Brady y los Patriots se entrenan ante unos Titans inofensivos
El equipo de New England jugó su mejor partido de los últimos tiempos ante un rival con tan poca entidad que no se pueden sacar conclusiones definitivas.
El Patriots vs Titans duró exactamente lo que tardó Tom Brady en calentar. En concreto, tres drives. Hasta entonces, el quarterback estuvo errático y haciendo lecturas muy malas, Dion Lewis no encontraba huecos para correr y Marcus Mariota conducía una serie de más de 5 minutos para touchdown que cubría el cielo de Boston de nubarrones negros (0-7).
Solo fue un espejismo. Muy pronto se vio que Tennessee no era rival para New England. Derrick Henry era demasiado previsible como para hacer daño a una defensa de los Patriots mucho más intensa de lo que hemos visto casi todo el año, Marcus Mariota no tenía demasiado tiempo para lanzar cómodo, sus receptores no conseguían abrir espacios e incluso Stephon Gilmore pareció despertar de su temporada de letargo para hacer varias jugadas magníficas.
Comienza el vendaval
Pero el auténtico vendaval llegó con la tercera serie de New England. Brady puso el gesto serio de las grandes ocasiones, recuperó esas lecturas maravillosas que nos han deslumbrado durante casi dos décadas, apretó el acelerador y desarboló a la defensa rival con un ataque sin reunión febril que no daba un segundo de respiro a los Titans. Al mismo tiempo, Deion Lewis y James White se apoderaban del campo para acumular entre los dos 131 yardas en los dos primeros cuartos y Amendola sacaba su lado letal, ese que se suele reservar cada año para cuando llegan los playoffs, y dejaba en evidencia a una secundaria de Tennessee que siempre concedía demasiado espacio a sus rivales.
Con la sinfonía retumbando sobre el emparrillado, y los visitantes cada vez más apocados, se pasó del 0-7 del novato Corey Davis al 21-7 con touchdowns de James White por dos veces y Chris Hogan en el primer balón que atrapó después de su regreso tras una lesión que ha hecho mucho daño a su equipo.
Un trámite en ronda divisional
Y con todo, los Titans tuvieron suerte, porque en la última jugada de la primera mitad Gostkowski falló un field goal de 53 yardas que habría sido un golpe moral definitivo. A esas alturas el partido ya no parecía de playoff, sino más bien un choque de temporada regular de esos en los que el equipo visitante salta al emparrillado de Foxboro asumiendo que el viaje es solo un trámite y la derrota algo inevitable. Los Titans parecían conformarse con dejar la mejor imagen posible asumiendo que aún necesitan comer muchas espinacas para tener la musculatura competitiva de sus rivales en enero.
La segunda mitad fue innecesaria. Los Titans simplemente no podían y los Patriots anotaban casi sin quererlo mientras Mariota se llevaba una paliza y le caían sacks por todos lados. Como suele ser habitual, los locales no levantaban el pie y aprovechaban el tiempo restante como si fuera un entrenamiento en el que ajustar la maquinaria para las grandes batallas que se avecinan. Bolden anotó el 28-7 de carrera en el tercer cuarto, Gronkowski el 35-7 de pase a diez minutos del final, Amendola acababa el partido con 112 yardas de recepción, Brady con 337 de pase y tres touchdowns, Deion Lewis con 141 totales y la defensa se saciaba con ocho sacks a Mariota, que maquillaba el marcador con un touchdown final de consolación a Corey Davis.
Optimismo en New England
Mientras tanto, ante los inofensivos Titans los de Belichick han recuperado a casi todos sus jugadores lesionados, y el resto volverá la semana que viene, Brady ha reencontrado su mejor nivel, la nube de receptores vuelve a multiplicar las opciones, el backfield no fue especialmente brillante por tierra pero sí muy polifacético, el ataque recuperó la fluidez y las buenas sensaciones y, sobre todo, la defensa demostró que, un año más, tiene una cara gris en temporada regular y una mucho más brillante cuando llega el mes de enero.
Mucho cuidado, que estos Patriots sí que se parecen, por fin, al equipo de las grandes ocasiones.