"Sé dónde estamos, no llego con varitas mágicas"
Miguel Rivera acaba de desvincularse del Teruel tras ocho temporadas. En mayo inicia la etapa de seleccionador. Espera alternarlo con algún club.
En Semana Santa se desvinculó del Teruel con lágrimas en los ojos, y en mayo tomará las riendas de la Selección masculina. Es la situación de Miguel Rivera (Madrid, 37 años), entre la tristeza, la ilusión y la incertidumbre del club que le ofrezca su banquillo.
¿No se puede vivir actualmente del trabajo en una selección nacional de voleibol que todos los entrenadores tienen pluriempleo?
Es lo que hay, pero no sólo en España, sino en todos los países como se puede constatar. Cuando la Federación Española me propuso la posibilidad de asumir el cargo de primer entrenador, mi planteamiento fue sincero, que no iba a trabajar sólo tres meses al año, que quería estar activo toda la temporada, porque los calendarios en ese aspecto están muy equilibrados y lo permiten. A la Federación Española le pareció bien el planteamiento y acordamos que podría compatibilizarlo.
¿Y ya tiene ese club para compartir con España las próximas temporadas?
Pues sinceramente no. En este momento estoy buscando, en nuestro país o en el extranjero, Hay tiempo. Además, acabo de dejar a mi club de los últimos años, al que le estoy muy agradecido, y no iba a estar negociando con otros mientras trabajase con el Teruel. Eso no.
Se despidió de los turolenses entre lágrimas, a un club que ha dirigido ocho años, 201 partidos oficiales, y al que llegó como entrenador ayudante para acabar mandando.
Ha sido mucho tiempo, muchas experiencias, y aunque la última temporada ha sido muy irregular por muchos motivos, tampoco se pueden olvidar los resultados de esos ocho años: dos Liga y tres Copas. Es la vida del deporte profesional, los ciclos deportivos; me hubiese gustado salir en un mejor momento deportivo, pero no ha podido ser,
Da usted un salto en su carrera, pero España parece un regalo envenenado para cualquiera.
Creo que para un entrenador profesional dirigir al equipo nacional de su país es la máxima aspiración que se puede tener. Estoy orgulloso de que me hayan dado la oportunidad de dirigir a España, y la quiero disfrutar.
Lo digo porque España llevan unos años muy lejos de competir en las grandes citas del primer nivel internacional. Es decir, que España ahora es un equipo menor en el panorama internacional.
No llego prometiendo imposibles ni con varitas mágicas. Sabemos dónde estamos y desde esa situación lo que tengo que hacer es trabajar para crecer, para llegar lo más alto posible con nuestros mimbres. A un entrenador se le tiene que exigir ese esfuerzo de evolucionar, siendo conscientes de dónde estamos y ver si se consigue ese crecimiento.