La penúltima de Entrerríos: "En Tokio iremos a por todas"
El central del Barça, camino de los 40 , se iba a retirar tras los Juegos el verano pasado. Y decidió seguir. Es su novena medalla entre Mundiales, Juegos y Europeos.
Raúl Entrerríos, que cumplirá 40 años el próximo día 12 de febrero, disfrutó de su penúltimo baile en Egipto. El último será en los Juegos de Tokio el próximo verano (23 julio-8 agosto), donde irá a por el oro que le falta en su palmarés. Allí llegará con un bronce mundialista al cuello. Inesperado, porque su carrera tenía fecha de fin en agosto pasado, tras la cita olímpica. Al aplazarse, decidió seguir.
“El bronce para mí tiene un sabor muy especial”, reconoció el central del Barça. “El hecho de volver otra vez al podio con la trayectoria que llevamos, el habernos levantado tras un mal partido contra Dinamarca... Es una nueva recompensa para un grupo que ha trabajado muchísimo”, apuntó el gijonés, que ha vuelto a ser fundamental en el campeonato.
Raúl, que mezcla la pausa y la furia en el campo, fue campeón mundial en 2005 (único español que sigue en la Selección), bronce olímpico en los Juegos de Pekín, atesora ya dos bronces mundiales y en europeos cuenta con dos oros, dos platas y un bronce. Nueve medallas grandes. Es el puente entre dos generaciones de éxito. Su camino en la Selección, cuando aún no eran Hispanos, lo inició en 2003 junto a su hermano Alberto. Hoy, jugó su partido 280 como internacional, lo que le iguala al portero-récord, David Barrufet. Entre la Eurocup y los Juegos podrá superarle antes de decir adiós.
Cuando en marzo pasado se decidió el aplazamiento de los Juegos, Entrerríos optó por continuar. Negoció su renovación por un año con el Barça (11ª temporada en azulgrana y 20ª en Asobal) y tras colgar las zapatillas seguirá ligado a la estructura técnica hasta 2025.
“Siempre pensamos en ir día a día y por eso hemos conseguido este bronce, porque afrontamos cada campeonato con hambre sin mirar atrás. Iremos a por todas a los Juegos de Tokio, como siempre. Pero ahora lo que toca es disfrutar”, contó pausado tras el partido. Pero con los ojos vidriosos. Señal de que su pasión no se ha apagado aunque tenga puesta fecha de caducidad tras el verano olímpico. “Esta medalla es para mi mujer y mis dos hijos, que siempre están detrás”, dijo. Los que también le empujaron para no irse. Para acabar en lo más alto del balonmano.