Mireia, Ona y un waterpolo en auge, las opciones en Gwangju
La badalonesa es una incógnita y solo está en el top-8 del año en los 400 estilos, la solista de sincro aspira a dos medallas y el waterpolo, a repetir el podio del Europeo.
El tiempo no pasa para nadie y menos para los deportistas, cuya carrera en la elite no se prolonga más de una década en deportes tan exigentes como los acuáticos. Siempre hay excepciones, como es el caso de Mireia Belmonte y Ona Carbonell. Ambas llevan desde 2008 ganando medallas y, a las puertas de la treintena (son nacidas en 1990), siguen siendo las iconos de la natación y la sincronizada (ahora natación artística) españolas, opciones de medalla en el Mundial de Gwangju que arrancó este viernes.
Mireia es una incógnita, aunque a su favor corre la fiabilidad en las grandes competiciones desde que en los Juegos de Londres 2012 se subiera al podio. Llega a Gwangju en “buen estado de forma”, según su técnico Fred Vergnoux, aunque solo ha conseguido colarse en el top-8 de los 400 estilos esta temporada, con el cuarto mejor registro. En 2018 pasó seis meses desconectada, debido a problemas de salud y a liberaciones mentales, un proceso necesario en cualquier deportista. La badalonesa lidera una natación en la que Jessica Vall y Marina García en la braza y Joan Lluís Pons en los 400 estilos cuentan con probabilidades de nadar la final. Hugo González y África Zamorano, medallistas mundiales júniors, esperan escalar un peldaño.
Ona Carbonell también puede hablar del reposo necesario de Mireia. Ella decidió tomarse un 2018 prácticamente sabático, dejando a un lado la fiereza de la natación artística para probar suerte en la televisión (ganó Masterchef Celebrity), por lo que renunció al Europeo. Llega nuevamente conectada e innovadora. La solista sabe que apura los últimos campeonatos de su carrera, y aspira a medallas en las pruebas de solo. Además, competirá en el dúo y el equipo libre, así como el highlight. Si sube al podio, se convertirá en la nadadora con más medallas en Mundiales. Un dato que esconde su grandeza.
A los nombres propios se le suma el deporte de equipo, quizás el más apasionante e igualado de estos Mundiales, que además se enfrenta a un cambio de normativa que puede trastocar las jerarquías. España, desde 1980, siempre ha sido una potencia del waterpolo, con sus habituales toboganes generacionales. Pero ahora nuevamente el equipo masculino mete miedo, tras su plata en el Europeo de Barcelona, y las chicas de Miki Oca se van renovando sin perder caché. Ambos aspiran a los podios. Los cruces de cuartos de final, de nuevo, la gran batalla por las medallas y por obtener el billete para los Juegos de Tokio 2020.
En las disciplina restantes, Paula Ruiz y Alberto Martínez son los favoritos para obtener el billete olímpico en la prueba de 10 kilómetros. Para ello deben quedar entre los diez primeros. Al margen de ambos, María de Valdés, María Vilas, Guillem Pujol y Raúl Santiago intentarán también ese propósito en las pruebas de 5, 10 y 25. Nicolás García Boisser y Adriàn Abadia siguen acumulando experiencia en la prueba de saltos, mientras que Celia Fernández debuta en los saltos de gran altura.