El 4x400 de España tiene su secreto en el compromiso
Lucas Búa tenía un dedo del pie hinchado, con un vendaje aparatoso tras tres carreras individuales de 400 que habían dejado fundido al organismo, pero al día siguiente no tuvo dudas en alinearse con el equipo de 4x400. "Tomé ibuprofeno y punto, para estas cosas hay que estar", decía el toledano, que en la tercera posta adelantó al belga Jonathan Borlée y dio un paso decisivo para la consecución de la plata europea.
El compromiso de Búa es el reflejo del espíritu que ha tratado de inculcar Toni Puig, el jefe de este equipo que parecía llegar mermado a Glasgow sin Hortelano ni Samu García, pero que encontró dos nuevos valores en Manu Guijarro y Bernat, que se unieron a Búa y Husillos. "Lo bueno del 400 español es que está ganando una gran profundidad, se pone de moda y cada vez hay más especialistas".
Puig relata que el 4x400 tiene muy trabajado "el espíritu de equipo": "La implicación de los chicos es total, pero ese aspecto de bloque lo trabajamos mucho. Con concentraciones en la que vamos cambiando los compañeros de habitación, comemos todo juntos...".
Y allí, chavales como Erta, Guijarro o Porras aprenden de Hortelano, Husillos, Búa, Samu, atletas más experimentados y muy comprometidos en un círculo virtuoso que empieza a dar resultados como el quinto puesto mundial de Londres 2017, el bronce europeo al aire libre y esta plata continental bajo techo. "En muchos países ya nos preguntan por la forma de trabajar del relevo". El truco es hacer piña.