La deportista y médica pasó de protagonizar la portada de la revista 'Time' a hacer un doblete histórico en Tokio, con su oro en triatlón y diploma en atletismo. Ahora recibe el Premio AS.
Susana Rodríguez Gacio (Vigo, 33 años) no para. Hace tiempo que desterró la palabra 'límite' de su diccionario. Una deficiencia visual grave, a causa del albinismo, no le ha impedido hacer historia. Se convirtió en la primera española ciega que se licenciaba en Medicina, tras haberse diplomado en Fisioterapia. Y después, lo volvió a hacer en los Juegos Paralímpicos de Tokio, participando en dos disciplinas distintas, junto a sus guías, sus ojos, Sara Loehr y Celso Comesaña. Allí se colgó el oro en triatlón, pero no ha sido el único de este 2021. A principios de noviembre se proclamó campeona del mundo por cuarta vez y ya tiene en mente nuevos retos. Nuevas aventuras y proyectos. Porque Susana no para y su leyenda, tampoco...
—Este 2021 ha sido mágico...
—Está siendo muy completo. A nivel deportivo no podía pedir más que un oro en los Juegos y que sea verdad me parece una pasada. Me quedo con ese momento. Se podrá, como mucho, igualar porque es insuperable.
—¿Cómo vivió la cita de Tokio?
—Japón ha sacado los Juegos con un sobresaliente. Cualquier otro país no lo hubiera podido hacer y menos, con esa eficiencia. La experiencia, a nivel deportivo, increíble. Conseguí hacer la mejor marca que podía en esas circunstancias. Sabíamos las condiciones climáticas y yo iba muy preparada. Siempre me costó correr con calor, por eso en marzo me busqué la vida. Mi entrenador y yo tuvimos el asesoramiento de un fisiólogo, que trabaja con la Federación Española de Bádminton, y nos prestaron una cámara de calor para empezar la aclimatación en Sierra Nevada. Luego continuamos en la burbuja de Sant Cugat y esto me permitió llegar muy bien.
—Logró oro en triatlón y diploma en 1.500 metros, algo histórico.
—Sí, pero no lo pienso. Lo hago porque me gusta. La tarde del triatlón me costó centrarme. A la mañana siguiente tenía otra carrera e hice un trabajo de cabeza bueno. Luego, competir en el estadio con Celso me encantó. Eso sí, iba al límite. La cabeza me daba, pero el cuerpo no.
“Hasta el podio no fui consciente de todo lo que acababa de pasar”
—¿Cuál fue su momentazo?
—¡El podio de triatlón! Es cuando eres más consciente de todo lo que acaba de pasar. Todo el mundo me decía: ‘Sara iba más feliz que tú al llegar a la meta’. Pero hasta que no acabé no lo pensé ni lo celebré, por eso mi inexpresividad (risas).
—Lo que es la vida. Estuvo a punto de ir a los Juegos de Pekín en atletismo (logró la mínima, pero la dejaron fuera) y eso la hizo reinventarse...
—No sé si todo pasa por algo, pero si no es así, tenemos que conseguir que lo sea. Hay experiencias duras, pero lo bueno es que cuando pase el tiempo percibamos que lo que sucedió fue un paso para que después llegaran otras cosas.
—Como el triatlón, donde ha revalidado su corona mundial.
—Van cuatro y ahora, a construir para el año que viene. Lo que he vivido ha sido mágico y espero que lo siga siendo. Hay mucho trabajo detrás.
—Otra de las cosas que llegó fue la Medicina y durante la pandemia estuvo en la atención telefónica a los pacientes.
—Estuve trabajando en eso hasta septiembre de 2020. Acabé la especialidad (Medicina Física y Rehabilitación) y me ofrecieron un contrato de un año para quedarme como médico adjunto en el mismo hospital. Fue una decisión difícil porque me gustaba lo que hacía. Tenía los Juegos en el horizonte y decidí centrarme en entrenar. La pandemia fue una época complicada por la incertidumbre. Me quiero quedar con el trabajo en equipo dentro de la Sanidad. Eso debemos aplicarlo siempre. Las cosas funcionan si trabajamos todos a una.
“De la pandemia me quedo con el trabajo en equipo de la Sanidad”
—Ahí, en plena pandemia, descubrió su amor por el deporte.
—Era mi momento, mis tres horas de placer. No tenía ningún objetivo porque todas las competiciones estaban canceladas y entrenaba por mantenerme. Estaba a full, me metía unas palizas increíbles de bici, de correr, con la máquina de remo… Eso era algo que nunca había usado. Hablaba con María Delgado, de natación, porque ellos hacían test de remo y yo, también. No ganaba a la mayoría, pero bueno (risas). A los deportistas nos gusta competir y los retos. Si no los hay en el calendario ya te buscas alguno.
—¿Y eso volver a entrenar fuera de casa?
—¡Fue el reencuentro más guay! ¿Cómo algo que hacemos a diario puede llegar a significar tanto? El primer día que salí con Celso a correr, que íbamos con la mascarilla y un poco ahogados, estábamos felices.
—En verano protagonizó la portada de la revista Time, ¿cómo recuerda aquello?
—Fue un tsunami. Esa es la palabra. Me sorprendió que en junio contactaran conmigo por un reportaje sobre deportistas olímpicos y paralímpicos que iban a Tokio y habían trabajado en Sanidad durante la pandemia, pero no sabía que saldría en la portada. Estaba entrenando en Lanzarote, en una de las concentraciones previas a los Juegos, y cuando volví tenía un montón de llamadas perdidas, el Twitter a tope… Fue muy raro porque algo que era mi día a día, sin más, llamó la atención de la revista que más impacto tiene en el mundo. De repente pasó de no existir a existir. Es bueno para el deporte paralímpico porque es una manera de que la gente conozca lo que hacemos. Bienvenido sea que esa imagen pueda representar a varios colectivos, como los sanitarios, que merecen atención y tener su lugar.
—¿Ha notado mucho cambio a raíz de aquello?
—Sí. La medalla de los Juegos fue muy seguida también por la portada. Conoces más gente, los medios se interesan más... Aunque el día a día sigue siendo igual, por suerte.
—Además de sanitaria, también es paciente. A principios de 2020 se enteró de que tenía una cardiopatía.
—Cuando surge este problema, ya no quedaban siete meses para los Juegos, faltaba un año y siete meses. 'Uff, voy a estar más tiempo conviviendo esta situación tan nueva', me decía, pero ese tiempo extra luego me vino bien para acostumbrarme al tratamiento, para hacer la pequeña cirugía de implantar el holter… Ese día por la tarde ya estaba entrenando. Tuve la suerte de que cuando pasó me encontré con unos compañeros de cardiología de mi hospital en Santiago y me ayudaron con las pruebas para hacer el diagnóstico. Como tenía claro que quería continuar compitiendo e ir a Tokio buscaron conmigo el mejor plan a seguir y todo ha ido bien.
“Fue raro, algo que era mi día a día llamó la atención de TIME”
—También trabaja con una psicóloga deportiva. ¿Ha sido una buena herramienta para gestionar esto, la cita de Tokio...?
—Sí, empecé a trabajar con María el año pasado. Eres tú quien gestiona las cosas, pero muchas veces necesitas aprender cómo. Siempre se oye hablar de la presión del deportista de alto nivel y puedes imaginártelo, pero no es lo mismo que vivirlo. Tenía muchas expectativas puestas en Tokio y no sólo yo, también un entorno muy grande. Los días antes de los Juegos no resultaron sencillos y fue útil tener a alguien que me ayudase a enfocar las cosas. Si no lo haces de la forma correcta te puede jugar una mala pasada. A muchos deportistas, si no a todos, nos puede ayudar.
—Gracias a Simone Biles, la salud mental tuvo una gran repercusión en los Juegos…
—Es un fastidio que alguien se vea en una situación tan límite de no poder ni hacer lo que más le gusta por la presión. Que su voz haya puesto el foco en todo esto es muy importante para el deporte, una gran contribución. Todo lo que envuelve a la salud mental es tabú. En España se habla mucho de los accidentes de tráfico, que es un problema terrible, pero hay más muertes por suicidios que en las carreteras. Y eso apenas se trata. Por eso es necesario que estas cosas salgan a la luz.
—Para una madridista de pro, otra de las grandes experiencias de 2021 habrá sido el saque de honor del Bernabéu...
—Me gusta mucho el Real Madrid desde pequeña. El club ya me invitó a ir a un partido después de Río y había sido genial, pero el detalle del saque de honor me parece una auténtica pasada. El Madrid gustará más o menos, pero es un club señor. Fue increíble estar allí, conocer a los jugadores, oír a la gente en el estadio y eso que entonces no estaba lleno por el coronavirus… Fue mágico. Y pasar esta jornada con Butragueño, que es un símbolo… ¡Imagínate!
—¿Qué jugador le impresionó más?
—Benzema es un crack, Modric, Kroos, Asensio, Nacho… Me alucinó lo alto que es Courtois y tengo la camiseta de Lucas Vázquez. Lo elegí a él porque es gallego, un chico humilde…
—¿Y qué le dijo su padre, Delio, de quien heredó su pasión por la Medicina (anestesista jubilado) y el Madrid?
—Le gustó y le hizo mucha gracia la anécdota del zapato. Cuando chuté salió disparado y me ayudó a recuperarlo Benzema. Mi padre está contento de que pueda vivir todo esto.
“El saque en el Bernabéu fue una pasada; soy madridista desde niña”
—Hábleme de la importancia de la familia. De su hermana Patricia, de su madre Berta...
—Les estoy muy agradecida por su apoyo. En mi familia nunca ha habido tradición deportiva y eso hace que aún tenga más valor. Ahora hay series mundiales de triatlón y mi madre se levanta a las dos de la madrugada para verlas. Eso era impensable hace años. Por eso creo más en los referentes cercanos, como ellos, donde se aprecia más el esfuerzo.
—¿Qué planes de futuro tiene?
—Estoy con el trabajo del Máster en prevención de dopaje que, por primera vez en mi vida, no entregué en la fecha marcada… Imposible. Deportivamente quiero hacer el Mundial de triatlón y atletismo en 2022. Deseo mejorar un poco la carrera a pie, a ver hasta dónde puedo llegar, preparando de forma específica el 1.500. Y en Vigo uno de mis patrocinadores crea un club de atletismo y estaré cerca del proyecto. Haremos una escuela para niños con y sin discapacidad.
—¿Ha notado que la gente se ha enganchado más al deporte paralímpico en estos Juegos?
—Han sido un boom en cuanto a seguimiento. No sé si la gente va teniendo más conocimiento, si con el coronavirus ansiaba buenas noticias… Antes era anecdótico y ahora los medios están más presentes. Al terminar el triatlón, allí había más periodistas de los que podía imaginar. Esto va a ser un no parar. Con cada Juegos habrá más espectadores y llegará un momento en que se iguale a los olímpicos.