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GOLF | MASTERS DE AUGUSTA

Augusta zarandea a Tiger y encumbra aún más a Scheffler

Woods firma un descorazonador 82 en la tercera vuelta, su peor tarjeta en un Masters, mientras el líder sigue a lo suyo.

Augusta
Augusta zarandea a Tiger y encumbra aún más a Scheffler
ANDREW REDINGTONAFP

Augusta no entiende de leyendas y dispensa el mismo trato a la nobleza que al proletariado del golf. Para muestra, el descorazonador 82 con el que concluyó Tiger Woods su tercera vuelta en el Masters. Diez golpes sobre el par, once en el total, relegado a la antepenúltima plaza entre aquellos que lograron pasar el corte. Un revolcón en toda regla, una anomalía total en un jugador con una media de 71,1 golpes en este campo, por no hablar de sus cinco chaquetas verdes.

Otros días fueron los hierros y esta vez el caballo de batalla lo tuvo en el putter, a una media de 1,89 por hoyo, con dos tripateos incluidos, camino a la que ya es la peor vuelta de su carrera en el trazado de Georgia (EE UU), que explicó con su habitual claridad meridiana: “Ni he pegado a la bola bien ni he pateado bien. No estaba bien ya en la sesión de entrenamiento y lo he trasladado al campo. He estado todo el día pegando a sitios donde no hay que estar y fallando putts fáciles, de los que hay que meter”.

Cuatro golpes separan su actuación este sábado del anterior suelo que tenía en el torneo, un 78, justo el día después en el que alcanzó otra mejor marca personal, en este caso positiva: la de 24 participaciones seguidas pasando el corte, que también es el tope de la cita. “No diría que ha sido algo mental. Es simplemente que no he competido mucho últimamente. Cuando he tenido oportunidades de darle la vuelta con el putt del cinco, inmediatamente he tripateado el 6 y en el 7 he fallado el chip”, alegó apuntando a una razón obvia detrás de esta orgía de golpes, el hecho de que solo ha jugado una vuelta entera competitiva este año, la primera del Genesis, antes de retirarse por un problema médico no especificado en la segunda.

Otra es el peaje que pagó en un viernes en el que tuvo que jugar 23 hoyos, los cinco que le faltaban de una segunda ronda interrumpida por el mal tiempo, y los 18 de la segunda. “Obviamente me ha afectado”, reconoció. “Mi equipo me pondrá a punto y el club se está portando de forma increíble. Será una noche larga y una sesión de calentamiento larga mañana, pero estaré listo”, aventuró un Tigre que bastante ha hecho llegando hasta este punto con 48 años y el cuerpo lleno de metal.

Intratable Scheffler

Tan perfecto que a ratos pasa de la fascinación al aburrimiento, ya le pasaba en su día a Roger Federer, es Scottie Scheffler, que cerró otro día en la cabeza de la tabla. Un repaso a sus estadísticas, entre los 20 primeros en casi todos los apartados, es para descoyuntarse la mandíbula. Y para colmo es el segundo mejor en los registros de pateo, el apartado en el que más flaquea, o más bien flaqueaba, a una media de 1,52 por hoyo.

Este sábado por momentos pareció humano, pero no dejó mucho espacio a la ilusión en una jornada con vientos racheados de más de 30 km/h, que no fue lo del viernes pero tampoco dio excesiva tregua, porque además los greenes parecían una pista de bolera, pura velocidad. El doble bogey del 10, seguido de un bogey al infernal 11, que se juega esta semana a una media de 4,43 golpes, fue un espejismo de frenazo, porque en el 13 embocó para eagle desde casi diez metros y para el 15 ya había recuperado el -7, un golpe mejor que el listón que dejó el viernes. En ese bache se aupó al liderato el debutante danés Nicolai Hojgaard, el favorito de Rahm, que se las prometía felices hasta que Amen Corner le trituró. Entró allí siete golpes por debajo del par y enlazó tres bogeys, que amplió a cinco en los dos hoyos siguientes. Caput. Sí aguantaron el tipo el sueco Aberg, otro de estreno, en su caso en los majors, no solo en este, que tiró un -2 para -4 dejando otra vez la sensación de que el golf es sumamente fácil para él.

Entre él y Scheffler emergen Homa (-5), históricamente flojo en los grandes, con un único top-10 en 17 jugados y nueve cortes fallados, y el renacido Morikawa, quien desde esa explosión que protagonizó entre 2020 y 2021, que le llevó a ganar dos de sus primeros ocho torneos en el Grand Slam (el PGA de 2020 y el British de 2021), no ha sido el mismo.

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