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'Titi': de saltar la valla de Melilla a debutar con los Leones

Tras saltar la valla de Melilla en 2014 para entrar en España, el camerunés Thierry Feuteu cumplirá un sueño: jugar con la Selección española.

'Titi': de saltar la valla de Melilla a debutar con los Leones
RAFA APARICIODIARIO AS

El pasado día 3 de marzo Thierry Feuteu cumplió un sueño. Ese día el seleccionador nacional de rugby, Santiago Santos, confirmó que entraba en la lista de los Leones para el último partido del Seis Naciones B, este domingo en Colonia ante Alemania.

Para Feuteu es el final soñado a un periplo que arranca hace 23 años en Camerún. Allí nació Titi, como le conocen, y allí se enamoró del rugby. "En Camerún lo normal es que los niños quieran jugar al fútbol, pero para eso hay que pagar una escuela. Hubo un momento en que mis padres ya no podían y un amigo del colegio me llevó a probar en su equipo de rugby. De pequeño ya era muy bruto y encima podía jugar gratis, así que me gustó", cuenta a As este aventurero del oval, quien, alentado por otro allegado que le dibujó un panorama con clubes más competitivos y mejores oportunidades, decidió probar suerte en Marruecos.

Al llegar, sin embargo, se encontró con que su amigo buscaba una ocasión para saltar la valla que separa Melilla del resto de África. "Decidí hacer lo mismo. Pasamos un tiempo en el Monte Gurugú hasta que conseguimos cruzar al otro lado", relata con naturalidad. Ya en España le internaron en un CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes). A los cuatro meses se fue a Málaga y desde allí se trasladó a Miraflores de la Sierra, en Madrid, donde le acogió la ONG Movimiento por la Paz.

Mathieu Belie, en el polo opuesto

Si Feuteu debutará con España ante la dificultad de hacerlo con su país de nacimiento, Mathieu Belie se encuentra en una situación diametralmente opuesta: no puede jugar ni con Francia, donde nació, ni con España, que le adoptó. El motivo de que sea un apátrida deportivo es que World Rugby consideró su nacionalización irregular por haber participado en su día con la Sub-20 francesa. Una decisión polémica que además supuso la descalificación de España del clasificatorio para el Mundial de este verano en Japón. Belie considera su situación "injusta" y ha llevado a la Federación Francesa, que aprobó su nacionalización por parte de la Española, a los tribunales de su país. Pase lo que pase, a sus 31 años es complicado que vuelva a lucir el escudo de los Leones. Su último partido sería la debacle de Bruselas, en 2018, tras la cual quedó sancionado por increpar al árbitro rumano Vlad Iordachescu. El domingo regresó a España, al palco del Central. "Llegaré hasta el final, por principios", aseguró a As.

Fue entonces cuando retomó el rugby. Comenzó con el Rugby League (13 jugadores por conjunto, en vez de los 15 del Rugby Union), se hizo pasar por estudiante para meterse en la liga universitaria y, tras fichar también por los Barbarians y el Majadahonda, en el que le acogieron "muy bien" y le dieron "ropa, zapatillas y comida", pero no pudieron ayudarle con los papeles, un compañero firmó por el Alcobendas y se marchó con él a realizar las pruebas. Convenció a Tiki Inchausti, entrenador del primer equipo, y entró en la plantilla del club del norte de Madrid.

Empezó de segunda o de tercera línea, pero Inchausti le veía más futuro en la primera: "Hubo un tiempo en que era la guerra con él, porque yo no deseaba ese puesto. No obstante, este año he cogido más ritmo y ahora me gusta". Con trabajo, se ha ganado que Santi Santos le eche el guante. "Tenía claro que, si me llamaban, sería un honor defender a España. Cuando me dijeron que tenía los papeles en regla y que iba a entrar en la lista contra Alemania se me puso la piel de gallina", confiesa, y se acelera al contarlo: "Llamé a mi familia, y mi padre está contentísimo de que consiga cumplir mi sueño".

Pese a la emoción, Feuteu sabe lo caro que está entrar en el XV a día de hoy: "Hasta que no me vea con la camiseta en el campo no me lo voy a creer". Porque "saltar la valla y acabar jugando con España" es algo que le parecía "imposible".