¿Qué es la nueva Liga Mundial de rugby que jugaría España?
World Rugby lanzó un comunicado este miércoles en el que se esboza el nuevo formato, que se debatirá el 14 de marzo. El 6 Naciones y el Championship podrían abrirse a ascensos y descensos, pero no directos.
La Liga Mundial de rugby comienza a tomar forma más allá de la cabeza de Agustín Pichot, vicepresidente de World Rugby e ideólogo de una competición que aspira a democratizar el deporte del oval, cuyo formato concretó este miércoles en un comunicado oficial la Federación Internacional.
Esa Liga Mundial constaría de tres divisiones y dos conferencias: la Europea y la del Resto del Mundo. En primera estarían los equipos Seis Naciones, en caso de la conferencia europea, y los del Rugby Championship más Fiyi y Japón, equipos de Tier 2 que se añadirían a dicha competición, en el caso de la otra. El segundo escalón lo formarían el resto de equipos Tier 2, con Rumanía, Georgia, Rusia, España, Portugal y Bélgica, que forman el Seis Naciones B (excepto Portugal, que sustituye a Alemania), por parte europea, y Tonga, EEUU, Samoa, Uruguay, Hong Kong y Namibia, por parte del resto. La tercera división quedaría integrada por 16 equipos pertenecientes al resto de niveles del rugby mundial en cada conferencia, divididos en cuatro grupos de cuatro.
La competición arrancaría en 2022 y tendría el siguiente sistema: se jugaría en dos de los cuatro años que dura un ciclo mundialista (nunca en los que se juega el Mundial y una versión reducida los que haya gira de los British & Irish Lions) y cada equipo disputaría un partido contra los once restantes de su división, ya sea fuera o en casa, en el caso de las dos primeras. A efectos de la primera, contarían los partidos del Seis Naciones y Rugby Championship; a efectos de la segunda, se entiende que también los del Seis Naciones B, el Pacific Nations y el America Championship. El resto de partidos entre equipos de distintas conferencias se jugarían entre julio y noviembre y después habría unas semifinales cruzadas entre los dos primeros de cada conferencia y una final que determinaría al ganador de cada división.
Hasta ahí todo bien, pero hay una característica de esta nueva competición que ha levantado ampollas entre la oligarquía oval: que Pichot pretende basarla en la meritocracia y, por tanto, que esté abierta a ascensos y descensos. En resumen, está sobre la mesa que el Seis Naciones y el Rugby Championship dejen de ser torneos inviolables y sus equipos se sometan a la posibilidad de quedarse fuera de la fiesta algún año.
Con reservas claro, pues esos ascensos y descensos en ningún caso serían directos, demasiado para el chovinismo de los padres fundadores y sus amigos del sur. Lo que se haría sería introducir una promoción entre el último de la primera división y el primero de la segunda. En ese escenario España, entre otros, aspiraría a jugar algún día el Seis Naciones.
Pero es un escenario muy poco probable dado que tiene que ser aprobado por los países miembros de dicho torneo, que se reunirán con sus homólogos del Rugby Championship y representantes de World Rugby, como anunció su presidente Bill Beaumont, el próximo 14 de marzo para discutir la idea. Otra posibilidad sería que esos ascensos y descensos no vincularan a los dos torneos que World Rugby considera en su comunicado "las joyas de la corona del calendario" y que los sigan formando los mismos equipos independientemente de la división en la que jueguen en la Liga Mundial, lo que seguiría favoreciendo el objetivo de que los países menores tengan más partidos contra rivales de primer nivel (en algunos casos, directamente que tengan alguno). Y una última, que no haya ascensos ni descensos, lo que sería de facto mantener el statu quo pero maquillándolo.
Prueba de que los poderosos no darán su brazo a torcer fácilmente es que estos días se ha filtrado que la competición que finalmente pretendía alumbrar World Rugby sería cerrada, lo que soliviantó a varios países del Tier 2, entre ellos Georgia, que por su crecimiento exponencial desde el último Mundial tiene apalabrado con la internacional aumentar su volumen de partidos con rivales del máximo nivel a partir de la próxima cita mundialista y sólo ve beneficio en esta competición si se hace abierta, como promueve Pichot, que tuvo que salir en Twitter a desmentir su inclinación por esa versión.
El argentino tiene el objetivo claro de hacer crecer este deporte más allá de los países tradicionales, pero se muestra escéptico: "Nada está cerrado y dudo que se cierre, pero no será por la voluntad de los que queremos que el juego crezca globalmente", escribió en uno de sus tweets. El 14 de marzo sabremos en qué dirección avanza su idea.