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DESAFÍO KILIMANJARO | RETO EL TEIDE

Una noche bajo cero en El Teide con el equipo de Hassen-Bey

El viento frena el ascenso de la atleta, que terminará el reto junto a Carlos Soria. El avance en esta segunda fase está resultando complicado y más lento de lo planificado.

Santa Cruz de Tenerife
Una noche bajo cero en El Teide con el equipo de Hassen-Bey

A 2.700 metros de altitud, en la empinada vía que conduce hacia la cima de El Teide, nadie se explica cómo alguien puede superar semejante pared con una silla de ruedas. En acción, sobre un prototipo sustentado por cinco neumáticos, está Gema Hassen-Bey, que más que rodar, hace pura escalada. Jadea del esfuerzo, repone energías y vuelve a la carga, ya perfectamente sincronizada con su equipo. Pero la misión es titánica. Las pendientes con unos 60 grados de inclinación, los saltos de 50 centímetros y un camino tan estrecho como irregular obligan a un esfuerzo gigantesco. Y el volcán no concede un respiro.

Así, Gema avanza poco a poco, en un ejercicio diario de coordinación con todo su equipo. “Ya estamos en el terreno, que es lo que nos gusta”, apunta el jefe de expedición José Brito, cuando asoma el desnivel más complicado de la mañana. Lecciones montañeras a cada minuto combinadas con una energía positiva contagiosa. Si el reto se muestra enorme, hasta la fecha el ánimo de todo el equipo se mantiene a la misma altura.

Como el de Marina Fernández, jefa de expedición, que siempre muestra un espíritu sereno sujetando el mosquetón por el que se desliza la cuerda naranja de la que tira Hassen-Bey. O el de Lau, que adopta cualquier posición con tal de facilitar el mejor ángulo y la tensión de la cuerda. O el de Poncho, el ‘seguro’ que evita la caída de la silla y cuida cada uno de los detalles. Y todo sin olvidar la labor fundamental de Ana, asistente personal, que se preocupa de que la atleta de todo aquello que necesite. Todos se dejan la piel por el éxito del desafío y la seguridad de la expedición.

A este equipazo, asistido por una labor infatigable de un buen número de voluntarios, se unirá para el tramo final Carlos Soria, el veterano montañero que ha recorrido medio mundo coronando cimas. Caminará junto a Hassen-Bey el día 13 y dará una charla a todo el equipo como broche emocionante tras unos días agotadores. Todo un chute de energía.

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En el campo 1, situado a unos 2.800 metros, la primera noche de Hassen-Bey con todo el equipo, fue movida. Frío polar en la cena con un impresionante atardecer sobre la isla de Gran Canaria y cuerpo helado en un amanecer naranja con nubes. Sólo un té negro y los huevos revueltos con canela preparados por la cocinera Steffie, permitieron arrancar al equipo. La temperatura había descendido en la madrugada incluso hasta un grado bajo cero. Y eso que antes del toque de queda, la noche había estado muy animada con la sintonía acapella del Hombre y La Tierra de Félix Rodríguez de la Fuente e imitaciones sobre la variada fauna del Teide.

A cada día que pasa el desafío gana en épica. Después de varias jornadas con frío, ahora se han sumado también las fuertes rachas de viento de unos 45 kilómetros por hora en la cumbre, que obligaron a cancelar el ascenso la jornada del martes. Quizás por eso la última reflexión de Hassen-Bey para AS sin salir de su tienda cobra todo el sentido. “Una gran empresa quería que subiéramos al Kilimanjaro y me dijo que si no subía ya buscarían a otra persona. Pero yo puede que no tenga un millón de euros, pero sí tengo un millón de amigos. Poquito a poco y disfrutando de la solidaridad este reto está ayudando a todos y vamos a dejar un legado maravilloso”, reflexionaba.

Los 3.000 metros y un nuevo prototipo

El avance en esta segunda fase está resultando complicado y mucho más lento de lo planificado. Desde la base del Teide donde finalizó la primera fase (2.500 metros), Hassen-Bey lleva recorridos en torno a unos doscientos metros de desnivel. La coordinación del equipo con la silla de escalada cada vez es mayor, la vía ya no zigzaguea tanto, pero la pendiente sigue ganando en inclinación y conserva los mismos obstáculos.

Para evitar mayor desgaste, el equipo confía ahora en una mejora de la meteorología y sobre todo en el último prototipo que esperan estrenar de un momento a otro. Un carro con ruedas que avanzará sobre unos raíles gracias al impulso de los brazos de la atleta a través de una cuerda. La silla de escalada aún estará en funcionamiento unos días, pero si el tiempo corre en contra, cederá el testigo al último invento diseñado para el reto de El Teide.

Ahora la cima queda muy lejos, y aunque la expedición no la descarta, en este arreón final el desafío se centra en superar la barrera de los tres mil metros. Gema Hassen-Bey sigue peleando contra la pendiente del volcán.