La epopeya de los Pumas
El histórico triunfo ante los All Blacks confirma que la selección argentina ha conseguido recorrer con éxito el tortuoso camino hacia la élite del rugby mundial.
Sudáfrica, Australia, Inglaterra, Gales, Francia, Irlanda y ahora también Argentina. Esa es la escueta relación de países que han conseguido ganar a Nueva Zelanda en toda la historia del rugby internacional. Por eso el triunfo de los Pumas (15-25) el sábado en el Bankwest Stadium de Sídney, en la tercera fecha del Rugby Championship, sacudió el mundo del deporte.
Son muchos los datos que alimentan el fenómeno. Hasta ahora ambos equipos se habían medido un total de 29 veces, sin victorias albicelestes. Y los All Blacks, que no perdían dos partidos seguidos desde 2011 (cayeron también en el anterior ante Australia), eran el único equipo del Tier 1, el primer nivel de selecciones en el rugby, al que los argentinos no habían conseguido superar. El gran protagonista, el apertura Nico Sánchez, anotó los 25 puntos del combinado sudamericano. Solo el sudafricano Morne Steyn, con 31 en un enfrentamiento de 2009, y el francés Christophe Lamaison, con 28 en 1999 y 27 en el 2000, han anotado más en una única actuación ante los oceánicos.
Pero realmente esta victoria de los Pumas solo es una confirmación tangible más de lo que ya era evidente: que han conseguido transitar el tortuoso camino hacia la élite rugbística del mundo con éxito. Argentina apostó por la pelota ovalada y poco a poco fue rompiendo barreras. En 2012 el Tres Naciones de Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica se abrió a su entrada, convirtiéndose en Rugby Championship, y en 2016 colocaron su primera franquicia en el Super Rugby, los Jaguares, convertidos en base y campo de pruebas de la selección.
Antes de todo eso los grandes clubes europeos ya apostaban por el talento argentino (los Bosch, Creevy, Juan Martín Hernández o Pichot, de la generación anterior, y los Matera, Kremer, Cordero o el citado Nico Sánchez, todos titulares el sábado, de esta) y los Pumas le robaban algún titular al fútbol. Incluso se llegó a aplazar un River-Boca porque coincidía con un partido del Mundial de 2007, en el que asombraron al mundo dejando en la cuneta a Irlanda camino a sus primeras semifinales (repetirían en 2015) y tumbando a Francia en el choque por el tercer puesto.
Aunque Argentina todavía no se cuente entre las más grandes potencias de este deporte (sí que es uno de sus principales actores, ahí están las últimas elecciones de la Federación Internacional para demostrarlo) pasarán los años y victorias como esta, que aún tienen el poder de generar un terremoto en el Cono Sur, seguramente pierdan gran parte de su excepcionalidad. La epopeya dejará de serlo.