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Por qué las conmociones cerebrales son el terror de la NFL

Aunque es los últimos años se han reducido por la estrategia de control de la NFL, las conmociones suponen el mayor peligro del fútbol americano.

Por qué las conmociones cerebrales son el terror de la NFL

El football americano es para muchos algo más que un deporte; es una batalla campal, un heredero directo del circo romano. Y no es casualidad que los jugadores hayan sido comparados desde siempre con los antiguos gladiadores, insensatos que saltaban a la arena, y ahora a un emparrillado, a jugarse la vida. Durante años ese fue uno de los argumentos publicitarios de la NFL, que exhibía los golpes y la violencia del juego como un reclamo para el público.

Sin embargo, en los últimos años el guion ha girado 180 grados. Fundamentalmente porque los avances médicos han demostrado que las secuelas de los golpes en la cabeza que los jugadores reciben partido tras partido tienen, en un alto porcentaje de casos, graves secuelas futuras con enfermedades degenerativas del cerebro que afectan gravemente a la calidad de vida de los afectados y puede acarrear demencia y la muerte.

Por eso, la NFL lleva todo el siglo XXI empeñada en la cruzada de evitar los golpes casco contra casco a toda costa. Cada año realiza modificaciones en el reglamento para evitar ese tipo de impactos. Y no solo lo ha hecho en los partidos, también en los entrenamientos limitando las prácticas con contacto y prohibiendo algunos ejercicios que podrían ser peligrosos. Además, los controles sobre las conmociones son exhaustivos durante los mismos partidos. Si hasta hace no mucho un jugador conmocionado intentaba ocultar la lesión y saltaba al campo casi de inmediato, ahora existe un protocolo de conmociones que obliga a los jugadores a pasar un duro examen médico antes de recibir permiso para volver al césped.

Otro de los problemas es la dureza de los cascos, que daban a los jugadores una falsa sensación de seguridad, e incluso les animaban a usar la cabeza como ariete. Por eso, en los últimos años la NFL ha invertido millones en la investigación y el desarrollo de nuevas protecciones que reduzcan el impacto de los golpes en el cerebro. Cada año llegan nuevos modelos de cascos y la liga aumenta la lista de los que no pueden usarse por haberse quedado obsoletos.

Es una batalla complicada, porque el football americano es un deporte de contacto, en muchos casos violento, y los golpes son inevitables porque forman parte de la esencia del juego, pero poco a poco parece que la NFL la está ganando. Cada año se reducen los casos de conmociones y, dentro de lo que cabe, el deporte parece un poquito más seguro.