en la que lo hicieron el primer día. Como insuficiente se quedó, a ese ritmo infernal, el -1 de McIlroy, que habría sido mejor apertura en la mayoría del resto de ediciones del torneo.

García: “Ha sido como pegarse con Tyson”

En el par se quedó Sergio García, otro al que zarandearon las fuertes brisas que atravesaron Augusta. “Ha sido como pegarse con Mike Tyson 12 asaltos. Son cosas que pasan aquí, y me han pasado ya tantas veces... Mi capacidad mental si te la cuento... He acabado los últimos siete hoyos como un zombie. Mi cuerpo estaba aquí, pero mi mente en otro sitio. No sé ni cómo he conseguido hacer eso, no me explico la reacción”, dijo elocuente tras irse al agua en el 11 y el 12 para reenchufarse con tres birdies en los seis últimos hoyos (cinco en total): uno al 13 con un puro de 18 metros, otro al 15 y otro con un hierro sublime en el 16.

+5 hizo, en el estreno del 30 aniversario de su primera chaqueta verde, el incombustible Olazábal en un partido con el joven amateur mexicano Santiago de la Fuente, que se fue a +4. A sus 58 años al de Hondarribia, que tiene un doctorado en Augusta, todavía le queda gasolina para mejorar a dos jugadores con victorias recientes a ambos lados del Atlántico como el polaco Meronk (+7) o el estadounidense Malnati (+8). Por desgracia apura los últimos sorbos de un golf profesional que le echará mucho de menos.

La tarde, para Tiger

El gran protagonista de la segunda ola, cómo no, fue Tiger, que batalló en los 13 hoyos que pudo disputar antes de que el juego se parará cerca de las 20:00 hora local, para cerrar el día bajo par (-1) sin coger muchos greenes, algo harto complicado en Augusta. Le hizo birdie al 1, un hoyo que no le ha sonreído tradicionalmente, de hecho llevaba sin restar ahí en la primera ronda desde 1999 y al 8, con un bogey al 4. “Es uno de los días más complicados que he vivido aquí. El viento soplaba por todas partes. Era difícil de leer no solo la dirección, también la intensidad. Incluso afectaba a los putts”, contó después. En la mañana de este viernes, mermado por un frío que es como un cuchillo para sus dañadas articulaciones, se atragantó con dos birdies del 14 al 18 y quedó con un +1 que le obligará a pelear su 24º corte consecutivo, el que sería el tope histórico del torneo.

A su lado caminó Max Homa, hasta ahora un desastre en los grandes (7 de 15 cortes fallados y un único top-10, en el British el año pasado), al que no le hizo ni cosquillas la presión de la ingente marabunta que sigue al Tigre. Antes de la suspensión el californiano lucía un fabuloso -4 con cinco birdies y un bogey, que amplió a -6 en un tramo final espectacular ya este viernes.

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