Jaka alcanza su primera txapela ante un Altuna desconocido
Jokin falló en la toma de decisiones y el delantero de Lizartza impuso su brillo en la pegada y sus piernas: 22-20. El favorito acabó con la moral por los suelos.
Jaka es nuevo en la plaza de los ganadores de uno de los grandes de la pelota, gracias al Manomanista. En un partido agónico (22-20), en el que acabó cojo, se impuso a su amigo Altuna, en la primera final guipuzcoana en 65 años. En el frontón Bizkaia de Bilbao esta vez reinaba el silencio, dictado por el coronavirus. El delantero de Lizartza ha ido creciendo conforme avanzaba el campeonato. En el estreno de Eibar, ante Bakaikoa, se vio casi fuera (14-6) pero emergió su enorme dureza mental. A los 26 años, una edad avanzada para los deportistas de élite, ha explotado y la cátedra conviene que se merece este histórico triunfo. Se lo pudo dedicar entre sollozos a su madre muerta. Ha tenido muchas piedras en el camino y todas las ha apartado. En otras ediciones ganaba el primer partido pero perdía el siguiente, era competitivo pero le faltaba algo para alcanzar la txapela. Lleva un 6-2. Hay diez pelotaris con una txapela y uno es él. Desde luego, no entraba en las quinielas de nadie.
Altuna no fue el no fue el pelotari artista que le llevaron a conseguir un título del Manomanista, otro del Cuatro y Media y tres -cuatro con la de hoy- finales más. Soñaba con su segunda txapela del torneo más grande que hay, un evento muy atípico por todo lo que le rodea, y se comió mucho la cabeza pensando que los torneos individuales son lo suyo y no podía dejar pasar la oportunidad de ningún modo. Es uno de los pelotaris con mejor ordenador de a bordo y se le desconectó ese privilegiado cerebro. Ha tenido un guion durante todo el campeonato y hoy ese librillo se ha quemado. Pudo pesarle el cartel de favorito y tal vez le desconcertó enfrentarse a su amigo. Quizás si se hubiera puesto por delante en algún momento, habría renacido. Estuvo muy precipitado, aunque claramente tenía más golpe que su rival, pero no cruzó, insistió en las dejadas y ante un pelotari con tantas piernas como Jaka eso es el suicidio.
Jokin se vio sorprendido al principio, no acababa de encontrar soluciones a las zancadillas como hizo ante Darío. Su rival vio una fisura en su enorme coraza de confianza y le comió el terreno. Nadie tiene su día ante Jaka, por algo será. Cuando llegó a reaccionar y ponerse 17-14, el esfuerzo acabó pasándole factura. Se fue quedando sin margen de error y su lenguaje corporal, cabizbajo como desangelado, era un avance de que le aguardaba la derrota.
Jaka empezó dominador: 5-0. No dejaba respirar al azul. Hasta que cometió su primer error, en una volea que pegó mal: 5-1. Jokin parecía estar a disgusto con el resto. Insistía con la dejada y permitía al colorado pasar a dominar, en vez de tocar más atrás. Tras dos portentosas alcanzadas seguidas, Erik fue manteniendo el camino: 16-7. El 21-14 parecía ventilar las dudas. Pero ahí lanzó su último coletazo Altuna. Hizo cuatro seguidos de saque (sumó siete), todos iguales. A uno le dio mal a bote, otro no restó y dos más los pegó mal. Jaka estaba pasando un calvario y no se sentaba en la silla, ahí le habría venido bien el botillero, como a Altuna en todo el partido. De todos modos, ni en esos instantes complicados se le veía dispuesto a entregar la cuchara. En la carrera del 21-20, le movieron bien y notó una molestia muscular.
El último saque de Jokin fue malo. Jaka pegó a la pelota con el alma, de riñón. Sacó de sitio al de Amezketa y pasó a dominar. Hasta que se le abrió el cielo con el cartón 22. Lanzó tres de sus característicos gritos de león ganador. Altuna se quedó tan profundamente abatido que hasta amenaza con dar la espalda al Cuatro y Medio. "Siempre merece la pena luchar y lo digo por esta terrible enfermedad y otras que ya conocemos. Puedo ser el ejemplo de muchos pelotaris modestos que no tienen tanto impacto mediático". Palabra de campeón. Marcador (de colorado, Jaka): 5-0, 5-2, 6-2, 6-4, 9-4, 9-7, 16-7,16-10, 17-10, 17-14, 21-14, 21-20 y 22-20.