"Cuando te retiras, la crisis de identidad es muy grande"
Erika Villaecija, tres años después de dejar la natación, practica ahora halterofilia y reflexiona sobre el cambio de vida al abandonar el alto rendimiento.
A las 15:58 todavía no han abierto las puertas del Club Gimnàs Molins de Rei y en sus aledaños esperan jóvenes, adultos y una cara familiar que charla con el entrenador de halterofilia David Soria, el maestro del olímpico en Tokio Marcos Ruiz (8º). Mochila a la espalda, Erika Villaecija se dispone a realizar su entrenamiento en una parte de su nueva vida después de abandonar oficialmente la natación en diciembre de 2018. "En abril competí en el Campeonato de Cataluña. Los nervios previos a levantar la barra me gustaron. Reviví aquellos otros momentos del pasado", explica.
Esos "otros momentos" sin incontables. Desde los seis a los 34 años, la nadadora nacida en el barrio de Horta de Barcelona fue uno de los iconos del deporte español, campeona de Europa, del mundo y dos veces diploma olímpico (Atenas 2004 y Londres 2012). Ahora compagina su trabajo de Recursos Humanos en Better Consultants, el crossfit y la halterofilia, un deporte totalmente distinto a la natación. "Los entrenamientos son de una hora y media, lejos de lo que requería mi deporte. Soy patosa, acostumbrada a nadar grandes distancias. Para levantar necesitas explosividad. Me gustaría seguir compitiendo porque me gusta, aunque sea en máster", añade Erika, que se ha apasionado por la halterofilia.
Pero en estos casi tres años de sus lágrimas en la piscina del CN Barcelona aquel otoño de 2018 a los esfuerzos levantando la barra, Erika ha vivido una catarsis. "Hice la misma rutina hasta los 34 años. Al día siguiente dices, ¿adónde voy? Aunque seas fuerte y tengas tus estructuras montadas, la crisis de identidad es muy grande. Es imposible negarlo", subraya, y eso que la nadadora ha contado con "el apoyo de familia, amigos y con un trabajo que me gusta".
¿Cuánto le costó hacer el click?
Es muy difícil. Aunque hables con gente que ha dejado el deporte de alto nivel y te lo explique, nunca lo sabrás hasta que lo hagas. Dejé la natación como quería. Tenía un trabajo y decidí cambiar las prioridades. Tenía una rutina y eso me ayudó, pero es inevitable no sentir un vacío. No acabas de cambiar el chip al cien por cien. Hay un momento en el que te das cuenta de que la natación no ha existido o es algo que queda ya muy lejos. Un día vi por televisión que había un campeonato de España de piscina corta. Ni me había enterado. Es en ese momento donde decido que debía acercarme de nuevo a mí mundo. Había dejado de tocar agua.
¿Por qué?
Es como si no tuviera sentido tu vida y debes buscar un motivo nuevo para levantarte todos los días. Es como si te jubilaras muy pronto y debes aterrizar en otro mundo. En mi caso tenía formación, y eso me ayudó. Pero el sentimiento de estar en forma, la competición, los objetivos… Eso se acaba. Intenté hacer crossfit, ahora la halterofilia. Tuve la suerte de vivir los Juegos de Tokio por la televisión comentando para RTVE. Menos mal, porque de lo contrario lo habría pasado muy mal: en la inauguración empecé a llorar, en ese momento te percatas que estás ya fuera de esto.
Una vez lo deja un deportista, ¿quién le llama la federación?
La Federació Catalana se ha portado muy bien, sobre todo su presidente Enric Bertran. No tuve quejas. Contaron conmigo para muchas cosas, pero obviamente te llama menos gente. Tampoco tienen motivo para ello. Me han realizado reconocimientos, y eso se agradece porque ponen en valor tu carrera. Vas dando pasos hacia que ese momento en el que asimilas que eres exnadador. Te alejas de la natación, pero cuando te acercas el feedback es positivo. Estuve en el último Open y la gente se alegraba de verme. Notas que lo has dejado, pero que la gente te tiene afecto.
¿Recurrió a ayuda?
Claro, fui al psicólogo.
¿La natación le pudo ofrecer buenos ingresos?
Ahorras algo, pero te lo gastas. Me compré un piso. No pude vivir de la natación. Fue un sueldo medio alto para mí, y te da un ritmo de vida algo superior. Es cierto que ayudé a mi familia. No puedo decir: 'me tomo tres años sin ganar dinero'. No me costó ser una persona normal, pero me cuesta entender que ya no nado. Te das cuenta de que aquella otra vida era la que te gustaba.
¿Y otros compañeros de usted que lo dejaron?
Mientras nadaba lo ves lejano, pero hasta que no te pasa… Ves las transiciones de un nadador que se retira, y a todos les cuesta. Cuando tienes una salida laboral dejas el deporte más tranquilo, como pasa en Italia. Al final estamos dando mucho por el país. En España hay programas, pero todavía están muy verdes. Te hacen seguimiento. Del COE te llama cada dos meses, te orientan académicamente y te intentan buscar oportunidades. No hay muchas empresas que crean en deportistas, pero cuando los tienen finalmente están contentos. Los valores ahí los tienes. Quedan años para que estos programas funcionen.
Erika, licenciada en Psicología, tiene un colgante con los aros olímpicos, un tatuaje con el skyline de Barcelona y con su perro Bartolo, que falleció justamente el verano antes de retirarse. Los Juegos han formado parte de su vida y solo se imagina "acudiendo de nuevo pero fuera de la piscina, en alguna federación, grupo de entrenamiento…". Es lo que ha mamado desde que era una niña de seis años y soñaba con nadar mejor y más rápido. Y lo logró aunque ahora esa vida ya le quede "lejos".