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El embrollo de la 'Ley trans'

El borrador de Igualdad preocupa en el deporte femenino, ya que simplifica el proceso para conseguir un cambio de sexo y podría distorsionar la competición.

Omy Perdomo (en el centro), primera jugadora trans en la Superliga española de voleibol.
Instagram @omyperdomo

El borrador de la Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans, que ha elaborado el Ministerio de Igualdad y ha provocado otro roce en el Gobierno entre PSOE y Podemos, ha levantado preocupación en el deporte, quizá atropellado por los tiempos. Cuando aún se discute sobre igualdad hombre-mujer y el desequilibrio es patente, aparece un elemento que supera esa lucha.

El borrador consagra la libre autodeterminación de género. Cualquier persona puede cambiar su nombre y sexo en el registro con una "declaración expresa", a partir de los 16 años. No hará falta "modificación de la apariencia o función corporal de la persona a través de procedimientos médicos, quirúrgicos o de otra índole", dice el texto.

Y por ahí entra en conflicto con el deporte. El artículo 39 de ese borrador dice que las personas trans participarán en competiciones "atendiendo a su sexo registral" sin "pruebas de verificación de sexo". El reconocimiento personal de una identidad de género (masculino o femenino) será suficiente. En un ejercicio de simplificación desprendido de connotaciones morales, pero posible, un hombre podría inscribirse en una competición femenina sólo por sentirse mujer. Algo que ha levantado voces críticas en el feminismo y que provoca sudores fríos entre federaciones y organizadores.

"Desde el respeto, esta ley puede tener una incidencia capital en el deporte", advierte la abogada María José López, especialista en Derecho Deportivo y asesora de varias asociaciones de deportistas. "Hablamos de que no entraría tanto en juego el elemento biológico, sino el hecho de, simplemente, sentirse hombre o mujer. Y hay que ver si eso se traduce en tener una ventaja", dice.

"Eso no es igualdad. La identidad femenina puede quedar desdibujada. Se estaría expulsando a las mujeres de su espacio. Es un tema que necesita ser contemplado porque el deporte tiene una singularidad", reflexiona la abogada.

"La opinión de las deportistas es importante. ¿Qué pasa si 12 jugadores de waterpolo se sienten mujeres? ¿Qué opción tendría un equipo íntegramente femenino de ganar ese campeonato?", se pregunta Raúl Chapado, presidente de la Federación Española de Atletismo y miembro del Council (gobierno) de World Athletics, por lo tanto cercano al caso de Caster Semenya.

La sudafricana (con hiperandrogenismo, no es trans), tiene prohibido correr entre 400 metros y la milla si no se medica para bajar a cinco nanomoles por litro de sangre su nivel de testosterona. En el caso del COI, el límite es de diez. La Ley española trans chocaría con las internacionales del deporte.

"Que los derechos humanos estén por encima de todo, no quiere decir que no colisionen con el deporte. Igual hay que crear una categoría open, sin género, más allá de la masculina o femenina. Un deporte que no preserva la igualdad no es justo. Y se decidió que fuese masculino y femenino por un criterio de igualdad de oportunidades", recuerda Chapado.

"Estamos hablando de regular el dopaje y a la vez de que compitamos en desigualdad de condiciones hormonales. No tiene mucho sentido", se queja Mar Mas, presidenta de la Asociación para Mujeres en el Deporte Profesional (AMDP). "Hay que gente que se plantea dejar la competición si esto va hacia adelante", añade, apuntando también como solución a una futura categoría trans. El debate dará para largo.