MONTAÑISMO
Pasaban: “Volví al Himalaya por la igualdad de las nepalís”
Edurne Pasaban ascendió el Saipal (7.031 m) en una misión solidaria que relata en As. La guipuzcoana, de 45 años, regresó con un proyecto solidario.
Edurne Pasaban se convirtió en 2010 en la primera mujer en conquistar los 14 ochomiles en la cima del Shisha Pangma (8.027 metros). Desde 2011, en su intento por hollar el Everest (8.848 m) sin la ayuda de oxígeno artificial, no había vuelto a las grandes cumbres del Himalaya. “Y si regresaba debía ser por una buena causa, no sólo por el nivel deportivo, sino también por una implicación social”, comenta a As la guipuzcoana, de 45 años. Así que regresó con un proyecto solidario: “La Misión Saipal, para dar a conocer y procurar mejorar las terribles condiciones en las que viven las mujeres de Bajhang (uno de los 77 distritos de Nepal, en la región casi virgen de Far West)”.
Pasaban forjó la iniciativa junto a Bhojraj Bhat, director de cine nepalí, quien grabó la película Sunakali sobre un equipo de fútbol de chicas de su país. Bhat acudió a San Sebastián con motivo de la Donosti Cup, y allí se reunieron: “Para la Misión Saipal necesitaban a una mujer alpinista que liderara la expedición. Bhojraj me lo planteó y yo accedí”. La vasca ya sabía del “trato discriminatorio y vejatorio” que sufren las mujeres de Nepal de anteriores viajes. “A cualquier mujer se le considera impura desde su primera menstruación. Por eso deseábamos poner en valor su papel en una sociedad de costumbres retrógradas”.
Ritos. Como el rito del chaupadi: “Se les expulsa de su hogar cuando tienen la regla. No se les puede tocar, ni te pueden tocar. Deben marcharse fuera de casa, a una chabola en la que comen con platos y cubiertos que no utilizará nadie más. No pueden cocinar, ni recoger alimentos. A veces meten a cuatro o a cinco chicas en esas construcciones. Hacen fuego para calentarse y algunas mueren asfixiadas. Otras duermen a la intemperie, expuestas a merced de los depredadores, y después les mandan a lavarse a los ríos en los que se mueven los animales, lejos del resto de las personas”. Pese a que el Gobierno nepalí prohibió esta “deplorable” tradición, aún existe. “De igual manera, lo normal es que a los 14 se les obligue a casarse con alguien desconocido, y a los 15 estén embarazadas. Y si traen a una niña en vez de a un niño, se divorcian de ellas. Me dijeron afortunada únicamente por ser madre de un pequeño (Max). La mujer no vale nada”.
Mediante un llamamiento a través de la radio del valle, la Misión Saipal buscaba a chicas que quisieran ascender la montaña de 7.031 metros… y formarse como futuras guías de trekking. Al principio se apuntaron 15, la nómina se redujo a seis y finalmente quedaron Sangita Rokaya, Saraswati Thapa, Pabitra Bohora y Laxmi Budha, cuatro jóvenes de 19 a 26 años, porque a las otras dos les forzaron a que contrajeran matrimonio: “No sólo pretendíamos otorgarles un rol de empoderamiento, sino demostrar de lo que son capaces y que no suponen un peligro para su pueblo”. Según las creencias locales y la mitología hindú, el Saipal es el hogar de Vishnu, el dios guardián de la salvación. “Las mujeres, impuras, no pueden ni acercarse a las moradas de los dioses. De ahí el simbolismo de nuestro proyecto: no ocurrió nada malo, y nuestras cuatro aventureras probaron su fortaleza y su coraje”.
Problemas. Eso sí, se encontraron con oposición: “Aparte de los dos casamientos concertados, un hombre borracho nos insultó y nos agredió. Le encerraron, y resulta que se trataba del maestro de una escuela. ¿Qué tipo de educación ofrece alguien así? Otros nos incomodaron con comentarios y algunos más nos entorpecieron. Nadie desea que se rompa de raíz con todas las tradiciones de Nepal, pero sí se debe enseñar o explicar lo que no se sabe o no se ha contado”. Y Pasaban insiste en su idea: “Aunque considero a las mujeres nepalís el mejor agente para llevar a cabo un cambio social, antes han de cambiar ellas mismas. La expedición pretendía cambiar a estas cuatro chicas para que luego ayuden a muchas más. Creo que hemos puesto un sólido primer escalón, pero les faltan muchísimos más por delante”.
De momento, contacta diariamente con Sangita, Saraswati, Pabitra y Laxmi para asesorarles en su afán por montar la primera agencia femenina de trekking, en un territorio desconocido para el turismo y hostil con las mujeres.
Edurne colabora con los desfavorecidos
Edurne Pasaban es licenciada en Ingeniería Industrial por la Universidad del País Vasco. Antes de dedicarse a la montaña trabajó en la empresa familiar, Pasaban SA, que elabora cortadoras y bobinadoras de papel, y fundó un negocio: un hotel rural con restaurante, Abeletxe. Ahora ofrece conferencias sobre motivación y liderazgo, ejerce de profesora adjunta en una escuela de negocio del Instituto de Empresa y tiene una agencia de viajes de trekking. En 2010 creó su fundación, Montañeros para el Himalaya.
A través de esta institución se financian proyectos relacionados con la educación elemental de los menores huérfanos o más desfavorecidos de las cordilleras del Himalaya y del Karakórum. Con cada estudiante colabora un padrino, que se compromete a pagarle su educación básica durante seis años, con la posibilidad de un segundo periodo de otros seis años de secundaria. Pasaban ha dado un paso más con la Misión Saipal y su ayuda a las mujeres nepalís: “Se trata de intentar devolver un poco de lo recibido”.