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ATLETISMO | MUNDIALES DE OREGÓN

Yulimar es de otro planeta

La prodigiosa saltadora sólo necesito un salto a medio gas dejándose casi 30 cm hasta la tabla para meterse en la final por 32 y aventajar a la segunda en 18.

Eugene (Oregón)
Yulimar es de otro planeta
ALEKSANDRA SZMIGIELREUTERS

En el deporte hablar de superioridad aplastante quizá sea un término pelín insultante o poco deportivo... pero lo que hace Yulimar Rojas en el triple salto roza lo surrealista. La prodigiosa saltadora venezolana, que vive y entrena en Guadalajara, llegó a la clasificación de su especialidad, 10:30am, temperatura mucho más baja que los días precedentes, cielo encapotado... y primera de la lista en empezar. Y la mujer que se acerca inexorablemente a una marca extraterrestre de 16 metros saltó 14,72. 32 centímetros más de lo que se pedía para entrar en la final (madrugada del lunes al martes a las 03:20 en España), dejándose entre 25 y 30 en el talonamiento, sin terminar de propulsar el segundo salto y sin desplegar toda su potencia en el impulso definitivo. Una animalada, vamos.

“Espero que en Venezuela hayan estado pegados a la televisión apoyándome y mandándome toda su energía. Es el primer paso para intentar sumar el oro en el Mundial”, decía en redes el prodigio de los saltos horizontales que lamentablemente no ha podido intentar el reto de doblar incluyendo la longitud en su programa al arrastrar una lesión en las semanas previas que le evitó poder conseguir una mínima que sin duda habría logrado de no mediar las molestias. Rojas tenía una marca que pensaba que le servía, pero que fue invalidada por el uso de unas zapatillas no reglamentarias.

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Nací para saltar 16 metros. Nada es imposible, ese es mi lema y es lo que creo”, decía a AS en Belgrado tras volar hasta 15,74 y ver de cerca cada vez más una línea imaginaria prohibitiva siquiera para pensarlo entre las mujeres. Guiada por el mago Iván Pedroso, la atleta criada en Altavista, un barrio desfavorecido de Puerto La Cruz (300 kilómetros al este de Caracas), quizá logre su principal objetivo en Eugene, la bucólica localidad envuelta en las verdes montañas del estado de Oregón a 125 metros sobre el nivel del mar, con un estadio Hayward Field entregado a sus brincos y unas condiciones perfectas que ha visto cómo Sydney McLaughlin batía recientemente el récord mundial de los 400 metros vallas (51.41) o a la jamaicana Thompson-Herah correr los 100 metros en 10.54, el segundo mejor tiempo de la historia tras los 10.49 de Florence Griffith-Joyner.

3.000 metros obstáculos.

En las series para intentar en trar en la final Irene Sánchez Escribano y Carolina Robles no pudieron dar la sorpresa y acceder al plantel de 15 elegidas, pese a darlo todo, que pelearán por las medallas el miércoles 20 a las 19:45 (madrugada del jueves en España, 4:45). Irene fue décima en su serie con marca personal (9:23.94, la segunda mejor carrera de una española en la historia), mientras Carolina terminó 9ª con 9:28.24 (marca personal). No se puede pedir más a las bravas obstaculistas españolas.