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EUROPEO DE BUDAPEST

España iguala a Hungría y a los árbitros en un gran partido

La Selección masculina, que llegó a ir ganando 10-11 a falta de dos minutos, finalmente iguala a la anfitriona después de protestar numerosas decisiones arbitrales.

Actualizado a
Felipe Perrone.
LASZLO BALOGH

La Selección masculina igualó ante Hungría en el segundo partido de la fase de grupos del Europeo que se disputa en Budapest. Un 11-11 que refleja la competitividad del equipo de David Martín, que estuvo a un ataque de ganar a los magiares, que se juegan mucho más que los españoles en este torneo. Hungría compite en casa, en su magnífica piscina del Duna Arena, y además busca el billete olímpico porque aún no tiene garantizada su participación en Tokio 2020. Pese a ese contexto, España demostró que su nivel de waterpolo es, a día de hoy, capaz de tumbar a cualquier equipo.

Hungría empezó decidida a resolver el partido por la vía rápida, como hizo en el pasado Mundial de Gwangju. Desde la zona exterior, los magiares convertían sus superioridades ante un España algo gris en ataque. 4-2 se llegó al final del primer cuarto, solo con las ráfagas en ataque de Munarriz y Perrone, que empezó a demostrar que tenía la muñeca caliente. El hispanobrasileño siguió sacándose conejos de la chistera y, nada más empezar el segundo cuarto, anotó el 4-3.

Ya en ese momento, España entendió que el arbitraje sería también hostil. Un penalti a favor de Hungría provocó las primeras desavenencias. Martín protestó la decisión, mientras que el portero Dani López Pinedo fue excluido por lo mismo. Munarriz, que es jugador, tuvo que ponerse de portero. Según el reglamento, un jugador solo puede utilizar un brazo para tocar el balón. Por extraño que pareciese, el navarro lo detuvo. Un punto de inflexión para una España que demostró su carácter y su falta de complejos.

Con esa adrenalina en el cuerpo, López-Pinedo empezó a detener lanzamientos y un oportunista tanto de Adrià Delgado, debutante, colocó el 5-4 al descanso. Los gritos de "Hungría, Hungría" resonaron en el sonoro Duna Arena, pero España, medallista en los dos últimos campeonatos, ni se inmutó ante la presión.

Con el intercambio de goles se llegó al 8-6. Habían aparecido Larumbe y Granados, pero Perrone protagonizó tres minutos de magia para igualar el encuentro. Primero, definiendo un ataque en superioridad y, segundo, asistiendo a Fernández cuando expiraba el tercer cuarto. Un gol al filo de la navaja, solo para expertos en controlar el tiempo como el jugador del Atlètic-Barceloneta.

Más cómoda, acertada en las superioridades, España se puso por delante en tres ocasiones. Primero con el descarado Granados (8-9), luego con gol del zurdo Mallarach (9-10) y finalmente de nuevo con Perrone a los mandos (10-11). Acariciendo la victoria, cuando el encuentro expiraba y España disponía de una penúltima posesión, los árbitros señalaron falta en ataque y los húngaros igualaron. David Martín sonreía a los colegiados en el banquillo. Seguro que también interiormente. Lejos de asustarse, España jugó un gran partido y demostró que, hoy por hoy, es un hueso duro de roer. El sábado pelearán por ser primeros de grupo y evitar los octavos de final.