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Piragüismo | Saúl Craviotto

“De 365 días, igual hay 200 sin ganas de sufrir, pero es el peaje”

Saúl Craviotto presenta el Informe+ que recoge los entresijos de sus seis medallas olímpicas. El español más laureado, además de policía y MasterChef.

Saúl Craviotto, hoy en Madrid.
CHEMA DIAZ | DiarioAS
Jesús Mínguez
Nació en Guadalajara en 1973. Licenciado en Periodismo por la Complutense. En AS desde el año 2000, es redactor jefe de Más Deporte. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos y unos Paralímpicos, Grand Slams de tenis, Davis, Laureus, candidaturas olímpicas, política, dopaje o grandes combates de boxeo. Le gusta escribir de deporte y también practicarlo.
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Que Saúl Craviotto, el olímpico español más laureado, es un tipo humilde y que sigue siendo muy vergonzoso lo atestigua que después de colgarse el bronce con el K4 500 en París, no se ha paseado con sus seis medallas (dos oros, dos platas y dos bronces de Pekín 2008 a París 2024) por ningún lado. No existía una foto. Un vídeo de él con todas al cuello. Pese a la insistencia de muchos. Y eso, entre otras muchas pequeñas cosas que han hecho grande al personaje, es lo que se puede ver en ‘Craviotto’ (así es el título, sin ninguna frase que lo adorne porque no hace falta), el Informe+ que este lunes (22:00) se estrena en Movistar+.

“De 365 días al año, igual estoy 200 desmotivado. Sin ganas de ir al agua a sufrir, a poner el cuerpo al límite y el corazón a 190 pulsaciones, a hacer tolerancia láctica... No hay ser humano al que le guste eso, pero si tienes claro hacia dónde quieres ir, es un peaje que tienes que pagar”, explicó el leridano (40 años) en la presentación en Madrid. Casi una hora de recuerdos de una vida dedicada al alto nivel. “Un legado audiovisual para mis nietos”, se ríe.

Un Craviotto que ya ve “la luz al final del túnel” después de 24 años (desde el ciclo olímpico de Atenas 2004 a los que no logró ir) con los Juegos en la cabeza. Y cinco tatuajes de los aros en su cuerpo (el último en la espalda, sobre sus inmensos trapecios). ¿Llegará a Los Ángeles 2028? “No lo sé. El poder representar a tu país y hacer feliz a la gente es lo mejor que se puede hacer. Soy un privilegiado, pero también hay que saber retirarse. La felicidad en la vida te la da un propósito y si veo que no hay ilusión, no hay ganas y el peaje que hay que pagar el primer día no estás dispuesto, habrá que tomar la decisión de dejar a los jóvenes. Por físico, les tengo a raya, pero a ver qué dice la cabeza. Tengo tres hijas. Ahora para mí el éxito es pasar más tiempo con ellas y tener más tiempo libre. Estoy en una fase de runrún mental”, avisa, pero no deja de entrenar. En abril ya habrá selectivos para los Mundiales de agosto en Milán. Y tiene pinta de que allí estará.

Por el Informe+ desfilan muchos recuerdos. Los de su padre, Manuel, que le montaba ya con diez meses con él en la piragua. El chaval que casi se ahoga haciendo aguas bravas. El Craviotto espigado que llegó a la Blume madrileña con 14 años, y que estuvo cinco meses parado cuando luchaba por ir a Atenas por una lesión que le paralizaba las piernas. El que dudó y se cubrió la espalda porque de esto no se vive (“Me puse a trabajar de electricista, hice las oposiciones a Mosso y la Policía y aprobé las dos. Eran días caóticos”). El que tiene una dismetría con una pierna más larga que otra y equivocó de lado el taco que equilibraba la embarcación en la final de Pekín 2008 con Perucho en la que fueron oro (“¡Avisé después de ser campeón; si no, no cuento nada!”).

“De 365 días, igual hay 200 sin ganas de sufrir, pero es el peaje”
Saúl Craviotto, con Mónica Marchante y los responsables del Informe+ sobre su carrera. CHEMA DIAZ
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El mismo que pidió matrimonio a Celia en Picadilly Circus tras la plata en K1 200 de Londres. Al que se le escapan las lágrimas cuando recuerda que en 2015 “cuando mejor estaba” se quedó fuera de los Juegos achacando un exceso de presión, comunicó a los íntimos que se retiraba, pero a quien sus padres y su técnico, Miguel García, convencieron para acudir a la repesca. El ganador de MasterChef, de quien Marcos Morán, chef de Casa Gerardo recuerda que “no tenía ni puñetera idea de cocinar” antes de entrar en el programa, pero del que salió campeón porque tenía la determinación “de un soldado”. El fuera de serie del que su archirrival, el alemán Ronald Rauhe, destaca “su cabeza, su determinación”. Simplemente, Craviotto.

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