¿Qué fue de Paulo Roberto 'Maravilla', la leyenda que llevó el fútbol sala a otro nivel?
Se cumplen 15 años de la retirada del legendario jugador, que repasa en AS algunos capítulos de su trayectoria: su llegada, ElPozo, el Mundial, el interés del Atlético de Madrid...
“¿Qué cómo me gustaría que la gente me recuerde? Pues como lo que fui, ni más ni menos, un jugador guerrillero y protestón, pero diferente a los demás, que era capaz de dar la vuelta a un partido y levantar al público de sus asientos”, reflexiona Paulo Roberto Marqués Roris (Rio de Janeiro, 52 años), o como se le conoció cuando tenía un balón en los pies, Paulo Roberto ‘Maravilla’. Porque este brasileño que llegó por casualidad a España, la patria de su abuelo, pronto se convirtió en la referencia de un deporte que vivió su primera época dorada a finales del siglo XX y principio del XXI con él como estandarte.
Este 25 de junio, mientras la crisis sanitaria obliga a decidir la Liga sin público en las gradas, se cumplen 15 años del adiós de un Paulo Roberto que las llenaba todas. Aquel último partido de la final de 2005 fue, cómo no, ante Interviú, hoy Movistar. El último capítulo de la rivalidad que protagonizó ante el equipo madrileño (se marchó expulsado de aquel duelo) y que convirtió al enfrentamiento entre ambos en el hoy denominado clásico del fútbol sala español.
Los años no han borrado el recuerdo de los regates imposibles, los remates mágicos y los golazos de esta leyenda que abrazó la nacionalidad del país que le hizo ídolo y al que llevó, con la camiseta de la Selección, a conquistar su primer Mundial, del que se cumplen 20 años. Hoy, 15 años después de su último partido, repasa con AS algunos de los capítulos más relevantes de su carrera.
¡Qué campos tan grandes!
Su carrera en España comenzó en el desaparecido Marsanz de Torrejón por una casualidad. “Sí, en realidad querían a otro jugador brasileño que nunca vino, pero me recomendó. Yo ya era profesional en Brasil, había tenido un inicio muy rápido, quizá demasiado, era muy joven cuando me hice profesional”, cuenta. Lo cierto es que Paulo Roberto se plantó en Torrejón con la temporada empezada. “Era un equipo humilde. Destaqué desde el principio. En ese primer año ganamos la Copa ante Barça, Playas de Castellón e Interviú. Fue algo así como el triunfo del Jaén en la Copa de 2015. Una sorpresa. Derrotamos al Interviú en la final, con el que tendría una gran rivalidad toda mi carrera. De hecho, mi primer partido en España fue contra ellos en el Magariños. Era una cancha con un sonido y ambiente especial. Nos dieron una paliza”, recuerda.
Un detalle le llamó poderosamente la atención. “Los campos me parecían enormes. En Brasil las canchas entonces tenían 30 o 32 metros de largo y las de aquí, 40. Pero eso me benefició, porque tenía más espacios para regatear y desarrollar mi juego”. Eran tiempos en los que el fútbol sala español estaba por debajo del brasileño. Paulo Roberto aún pasaría por otro equipo, el Redislogar Cotransa, antes de llegar al lugar donde se convertiría en leyenda, ElPozo Murcia.
Un jugador con dos himnos
Eran tiempos en los que el fútbol sala ganaba una enorme relevancia, con partidos en directo en Antena 3 y con Paulo Roberto como la figura que, entre otros magníficos jugadores, brillaba con más fuerza y se convirtió, como llegó a decir Javier Lozano, presidente de la LNFS, en el mayor fenómeno de márketing de este deporte. “Creo que para esa fama también fue muy importante que me nacionalizara español y jugara con la Selección. En Murcia sí recuerdo que levantaba expectación, pero donde más notaba mi relevancia era en los pabellones rivales”, recuerda.
¿Pero por qué el posiblemente el mejor jugador de la época se hizo español y no jugó con la entonces mejor selección del planeta, Brasil, su país? “Hubo varias razones. La principal eran los lazos que me unían a este país. Mi abuelo era de Vigo, mi mujer es española… Pero también hubo una razón deportiva. Yo quería aspirar a lo máximo y me encontraba muy a gusto en España, y por entonces había una regla no escrita en la selección brasileña: sólo jugaban los futbolistas que permanecían en la liga del país. Los de fuera no existían”, explica.
Con la Selección conquistó dos Eurocopas, pero en el recuerdo de todos está que formó parte de aquella España que conquistó en Guatemala el primer Mundial hace 20 años, la primera estrella en el pecho de La Roja. Para Paulo Roberto, hubo dos momentos especiales. “Personalmente, aún se me ponen los vellos de punta con el momento de los himnos en la final ante Brasil. El himno de mi país de nacimiento y el de mi país de adopción sonaron uno detrás de otro. Ese recuerdo y lo que sentí no lo olvidaré nunca. El otro, lógicamente, fue el final del partido, el saber que éramos campeones del mundo y que habíamos hecho feliz a mucha gente”.
Su paso por el Atlético y el Olimpo del futsal
Tanta era su fama que llegó a probar con el Atlético de Madrid para dar el salto al fútbol 11. “Fue por medio de Petón. Iba a entrenar con el Atlético B y a jugar un torneo, y si todo iba bien haría la pretemporada con el primer equipo. Finalmente, hubo varios factores que no permitieron que aquello cuajase y se quedó en una simple anécdota”, dice con cierta pena. ¿Se le quedó una espina? “Hombre, me hubiese gustado porque soy muy del Atlético. De niño en Brasil soñaba con jugar en el Vasco de Gama. Atlético y Vasco están muy conectados y muchos jugadores del Vasco pasaron por el Atlético como Vavá, Donato…”.
Por fortuna para el fútbol sala, se quedó en el 40x20, donde aún hoy es considerado uno de los mejores jugadores de la historia, con un sitio en el Olimpo de este deporte, a la altura de Falcao o Ricardinho. “Mi estilo era diferente, a pesar de que ellos y yo regateábamos mucho. Pero las maniobras de Ricardinho y Falcao tienen como objetivo crear y generar juego. Yo sólo tenía la portería en la cabeza y mis regates tenían un único objetivo, el gol, aunque eso también me ayudara a dar muchas asistencias. Pero la finalidad era diferente”, explica el que llegara a ser cinco veces máximo goleador de la LNFS.
Youtube y los padres de sus jugadores
Paulo Roberto acabó su carrera con una Liga, cuatro Copas, 1 Supercopa, 1 Recopa, 2 Eurocopas, el Mundial… pero, más allá de por lo que ganó, se le recuerda como un mago, un jugador que llenaba pabellones o congregaba a la gente frente al televisor pendiente de su última virguería. “Sigo sintiendo el cariño de la gente. Ahora, con menos pelo y más tripita, hay veces que no me reconocen. Pero cuando escuchan mi nombre, enseguida me preguntan: ‘Oye, ¿no serás tú el Paulo Roberto del fútbol sala?".
Tras su retirada, fue director deportivo de ElPozo. En la actualidad sigue muy vinculado a su deporte, pero en otras facetas muy diferentes. Es director de promoción de Munich, “una marca que ahora tiene diferentes líneas de zapatillas, también casual, pero que fue la creadora del primer calzado específico para fútbol sala”. Por su trabajo, ve muchos partidos: “Ha llegado un momento en el que me da igual quien gane, porque tengo amigos en todos los clubes. Eso sí, mi corazoncito siempre será de ElPozo”.
También cuenta con una Academia de fútbol sala en Murcia en la que juegan 180 niños y él ejerce de entrenador. “Claro, los chavales no me han visto jugar. Ni siquiera mis hijos, que todos juegan. Hay casos de niños que llegan nuevos a la academia y el primer día me miran como un viejo que les entrena. Son los padres los que les hablan de mí y les ponen videos en Youtube. Al siguiente día de entrenamiento vienen y me preguntan: ‘¿Eres tú el de esos regates? ¿el de esos goles de vaselina que hay en internet?”. Imágenes que forman parte de la historia del deporte español y del legado de una leyenda, la de Paulo Roberto ‘Maravilla’.