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WATERPOLO | GWANGJU 2019

España derrite a Serbia y estará en semifinales 10 años después

Con un majestuoso López-Pinedo y un ataque variado y efectivo, la Selección masculina tumbó a la campeona de Europa y peleará por las medallas el jueves.

Corea del Sur
España, en un tiempo muerto.
ANTONIO BAT

David Martín quería que jugar ante España fuera un infierno para los rivales y en ese fuego se derritió Serbia, la actual campeona de Europa y de la Liga Mundial (12-9). La Selección masculina de waterpolo se mete en las semifinales del Mundial de Gwangju por segundo gran torneo consecutivo y después de una década de caer en cuartos de final, una señal de las posibilidades de una generación joven y con un techo aún inimaginable. El duelo será ante Croacia (jueves, 10:00, hora peninsular española), el coco, el campeón del mundo y olímpico en 2012. En juego, la final y la clasificación para Tokio 2020 (en la otra semifinal chocan el jueves a las 11:30, Hungría e Italia).

Sujetados por un Dani López Pinedo colosal, un pulpo en la portería, y por una defensa de boya eficiente, la Selección fue un ciclón en los dos primeros parciales. Dejar a Serbia con solo tres goles a favor es una heroicidad, por mucho que su seleccionador Dejan Savic haya dejado a seis titulares en su país al tener ya el pase olímpico en el bosillo. A los balcánicos se les notó la falta de experiencia y de oficio, pero mantienen el talento fruto de un país con una arraigada cultura waterpolística.

Fran Fernánez, el velocista español, abrió la lata de manera sorpresiva (1-0) y siguió Granados con un gol marca de la casa (2-1), a lo que respondió Rasovic aprovechando una superioridad (2-1). Los mejores minutos españoles estaban a punto de llegar, un colchón sobre el que se asentaron los sueños de llegar a semifinales. Tahull, un boya habilidoso, puso el 4-1 con dos recepciones en la boya y dos magníficas finalizaciones, muestra que la mañana vale más que la fuerza incluso en un deporte de tanto contacto.

El arrojo español no se detuvo. De la habilidad de Tahull al lanzamiento de Munarriz, un auténtico misil a la línea de flotación serbia. Sus dos lanzamientos sorprendieron al portero, como el palmeo de Larumbe para convertir un 7-3 que se antojaba definitivo ante cualquier rival, menos ante Serbia. Los españoles no podían bajar el pistón en defensa, de lo contrario le darían alas a un equipo con un instinto fuera de la común, y sobre todo sujetaron a Mandic. Esta fue la consigna. El jugador serbio no pudo lanzar.

Pero esa competitividad serbia se mostró en el tercer parcial. Se llegó con 10-7 y Serbia tuvo posesiones para ponerse a dos goles, aunque de nuevo López-Pinedo y la defensa fueron clave. Los balcánicos solamente encontraban en Rasovic el gol, mientras que España halló petróleo en las manos de Del Toro, en un reverso en la posición de boya al más puro pivot de la NBA, Mallarach y Barroso. Los rebotes acompañaron a España, así como las exclusiones, y en ese baile Fernánez hizo un 11-7 que parecía cuanto menos definitivo. Quedaban dos minutos y Serbia solo había logrado acercarse a tres goles. El partido estaba sentenciado cuando sonó la bocina y España explotó de rabia y de ilusión. Son los reyes en el infierno que proponen sobre el agua de Gwangju.