Vicente: "Motiva que me vean como el futuro del atletismo"
La plusmarquista mundial Sub-18 de heptatlón visitó la redacción de As. Este domingo compite en los Nacionales de triple salto por una plaza para los Europeos absolutos de Berlín.
Cuando María Vicente tenía 11 años su madre, María José, le paseaba en coche alrededor de las pistas de Hospitalet de Llobregat. Era una indirecta: el objetivo era enganchar a su hija al atletismo. “Yo sabía que lo hacía por eso, pero no conseguía convencerme, porque a mí no me gustaba cansarme, hasta que un día me engañó y aquí estoy. Eso sí, yo pensaba que sólo se trataba de correr”, cuenta con expresividad de millennial María Vicente, que a sus 17 años salta, corre, lanza y se ha convertido en la figura más prometedora del panorama nacional con su récord mundial Sub-18 de heptatlón.
La plusmarca universal la hizo para colgarse el oro europeo de la categoría en Gyor (Hungría) al que dos días después añadió el título de triple salto. Una supergirl total que rompe moldes. “Estoy supercontenta de estos resultados y no los esperaba para nada. Todavía no he asimilado mucho lo que ha sucedido, estoy feliz, pero siempre con los pies en el suelo”, relata esta amante de la moda, que ya había lanzado dos avisos muy serios: en 2017 fue campeona mundial sub-18 y en invierno batió otro récord planetario, el de pentatlón en pista cubierta.
Mañana María tiene una cita con las mayores. Será en los Nacionales de Getafe, en los que se jugará una plaza en triple para los Europeos absolutos de Berlín (7-12 agosto) con Patricia Sarrapio y Fátima Diame, que lucharán por los dos billetes para acompañar a Ana Peleteiro, otra niña prodigio. “Me encantaría ganarme la plaza y lo voy a luchar. Yo creo que saltando cerca de 14,00 estará el pase. El triple no lo entreno, pero me sale bien. Tengo buenas expectativas”, relata María, que acredita 13,95.
La atleta catalana no muestra fatiga por la larga temporada y no parece querer ir todavía de vacaciones a Huélamo, el municipio de Cuenca del que es su madre y donde pasa los veranos. “A mí siempre me encanta competir, es algo que se tiene y cuando estoy en una prueba no sé muy bien por qué, pero me crezco. Tengo confianza en mi misma y, pienso que no tengo nada que perder”. Lo demostró en Gyor, donde hizo seis marcas personales en el heptatlón y otra en triple. Una atleta que conecta con el nuevo lema de la Federación Española: #PasiónconCompetir.
Vicente, de 1,78 de altura es un talento puro que cayó por milagro, y el innegable empeño de su progenitora, en una escuela de atletismo. “Yo empecé haciendo todas las pruebas, pero cuando en mi club, el Hospitalet, llegó el momento de especializarse, me preguntaron cuál me gustaba y respondí: ‘Quiero seguir haciendo todas las pruebas”. Y en ello está.
En dos días que dura el heptatlón hace por este orden 100 vallas, altura, peso, 200, longitud, jabalina y se remata con 800: “Allí, tras seis pruebas, sólo quieres llegar como sea”. Y muestra sus preferencias: “Lo que más me gusta y mejor se me da son los saltos y la velocidad”, confiesa Vicente que es más rápida en 200 que Nafissatou Thiam, la actual campeona mundial absoluta y tiene en el doble hectómetro marcas similares con su edad a Dafne Schippers, la holandesa que empezó como combinera y terminó siendo campeona mundial de velocidad. En vallas bajas hizo récord de España Sub-18 (13.35), en longitud vuela a 6,37 y en altura tiene 1,73: “Creo que valgo bastante más que eso”. Para el salto vertical reconoce que tiene una manía: “Yo compito con el pelo suelto, pero cuando sé que tengo un salto importante me hago un moño. Lo hago para concentrarme”. A esas pruebas hay que añadirle su tremendo triple que está poco trabajado aún: "Raúl Chapado, presidente de la RFEA y extriplista, me dice que hay cosas que mejorar". “Es una joya a la que hay cuidar. Lo hace todo bien”, asegura sobre ella Chapado.
Vicente, como supergirl que es, también tiene su kryptonita: “Lo que más me cuesta son los lanzamientos porque son muy técnicos y todavía me faltan por asimilar muchos conceptos. Es cierto que en España tenemos tendencia a que sean nuestro punto débil”. ¿Y por qué España no es tan buena en combinadas y desde Peñalver hay un vacío?, se le pregunta a María. Responde: “Es que a la mínima que un combinero destaca se le lleva a una prueba individual. De momento, no va a ser mi caso. Me gusta la variedad. En España está Jorge Ureña, que ya ha sido plata europea indoor, o Carmen Ramos que hizo el récord de España. Ya verán. ¡Las combinadas vamos a resurgir!”.
El último año, la supergirl prodigiosa ha pasado a entrenarse en el CAR de Sant Cugat, donde compagina sus estudios (“el año que viene haré segundo de Bachillerato”) con el perfeccionamiento de una disciplina tan técnica como las combinadas que requiere de madurez deportiva. “Lo importante es alcanzar un equilibrio entre todas las pruebas. Si te pones muy fuerte para los lanzamientos luego lo puedes pagar en velocidad”, relata mientras crece a las órdenes de Fernando Martínez, el entrenador que tiene un lema sobre los talentos: “No es lo mismo cuidar a un atleta que sobreprotegerlo”. Y así María ya conoce la cara de las lesiones: “He tenido tres roturas en los isquiotibiales, que supongo que retrasaría mi forma, pero de encontrar el mejor estado se encarga mi entrenador”.
De lunes a viernes María hace sesiones sobre el tartán de Sant Cugat y toca “todas las pruebas”. Y mientras se forma va viendo hacer series a una figura consagrada como Bruno Hortelano: “Ojalá baje de 20 en 200, me llevo muy bien con él y en general con la gente de atletismo, con Samu García, Mark Ujakpor, Estela García, Cristina Lara...”.
María lleva con naturalidad la responsabilidad de ser la esperanza de futuro como un aliciente: “Me motiva para seguir adelante y entrenarme más fuerte con el objetivo llegar a donde todos quieren que llegue, incluida yo. El apoyo y esa responsabilidad me ayudará para seguir machacándome”. Porque el éxito de María Vicente apareció en todos los medios y recibió las felicitaciones de Bruno Hortelano, Ana Peleteiro, Ruth Beitia… estrellas a las que ya vio el año pasado en los Mundiales de Londres: “Acudí como espectadora porque el atletismo me encanta para practicarlo, pero también para verlo”. De groupie a protagonista.
En un futuro, el sueño de María Vicente es llegar a los Juegos Olímpicos. Tokio 2020 asoma, pero llegaría con 19 años. “Los veo un poco pronto, pero si hago la mínima y la Federación me quiere llevar, por supuesto que iría. Sé que sería para aprender de cara a 2024 y allí en esos a ver qué pasa”. La joya del atletismo se pulirá poco a poco pero con determinación. “Trato de tener los pies en el suelo”, repite, aunque con 17 años ya vuela muy lejos. Como Supergirl.