Alguna maldición persigue a los Ibar del caserío Urtain
El abuelo José murió en un bar aplastado por una apuesta (1960), el tío boxeador se suicidó en Madrid (1992) y el nieto Pablo tiene un futuro gris
Urtain es el nombre de un caserío de Cestona (Guipúzcoa), la casa de los Ibar, una familia tocada por la desgracia a lo largo de tres de las cuatro últimas generaciones. El abuelo, José Ibar, murió en de 1960 víctima de un desafío personal: posiblemente aquella noche la bebida le confundiese y lanzó un reto a que era capaz de soportar que saltasen sobre su estómago TODOS los presentes. Falleció allí mismo, tras aguantar el peso de catorce parroquianos; el quince le mató.
En 1992, el más famoso de la familia, José Manuel Ibar, el primogénito de José, un levantador de piedras descomunal y luego campeón de Europa de boxeo en los grandes pesos, el primer español en cobrar un millón de pesetas por combate, se suicidó en Madrid tras tirarse de un décimo piso. Héroe de tantos en los setenta, no soportó la presión de las deudas tras fracasar en su vida personal y en los negocios.
Uno de los ochos hermanos de José Manuel, Cándido, emigró a Estados Unidos en 1968 como pelotari, el mismo año que el mayor dejó las moles de piedra para meterse en el cuadrilatero. Hizo dinero en los frontones de Miami y de Connecticut, pero se arruinó con un restaurante lo que le obligó a volver al frontón casi hasta los cincuenta, y acabó de ebanista en una empresa de Georgia con su segunda mujer, con la que tiene dos hijos. Con los setenta cumplidos, lucha ahora por evitar que su hijo Pablo, el mayor de los otros dos hijos que tuvo con su primera esposa, cubana, ya fallecida, muera sentenciado por un presunto triple homicidio.