Mikkel Hansen envía a Francia a luchar por el tercer puesto
Una docena de goles del danés marcan las diferencias entre el campeón olímpico y que defendía el título mundial
Francia sufrió ante Brasil, y para arreglarlo Dinart recuperó a Nikola Karabatic; luego empató ante Alemania, y bueno, se disculpó porque los alemanes se jugaban la vida; y hace dos días cayó ante Croacia, y se entendió que era una derrota por falta de intensidad porque los franceses estaban ya clasificados. Error. Lo cierto y verdad es que esta Francia no es ni de lejos la que ha ganando cuatro de los últimos cinco mundiales, y que en el sexto tendrá que luchar por el bronce el domingo porque en la semifinal Dinamarca la ha humillado con ese 38-30 (21-15) frustrante.
Dinamarca confió en su estrella, Mikkel Hansen, que lleva años queriendo demostrar que es capaz de ser un líder sólido. En Hamburgo, a menos de dos horas del país danés, lo ha sido: una docena de goles de quince lanzamientos (4 de siete metros), asistencias, y siempre generando peligro y manteniendo a la defensa en tensión. El cañonero lo ha sido más que nunca para meterse a su país en la cuarta final, que aún no ha ganado.
Francia, ante ese torbellino que le venía encima, ha estado durante la mayor parte del encuentro sin respuestas de ningún tipo: su defensa estaba metida en los seis metros, y los daneses tenían metros para lanzar, totalmente solos. La portería gala ni tocaba ni veía los balones: Gerard, 0 de 16 en paradas; Dumoulin, 4 de 24.. Y se fue haciendo pequeña. Sin nada qué ofrecer.
Y en la segunda parte, igual. Karabatic, el líder, ya se ve que a este nivel no gana batallas con el nombre. Su aportación fue inútil para el equipo y para grandeza, y sólo Melvyn Richardson a la desesperada (6 goles) tuvo una aportación de ayuda, también el central Mahe (8 goles), como Melvyn con dos goles de penaltis.
En el minuto 44 aquello ya estaba decantado (31-21), y el campeón olímpico por fin arrollaba al campeón del mundo. Que se quedase todo en 38-30 fue casi un regalo danés para no hacer más sangre que la justa. Francia lloraba su derrota ante Croacia, que fue el momento en que firmó su sentencia, porque en este momento señalaba a Dinamarca como rival.