Campanada del Guardés al eliminar al favorito Bera Bera
Por primera vez en su historia el equipo gallego peleará por el título copero, frente al Málagar este domingo (13:00, Teledeporte)
Los seguidores del Atlético Guardés los días de partido en A Guarda (Pontevedra) visten con orgullo una camiseta con un lema intimidatorio para los rivales: Bienvenidos al Infieno. Lo han exportado a San Sebastián, y unas dos centenas de gallegos rivalizaban entre los 3.000 aficionados del Illumbre Arena de San Sebatián para que se les oyese, se les viese, se les tuviese en cuenta. Y claro que se hicieron notar con la campanada de su equipo ante el Bera Bera, 20-24 (10-11), el líder de la Liga, el único favorito a llevarse la Copa que organiza con esmero, el equipo que les había arrollado en los dos encuentros ligueros. Pero la Copa es otra cosa y este domingo será el Guardés, en su primera final, el que rivalice con el Málaga (13:00, Teledeporte) por el título.
Un punto morboso era el encuentro de Prades (Guardés) con Álvarez (Bera Bera), los dos técnicos de las Guerreras, y aunque ganó el principal, lo cierto es que el detalle que decantó el partido fue una dulce carambola para el cuadro gallego: en la recta final de la primera parte, cuando se intuía la caída física del Guardés, entró Miriam Sempere a parar un penalti: lo paró, y luego un rechace. Se quedó en la portería y Carratú en el banquillo. La alicantina acabó con 11 paradas, más de un cincuenta por cierto de acierto, y con ella las jugadoras del Bera Bera no encontraron la manera de marcar. ¡Lo paró todo! ¡El ángel del Guardés, el demonio del Bera Bera!
Imanol gestionó su equipo, más amplio de efectivos que el nivel, impuso un ritmo trepidante, tal vez pensando que el Guardés lo acabaría pagando porque su primera línea, Paula Arcos (5 goles) Patricia Lima (8) y Pessoa (5) no tienen relevo. Se equivocó: aguantaron, y con el protagonismo inesepardo acabaron con el triunfo.
Da la impresión que el Bera Bera se encontró con una ansiedad que no supo controlar. Impaciente por adelantarse pronto en el marcador, le pesó de la responsabilidad, y lo cierto es que firmó un mal encuentro, y su reacción final fue más una respuesta visceral que de juego.