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WATERPOLO

"Jugar con Italia no es una traición, es una oportunidad"

Este jueves, el único campeón del mundo con España que sigue en activo, Guillermo Molina, jugará con Italia ante su país (22:00). El ceutí reflexiona en AS.

Willy Molina.
Gorka Leiza

¿Se imaginaba de niño en Ceuta acabar jugando con Italia?

Ni mucho menos. Veía por la televisión a Chava, Rollán, Estiarte… Y eran superhéroes. Quería jugar con ellos, porque me aficioné al waterpolo gracias a sus éxitos y también a mi padre, que jugaba. Lo de Italia me viene luego.

¿Cuándo empezó su vínculo con Italia y cómo se gestó su participación en la 'azzurra'?

Mi primer contacto es en 2001. Voy a jugar a Pescara a través de Estiarte. Luego vuelvo a Barcelona, pero en 2007 fichó por el Brescia. Empiezo a ser profesional y a relacionarme con el waterpolo italiano. Seis años después, me caso y me piden que me saque el pasaporte y que juegue con ellos. Hubo un primer intento en 2010, pero quise jugar con España. En 2016 dejo la Selección española después de Río 2016, estaba decidido a hacerlo, aunque finalmente en 2017 me lo plantearon y decidí probar.

Es decir, tardó en tomar la decisión.

No juego con Italia hasta 2017. Ya había decidido no volver con España. Mis dos hijos son nacidos en Italia. Mi hijo mayor al principio no lo entendía. Pero fue todo natural. Me incorporé al día siguiente de que me llamara el seleccionador por teléfono y me acogieron con los brazos abiertos. Juego habitualmente con ocho miembros de la selección y con el resto lo hice en Brescia.

¿Cómo ve usted esos constantes cambios de nacionalidades de jugadores de waterpolo?

Es una opción que está, y se puede aprovechar. No sé si me gusta o no. Somos de un deporte menor, nosotros no vendemos zapatillas Nike o Adidas.

¿Cree que si le acusan de falta de patriotismo es algo del pasado?

Si haces este cambio debe haber un sentimiento, hacerlo por dinero sí que es feo. Gano menos en la selección italiana que en la española. A mí me apetecía, y no es ser más o menos patriota o una traición, es ver la idea equivocada. Mi hijo canta el himno de Italia, pero si aquí cantas el himno de España eres un facha. Y yo estoy educando a mi hijo de la manera más abierta posible y con los mejores límites de la moral. El otro día lo reflexionaba. Todo el mundo canta el himno, pero si lo cantas en España… Y mi hijo lo canta en la guardería. Lo mío no es una traición, es una vía, una oportunidad. Yo acabo mi carrera en unos dos años y tengo que pensar en mi futuro.

Está su caso, el de Xavi García y el de Perrone...

A Xavi García le dan la oportunidad de coger el pasaporte después de tres años de vivir en Croacia. Su intención era no volver a España porque el mejor waterpolo está allí, también a nivel económico. Al final vivimos de esto, somos trabajadores. Esta decisión a nivel de clubes le da años de trabajo a un nivel alto. España, por lo que sea, decide que no va a estar en la Selección y él quería jugar con España. Así que Croacia sí lo quiso y lo aprovechó. Y lo de Perrone es entendible al cien por cien. Brasil es su país, su ciudad organiza los Juegos Olímpicos de 2016 y se fue para ayudar socialmente a las favelas. Él sabía que no iba a ganar los Juegos ni a lograr medalla. Fue una decisión de hombre.

¿Qué diferencias hay entre el waterpolo italiano y el español?

Son más profesionales porque todos viven de esto. Con el tiempo en España la hemos perdido. Hay waterpolistas que ganan 300 euros, tienen dobles trabajos y hay mucho amateurismo. Los clubes hacen su esfuerzo, sobre todo el milagro del Barceloneta. Pero el jugador medio italiano gana mucho más que el español. Allí la gente se desplaza, no existe una Barcelona donde la mayoría de equipos están ahí, sino que están repartidos por todo el país.

¿Y en la selección?

La selección italiana es más concreta. Hay un modo de trabajar y un perfil de jugadores. Si no te adaptas, viene otro.

Willy Molina.
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Willy Molina.Gorka Leiza

Desde 2009 España no logra una medalla. ¿Cree que su generación, por las circunstancias que sean, no ha rendido como se esperaba?

Hemos perdido muchas medallas. Nuestra generación, la del 82 al 88, teníamos más calidad para haber hecho más podios.

¿Y por qué no ha sucedido?

No creo que haya un problema concreto. Después de pasar muchos años sin acceder a semifinales, es cuestión de coger todo, tirarlo abajo y reconstruir con una nueva perspectiva. Hasta ahora hemos estado siempre intentando ajustar, a lo mejor es necesario ir al desierto dos años y esperar. Por suerte, ahora tenemos una generación muy buena y es un buen punto de partida.

¿España les puede ganar?

El juego de España habla por sí solo. Está haciendo una buena base. España produce juego, aunque al final llegue dónde llegue. Puede, porque ya lo ha hecho dos veces, y con solvencia. Pero no se lo pondremos fácil.

Usted ya fue campeón del mundo con España en 2001, en la última medalla de la generación de oro. ¿Qué recuerda a sus 17 años?

Recuerdo la alegría, sentirme en la cima y que no sonara el himno…

¿Cómo fue?

Estábamos celebrando y no sonó el himno, solo interferencias. Nos dijeron que en diez minutos nos lo ponían, pero nos fuimos a celebrarlo.

¿Cómo se entrenaba de niño?

Solo entrenaba en verano porque la piscina del Caballa solamente abría en esa época. Así empecé.

¿Cuál es su debilidad del equipo español?

Munarriz. Lo adoro. Veo en él un diamante, pero aún es joven. Hay que dejarle, veo capacidad, fuerza y cualidades. Es mejor que yo, mucho mejor, de verdad… Debe crecer. Ya hace dos años hizo un año de Champions espectacular y este año con la llegada de Perrone ha asumido otro rol. Está cerca de dar el salto a un equipo aún más grande.