El K4, del lío al oro
Craviotto, Cooper, Arévalo y Germade olvidan el turbulento proceso de selección español para ganar el oro en la Copa del Mundo y aspirar a todo a Tokio.
Del folletín a la gesta. De un turbulento proceso de selección para integrar la embarcación del K4 500 en los Juegos de Tokio (23 julio-8 de agosto) al oro en la Copa del Mundo de Szeged (Hungría). Derrotando, además, a Alemania (+0,65 sg.). El ogro que había dejado a España con la plata en los tres últimos Mundiales. Es el camino que han recorrido Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade en los dos últimos meses. Podían hundirse o salir a flote. Eligieron lo segundo.
"Da mucha moral, pero hay que poner los pies en el suelo", recordaba el ya confirmado abanderado Craviotto (cuatro medallas olímpicas, dos de oro) nada más bajarse de la piragua. "Ahora sabemos lo que valemos y eso nos da un extra de motivación. ¡Casi no me lo creo!", se alegraba con el lactato aún agarrotando sus músculos Marcus Cooper, campeón en Río en 2016 en K1 1.000. El cuarteto galáctico alemán (Rendschmidt, Rauhe, Liebscher y Lemke) había caído.
A principios de marzo, el expresidente de la Federación Juanjo Román Mangas y el palista Carlos Garrote denunciaron un presunto juego sucio en Trasona (Asturias) por parte de Craviotto, Cooper, Arévalo y Walz, que por otra parte fueron los mejores en las regatas. Por las normas de la Internacional, España sólo puede llevar a seis palistas a los Juegos y su nómina de campeones es tan extensa que el polvorín estalló.
"Enseguida pasamos página. Llevamos cuatro años con el objetivo de los Juegos y no podíamos permitirnos pensar en otra cosa. Teníamos que probar el K4 nuevo (el que utilizaban quedó destrozado en un accidente de tráfico en febrero) y como teníamos que desarrollarlo en la fábrica de Portugal decidimos quedarnos trabajando allí diez días. Fueron muy buenos, centrados", recordaba ayer su técnico, Miguel García, desde una escala en Múnich. Craviotto llegó a perder hasta cuatro kilos por el estrés: "Fue complicado".
"La puesta en escena en Szeged tenía que ser buena, porque llevábamos desde agosto de 2019 sin competir, y hemos salido reforzados", cuenta García. Entre otras cosas, por un cambio de posición en la piragua. Cooper palea ahora detrás del marca Craviotto y Arévalo ha pasado a ir tercero. "Lo veníamos trabajando desde principio de temporada. El K4 está más compensado y tiene una mejor distribución de la potencia, hicimos pruebas y apostamos por esta nueva configuración", revela el asturiano, que incorporó al equipo antes de Río a un analista informático, David Calvente. Fundamental para arañar décimas.
Informática
"Con él hacemos test, sacamos información y cuantificamos las sensaciones de los deportistas. El feed-back es muy importante. Si la embarcación es rápida pero no van cómodos damos pasos hacia atrás. Hay que compensar las dos variables y estamos mejor que hace dos años", apunta. Han mejorado en la salida, como en el templo húngaro del piragüismo.
"Ahora falta trabajo de tolerancia al lactato para ser capaces de mantener una velocidad muy alta durante toda la carrera (alcanzan una punta de 28 km/h) y trabajar muy bien la parte final. Los alemanes también tienen su punto de mejora y nos emplazamos a un nuevo combate en los Juegos", avanza el entrenador. Tras unos meses infernales, la tensión se ha liberado positivamente. Ahora sí, el K4 apunta a todo en Tokio.