Boulmerka: “Cuando gana una mujer es un triunfo de la vida”
Hassiba Boulmerka (Argelia, 1968) logró en Barcelona 1992 el primer oro de una mujer de su país en unos Juegos Olímpicos. En 1995 ganó el Premio Príncipe de Asturias.
-¿Qué hace usted ahora?
-Estoy en Tarragona como directora de la delegación de Argelia. Me siento muy feliz de tener a tantos deportistas aquí. Además, pertenezco al Comité Olímpico Internacional, a la Comisión Ejecutiva, y ejerzo como presidenta de la oficina Mujer y Deporte. Tengo un club de atletismo en mi ciudad, Constancia, en Argelia. Y también una empresa de productos farmacéuticos a nivel internacional que se llama HB.
-Sigue vinculada al deporte. ¿Ha variado mucho el papel de la mujer en su país?
-No demasiado. Sigue habiendo un problema social y cultural con las mujeres deportistas en nuestros países. Creo que el Comité Olímpico debería hacer más. Aún estamos por debajo de la norma de participantes femeninas, y pienso que eso se debería corregir imponiendo un porcentaje de dirigentes que sean mujeres en el deporte.
-Como primera mujer en alcanzar un oro olímpico para Argelia (en 1.500), ¿es reconocida?
-La gente me respeta y me conoce. Lo que hice es extraordinario, pero tuve muchos problemas. Los hombres cuando ganan tienen su triunfo deportivo, pero cuando en mi país vencen las mujeres es una victoria de la vida. Hacemos un doble esfuerzo, el deportivo y el social.
-¿Cómo empezó usted a practicar deporte en un país con tantos problemas para las mujeres?
-En el colegio, con juegos escolares. Un técnico vio que tenía cualidades y empecé a entrenarme. Éramos un grupo muy sano y con buen ambiente, me lo pasé genial.
-Pero...
-En 1991, cuando gané mi primera medalla en el Mundial de Tokio, el imán del pueblo empezó a decir que yo no era una buena musulmana. Decía que estaba en contra del islam por correr con pantalones cortos y, según él, mostrarme desnuda. Eso generó polémica en mi localidad, hubo gente a favor, otra en contra... Provocó que me amenazaran y que pensara en la muerte. Tanto mi familia como yo lo pasamos mal. Hubo mucho sufrimiento.
-De ahí su rabia en Barcelona 92 cuando logró el oro. ¿Cómo valora aquello?
-Fue un sueño irrepetible. A veces no sé si soy un ángel o soy el diablo, por todo lo que represento en mi país. Soy musulmana y por hacer deporte no significa que no respete la religión. Considero que debemos seguir haciendo esfuerzos sociales para que no exista esta creencia, aunque no puedes controlar la opinión de la gente.
-¿En todos los países musulmanes ocurre lo mismo?
-Sí, es generalizado. Hay países que están pasando por muchos problemas. Libia cada vez trae menos deportistas a los Juegos Mediterráneos. Mientras sigan estas tendencias sociales y religiosas será difícil que la mujer se emancipe.
-¿Qué supuso para usted ganar el Príncipe de Asturias?
-Me siento española, porque me preparé parte de mi vida aquí. Me encanta esta nación y su gente. Fue un orgullo recibir ese premio. Dije a mis deportistas que se vistieran con traje y corbata como muestra de respeto a España y también al Rey en el desfile inaugural. Fuimos los únicos.
-El terrorismo afectó a Siria y en Túnez hay problemas con los refugiados. ¿Y Argelia?
-Nosotros superamos el terrorismo en los 90. No tenemos tantos problemas de ese tipo.
-¿Qué le parecen estos Juegos?
-No se fomenta la interculturalidad y no hay actividades. Los deportistas compiten y se van al hotel. Lo importante es la interacción y la cultura.