Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

New England Patriots

Las tensiones que romperían la pareja Brady - Belichick

El quarterback y el entrenador jefe de los New England Patriots, ambos considerados los mejores de la historia, estarían al borde de la separación.

(Foxborough, MA 12/28/17) Coach Bill Belichick talks with quarterback #12 Tom Brady as the Patriots warm up for practice at Gillette Stadium. Thursday, December 28 2017. Staff photo by John Wilcox.
John WilcoxBoston Herald

Hoy, a estas horas, en el mundo de la NFL sólo se habla de una cosa: de un artículo periodístico. Éste, en concreto, escrito por Seth Wickersham y publicado por la ESPN. Se trata de un larguísimo texto en el que se parte de una premisa que haría que la liga sufriese el mayor terremoto de los últimos 15 o 20 años, que no es otra que la fractura de la relación entre Bill Belichick, Tom Brady y Robert Kraft que haría que el final de la dinastía de los New England Patriots se acabase mucho antes de lo que nadie pudiera imaginar, esto es, ya mismo.

El trabajo de Wickersham es extraordinario y su narración impecable. Si domináis el inglés, me permito aconsejaros vivamente su lectura, porque merece mucho la pena. Además, su intachable reputación hace que las aportaciones de fuentes anónimas que realiza resulten creíbles y, más allá de las conclusiones, que por supuesto son suyas y no tiene porque ser compartidas por el lector, los hechos que describe son de todo punto relevantes en la actual situación de la franquicia.

Wickersham cuenta que Bill Belichick y Tom Brady se han visto separados por la figura de Alex Guerrero. Éste hombre es un amigo y socio de confianza del quarterback. Más aún, es un guía espiritual. Con él ha escrito un libro sobre estilo de vida y con él ha fundado una empresa de recuperación física y psicológica; sus preceptos tienen un aroma nada disimulado a homeopatía, ciencias orientales, veganismo y prácticas alternativas tanto en el ejercicio físico como en la alimentación y en la misma relación de cada individuo con su espiritualidad.

No es de extrañar que al serio, marcial y ligeramente cínico Bill Belichick, le parezca regular la influencia de Guerrero sobre Brady. Sabido era, antes de la publicación de este artículo, que el entrenador vetó la presencia del preparador en la banda, en las reuniones o en los viajes del equipo este año. Antes tenía esos privilegios, a pesar de no ser empleado del club.

La gota que colmó el vaso, cuenta la ESPN, fue que muchos jugadores acudían al centro de recuperación de Guerrero, en teoría para agradar a Brady, y, sin embargo, allí decidieron no atender a Jimmy Garoppolo.

Y aquí llega el meollo de la historia. Garoppolo y Brady no tienen amistad. Dice el reportaje que al igual que Joe Montana temió a Steve Young y Brett Favre jamás movió un dedo para ayudar a Aaron Rodgers, al que consideraba su rival y no su compañero, Brady no quiso saber nada de Garoppolo al notar que podía quitarle el puesto. La ofensa de que Guerrero no le atendiera hizo que Belichick expulsase al preparador y la relación con su QB quedó dañada.

Ésto llevaría a los Patriots a traspasar a Garoppolo a los San Francisco 49ers. En uno de los movimientos más sorprendentes del año, Belichick aceptó una segunda ronda por un chico del que se había dicho, en el pasado draft, que no se cambiaría ni por dos primeras rondas, ni siquiera por un top 10 del mismo.

(En un efecto dominó incontrolable, este traspaso también acabó con la relación de Hue Jackson y Sashi Brown en los Cleveland Browns, pues el entrenador se sintió estafado: quería al jugador y no lo consiguió ni por primeras rondas, así que culpó al general manager de que acabase en San Francisco por tan pírrico precio. Es historia para otro día.)

Belichick creía en Garoppolo tanto como para darle la titularidad ya el año que viene o, al menos, en cuanto Brady flaquease un mínimo. ¿Por qué traspasarlo, entonces? Durante meses hemos especulado unos y otros al respecto. Wickersham apunta que la razón es algo que nadie había dicho antes, y es que Robert Kraft, propietario de los Patriots, le ordenó al entrenador (y general manager) que lo hiciera, porque Brady quería jugar varios años más y él se lo iba a conceder.

Belichick lo hizo a regañadientes y, sin avisar a nadie, con su tradicional secretismo, cuando ya estaba ejecutado se supo el precio. Su malestar fue tal que, dentro de la franquicia, no son pocos los que creen que fue el punto y final a su relación con Tom Brady.

El artículo concluye diciendo que no debería sorprender una retirada de Bill Belichick este año. Haber perdido la batalla por el poder en los Patriots ante Brady no le resulta tolerable. Sus dos manos derechas, Josh McDaniels, coordinador ofensivo, y Matt Patricia, coordinador defensivo, están en todas las quinielas para ser entrenadores jefe el año que viene y abandonar el nido. Y el quarterback heredero del mito, el que habría de hacer suave la transición, ya no está en la plantilla.

Esta conclusión es especulativa y no tiene más rango que ese. Sin embargo, el resto de hechos pormenorizados en esta pieza periodística bien merecen la atención de todos los que seguimos la liga. De hecho, ya la tiene. Porque sucede que podríamos estar a las puertas del final de una de las historias más imponentes que jamás hayamos visto en el deporte mundial.