Begoña Fernández, 'guerrera' de honor que abrió el camino
La gallega, de 38 años, formó parte de los primeros éxitos de la Selección femenina de balonmano. El primero, la plata europea de 2008.
Con ella empezó todo, o al menos con unas cuantas como ella, porque la viguesa Begoña Fernández (38 años) fue la pivote ofensiva de la Selección de balonmano que conquistó la plata Europea en 2008, elegida la mejor en su posición, y origen de lo que hoy se conoce como las Guerreras; al año siguiente, en China, se llevaría el premio a la mejor pivote del mundial, porque con su 1,82 metros sacaba partido a su versatilidad y agilidad de movimientos en una posición en la que despuntaban jugadoras más fornidas. Ella representaba ese espíritu combativo, de no dar por perdido ni un partido, ni un balón, ni un minuto de partido.
Tras una larga trayectoria que empezó en España en el Porriño para acabar en el Itxako de Estella, en el que peleaba por dominar Europa pero con un final traumático porque el club navarro se quedó sin liquidez, emigró en su madurez para actuar media temporada en Serbia, y tres campañas en el Vardar macedonio. Sin olvidar su compromiso como capitana de la la Selección, con la que conquistó el bronce olímpico.
Retirada en 2015, madre en 2016, trabaja en un hospital de Vigo como auxiliar de clínica, y entrena a equipos de la cantera del Lavadoras vigués. Y, por si fuera poco, durante dos años fue la imagen de las Guerreras, que no pudo contabilizar “porque ya no había horas para más”. El martes, en el Comité Olímpico, recibió una distinción más por su carrera deportiva, la insignia olímpica, y que no es una más, porque cuando se dejan los focos del primer plano siempre enorgullece que se recuerde el trabajo bien hecho.