"Es la hora del adiós, el cuerpo ya no me responde"
Nuria Fernández, madrileña de 42 años y ganadora de dos títulos europeos, reconoce también sentirse menospreciada por sus compañeros con motivo de la Operación Galgo.
Nuria Fernández, madrileña de 42 años nacida en Lucerna (Suiza), donde residían sus padres emigrantes, colgará las zapatillas este lunes en la San Silvestre Vallecana después de haber ganado dos títulos europeos de 1.500 metros y haber vivido también la amargura de sentirse despreciada por algunos compañeros con motivo de la Operación Galgo.
"Me ha llegado la hora. El cuerpo ya no me responde, he llegado a mis límites, y para retirarme qué mejor que la San Silvestre Vallecana, una carrera que ha sido muy importante en mi vida, con mi gente, en mi ciudad, y en la que he sido dos veces subcampeona", comentó a EFE la mediofondista.
Al cabo de tantos años, la actual plusmarquista española de la milla (4:21.13) recuerda bien cuando se inició en el atletismo. "Fue en el colegio 7 de Diciembre de Torrejón de Ardoz. Hacían una especie de Olimpiadas y ahí empecé con 9 años. Hacíamos de todo, pero yo destacaba en la carrera".
Ahora se va en posesión del récord de España de 1.500 bajo techo (4:01.77), cinco títulos nacionales de 800 -dos en sala, tres al aire libre-, cuatro de 1.500 (dos de ellos en pista cubierta), tres de 3.000 en sala y uno de 5.000 metros. Además de sus medallas europeas, fue cuarta en el Mundial de Berlín 2009, tras la descalificación de la ganadora, la tarraconense Natalia Rodríguez, por obstruir a la etíope Gelete Burka.
Nuria alcanzó la cumbre de su carrera el 1 de agosto de 2010 en los Europeos de Barcelona, cuando se coronó campeona de 1.500 y llegó a sentirse en plenitud física, mental y táctica.
"Me encontré fenomenal, feliz, como si todos los astros se hubieran alineado a mi favor. Eso es muy difícil, porque muchas veces estás bien y una mala táctica, una que corre más que tú, te estropean el gran día. Tuve una sensaciones buenísimas durante la carrera, vi el hueco, fue el momento de mi vida. Pensaba muy ágil y supe esperar, hacer una carrera sencilla, sin complicarme la vida. Veía las cosas muy claras, como si fuera superdotada", recuerda.
No fue la única ocasión en que experimentó esas sensaciones. "También me sucedió algo parecido cuando conseguí la plata europea en pista cubierta (París 2011) o cuando quedé campeona de España de cross (2011 y 2013), pero el de Barcelona fue mi momento, porque fue, además, después de ser madre (de la primera de sus tres hijas, Candela, ahora de 10 años), cuando nadie confiaba en mí".
Su gran éxito llegó cuando nadie lo esperaba. "Iba en contra de todo mi entorno, incluso de mi entrenador. Me decían: tú estás loca, así que conseguir una medalla internacional, algo que no había logrado nunca, para mí fue increíble".
Operada de menisco en el invierno de 2012, Nuria revalidó su título en agosto de 2012 en Helsinki, pese a haber terminado sexta en la final. No solo Asli Cakir Alptekin y Gamze Bulut, que dieron un efímero doblete a Turquía, sino también la ucraniana Anna Mishchenko y las rusas Yekaterina Ishova y Kristina Ugarova fueron descalificadas por dopaje.
Paradójicamnte, el momento más amargo de su vida deportiva llegó el mismo año de su primer gran éxito, con motivo de la Operación Galgo contra el dopaje, a finales de 2010. Algunos medios implicaron a Nuria en la trama pero nunca se pudo probar nada contra ella y siguió compitiendo con normalidad hasta ahora. Se sintió "prejuzgada" y reclamó, inútilmente, "respeto".
"Ahora lo veo de otra manera. Fue un momento muy duro. Sobre todo me afectó mucho ver las reacciones de algunos compañeros del deporte a los que consideraba amigos, pero los deportistas tenemos resiliencia y pude superar aquello. Fui de las únicas que estuve ahí otra vez, compitiendo al mismo nivel, pero fue durísimo, qué días más malos", confiesa.
"Me hicieron mucho vacío, también en la selección -añadió-, pero se aprende mucho de los momentos duros. Sentía impotencia porque los medios de comunicación son tan fuertes, y yo me decía: qué hago yo. Me sentí muy impotente, la verdad".
Nuria se siente muy agradecida al atletismo. "Soy como soy gracias al atletismo. Soy una mujer mucho más fuerte y segura gracias al deporte, con buena autoestima, no me dan miedo las cosas. Esos miedos que a veces nos paralizan los he superado gracias al deporte. Hay que hacerlo siempre. Dejo el de alta competición porque el cuerpo ya no me responde pero voy a seguir practicándolo, es necesario para la vida".
Considera que ha roto "la barrera de la edad", compitiendo a buen nivel después de cumplir los 40. "Cuando conseguí el oro europeo con 33 años ya me consideraban vieja. Y también estoy orgullosa de haber podido demostrar que se puede después de haber sido madre".
"¿Mis hijas? Que hagan lo que las haga felices. Candela, la mayor, quiere ser Usain Bolt, pero jugando, que es lo que tiene que hacer ahora. Yo a su edad ganaba a las mayores, tenía talento. Que sean lo que quieran, pero que sean felices", apuntó.
Cuando repasa su trayectoria atlética siente que el sacrificio ha merecido la pena. "Volvería a repetir mi vida deportiva, porque es una satisfacción tan grande cuando consigues las cosas. He vivido momentos muy buenos y ahora tengo la oportunidad de despedirme en la San Silvestre, corriendo con los mejores del mundo en la mejor carrera del mundo. No quiero llegar a meta. Voy a flipar".
Su futuro laboral continúa ligado al atletismo. "He formado un club en Torres de la Alameda y trabajo con niños y mayores en la escuela municipal, introduciendo a las mujeres en el deporte para que tengan más calidad de vida. Estoy transmitiendo lo que he vivido. ¿Me voy a quedar en casa?".