Tarragona "sube a Primera" con el Anillo Mediterráneo
Lo que nació de una idea del entonces concejal Pere Valls ha cristalizado, no sin problemas, en unas instalaciones que mejoran el deporte de la ciudad.
En 1992, en la Barcelona olímpica, Pere Valls (Tarragona, 1959), juez árbitro de atletismo, descendía cada día del estadio de Montjuïc y quedaba maravillado con las caras de felicidad de la gente, que estaban viviendo la pasión del mejor deporte en su ciudad. “Algo así debería vivir algún día Tarragona”, pensó. La idea le rondó por la cabeza hasta que en 1999, cuando le nombraron concejal de Deportes, decidió incluir la candidatura de los Juegos Mediterráneos en su programa electoral.
“Era ahora o nunca. Ganamos en 2011 por solo dos votos a Alejandría, que tiene 25 veces más habitantes”, comenta Valls, quien ha seguido las obras de la construcción del Anillo Mediterráneo minuto a minuto.
Los Juegos Mediterráneos que arrancan el viernes (finalizan el 1 de julio) son una competición en la que se ha implicado todo el territorio, con hasta 16 sedes donde se disputarán 33 deportes, desde el fútbol a la petanca. El epicentro se instala en el barrio tarraconense de Camp Clar, antes un solar que traía problemas. Ahora, un complejo deportivo que tendrá su “legado”: una futura ciudad del fútbol para el Nàstic de Tarragona, numerosas instalaciones que se adaptan a las necesidades de los clubes y una zona paisajística, con un lago y una arboleada. “Subimos a Primera”, dice orgulloso.
En el Anillo Mediterráneo se levantan cuatro instalaciones. La pista de atletismo se ha reformado y tiene una capacidad para 4.000 personas (1.010 tras los Juegos). En ella se disputará el tiro con arco y el atletismo, y ya el club de Atletismo de Tarragona y el Club Gimnàstic se entrenan habitualmente. Unos metros más arriba, y tras la piscina cubierta de 25 metros, se ha construido una piscina olímpica, con 800 asientos fijos y 1.200 más agregados. La instalación puede convertirse en una piscina de 25 metros también, servirá de entrenamiento para el CN Tarraco y podrá albergar cualquier competición.
Justo enfrente, la Generalitat ha financiado el Palacio de Deportes (18 millones), un recinto de 62 metros de ancho y 24 de alto, con capacidad para 5.000 personas y que pueden dividirse al mismo tiempo tres pistas de fútbol sala. “Es parecido, en la utilidad, al Palau Sant Jordi de Barcelona”, afirma Valls. Justo más abajo, un pequeño velódromo reformado para albergar la petanca.
Este complejo de 24 hectáreas está rodeado por 3.500 árboles, 191 leds de bajo consumo, un aparcamiento para 1.200 coches, un lago y un campo de rugby. En total, se han invertido 70 millones de euros, aportados por el Gobierno español, la Generalitat, el Ayuntamiento de Tarragona y la Diputación. Y todo ello cuidando el “reciclaje” y la “sostenibilidad”.