La IAAF quiere revolucionar el cross: cuestas, barro, arena...
Sebastian Coe pretende volver a los orígenes de la especialidad, que fueron en Gran Bretaña, endureciendo las carreras para darles más espectacularidad.
La Federación Internacional de Atletismo quiere dar un vuelco a las carreras de campo a través, para hacerlas más duras y exigentes, más espectaculares y atractivas para el público y para los patrocinadores y las televisiones. Se trata, en definitiva, de huir, dentro de lo posible, de competiciones con recorridos llanos, en hipódromos, sobre hierba impoluta, lo que altera la esencia histórica del campo a través.
En una reunión celebrada en la localidad danesa de Aarhus, la capital de Jutlandia (Dinamarca) entre miembros de la IAAF (el representante era el español Luis Saladie, hombre de gran prestigio en el máximo organismo internacional) y los organizadores, éstos explicaron como iba a ser el circuito del próximo Mundial, que se celebrará allí el 30 de marzo de 2019.
Está diseñado en los alrededores del Museo de Moesgaard (especializado en arqueología y etnografía) y habrá que dar varias vueltas a un circuito de dos kilómetros, con un ascenso y un descenso en cada una de ellas de unos 75 metros, lo que lo hará durísimo, un auténtico rompepiernas. El firme tendrá barro, arena y césped. Curiosamente, un tramo sobre este último se disputará en el techo del Museo, que está en rampa y con hierba.
Lo probó, entre otros atletas retirados, la francesa Anette Sergent (campeona mundial de campo a través en 1987 y 1989): “Me gusta mucho el circuito, con fuertes subidas y bajadas, con curvas. Debes estar muy concentrada”, declaró a la página web de la IAAF.
Por su parte, Luis Saladie comentó: “Devolvemos el cross a sus orígenes, a correr cerca de los límites, se hará historia”.
En los últimos tiempos, en no pocos casos, los Mundiales de Cross han recurrido a los hipódromos. De hecho, el primero de ellos, celebrado en Waregen (Bélgica) en 1973 tuvo lugar ya en una pista de carreras de caballos. Y allí fue segundo Mariano Haro, por cierto.