El deporte paralímpico recibe el 'III Premio Resiliencia'
"El ejemplo de estos deportistas es muy importante para la sociedad y nos hace mejores", afirmó Miguel Carballeda, presidente del Comité Paralímpico Español.
La resiliencia es, por definición, la capacidad de afrontar la adversidad, superarla y salir fortalecido, algo que propicia una mejora personal y profesional. Una premisa que encaja como un guante en el caso de los deportistas paralímpicos. De ahí, que hayan sido galardonados con el 'III Premio Resiliencia' recibido de manos de Marina del Corral, secretaria general de emigración e inmigración. "Nos queda mucho por hacer, pero entre todos apoyaremos que la educación mejore el entorno porque hay miedo a lo diferente", expuso Del Corral.
Miguel Carballeda, presidente del Comité Paralímpico Español, agradeció el reconocimiento: "Nuestros deportistas se lo merecen. Si tenemos en cuenta toda Europa hay más de cien millones de personas con alguna discapacidad y mil en todo el mundo. Cada uno tiene una historia. Yo nací con un problema visual y tuve una hija que ve bien, pero mi segundo hijo nació con Síndrome de Down. El ejemplo de estos deportistas es muy importante para la sociedad y nos hace mejores. España es el segundo país del mundo donde su sociedad conoce y reconoce el papel de sus deportistas paralímpicos. Lo que logramos es muy importante, pero aún más lo que superamos. Nos sentimos orgullosos de representar a nuestro país, nuestra bandera. La sociedad que reconoce vuestro papel se lo merece".
Pau Gasol, Javier Fernández y Rafael Nadal, en un vídeo, elogiaron al movimiento paralímpico. Ellos fueron galardonados con este premio en ediciones anteriores. "Os animo a superar la adversidad y no poneros límites", dijo Gasol, a lo que continuó Javier Fernández: "Valores como la constancia, el esfuerzo y la dedicación, así como el dolor, el cansancio y el sufrimiento nos ayudan a ser mejores deportistas". Acabó Nadal: "Ganar muy bonito, pero también hace feliz saber todo el esfuerzo y sacrificio que has hecho para el objetivo".
Previamente, la jornada de 'Neurociencia, deporte paralímpico e inserción laboral: la resiliencia se aprende' albergó una mesa redonda que contó con la presencia de la levantadora de peso Loida Zabala, el lanzador de jabalina Héctor Cabrera, la judoka Marta Arce, el jugador de tenis de mesa Álvaro Valera, el triatleta Jairo Ruiz y el atleta David Casinos.
"Nuestra resiliencia no es voluntaria. Y muchas veces no te queda otro remedio que explicar tus circunstancias y, al final, así, vas educando a la gente porque cuando te conocen empatizan más contigo", arrancó Marta Arce, a lo que Héctor Cabrera añadió: "Nuestra resiliencia es el día a día". De ahí que Álvaro Valera hiciera esta reflexión sobre la sociedad: "La gente no está familiarizada con la discapacidad. Siente miedo y no sabe cómo actuar. Cuando lo tratas con naturalidad, bromeas, ven que eres una persona igual que ellos".
Loida Zabala también contó su experiencia en primera persona: "Cuando me senté en la silla de ruedas fue un momento emocionante después de haber estado metida entre cuatro paredes. Mi gente me miraba pensando... 'Qué duro'. Y yo, sin embargo, pensaba: 'Ya puedo sentir el aire en la cara'. A partir de ahí soy independiente y he hecho cosas que otra gente sin discapacidad no haría porque no sale de su forma de confort. Le agradezco a la vida haberme tratado así".
Para Jairo Ruiz los logros deportivos deben primar por encima de las capacidades, algo que no siempre sucede. "Yo soy discapacitado desde que nací. Al principio me enfadaba mucho. Yo quería hablar sobre mi trabajo y cuando salía a relucir mi discapacidad me cabreaba. No hago nada extraordinario porque aprendí a hacer las cosas de una forma, de una forma diferente, pero no es nada especial", expuso.
David Casinos quiso contar su historia haciendo referencia a su mejor ejemplo de resiliencia... lo tenía en casa. "Yo soy resiliente porque mi madre lo era. Cuando le dijeron a mi madre que ya no vería más, me dijo: 'No te preocupes ya no te tendré que comprar más tebeos'. La normalización no es lo que pasa en las pistas sino en los proyectos y planes futuros".
Y es que la familia ha sido fundamental para todos ellos. Lágrimas, lucha, esperanza, retos y cimas conquistadas. "Mi madre ha llorado mucho en el hospital y he tenido que educar a mi familia. Mis amigos me recibieron con una pancarta gigante y mi madre se dio cuenta de que podía tener una vida normal. Mi abuela se cabreaba con el comentario de sus amigas de pobrecita. Ahora me ven con admiración y no con pena", comentó Loida Zabala.
De esa protección también habló David Casinos. "Mi madre me confesó hace poco que estuvo dos años de mi vida siguiéndome. Mi padre se fue sufriendo porque quería que viera, hay que aceptar lo que eres y cuando lo asumes y aprendes no hay barreras. La familia es la primera raíz que hay que regar. Para que mi madre no llorara tenía que ser fuerte yo", explicó emocionado.
Marta Arce rememoró su transformación, su metamorfosis y esa catarsis vivida de la infancia a la adolescencia: "Yo recuerdo haber llorado mucho cuando descubrí que había una realidad que me marcaba. Me sentí como el patito feo y remonté. Hice una metamorfosis. No me paraba nada. He construido una familia y mis hijos tampoco saben que no veo. Ellos son el futuro. Para ellos las capacidades de su madre no son discutibles".
Del proceso de aceptación y superación, del camino conjunto con los seres queridos versó la intervención de Álvaro Valera. "La familia es sinónimo de amor incondicional. Con el diagnóstico, la familia y yo mismo tuvimos que vivir un proceso de duelo. Y crecer juntos. Tu gente quiere que seas feliz y tengas una buena vida. Cuando interiorizas lo que te ha tocado es cuando se produce el milagro, sacas la fuerza y queda atrás el victimismo. Así vas recuperando la autoestima", argumentó.
Finalizó Jairo Ruiz desempolvando su niñez en su Almería natal. "He tenido mucha suerte. No sé muy bien cómo lo hicieron mis padres, pero lo hicieron bien. Siempre lo trataron con naturalidad. Tengo un hermano mayor sin discapacidades y heredaba sus cosas que había que adaptar. Eso les tenía muchas noches sin dormir, pero mi padre con sus inventos lo conseguía. Y salía con mis amigos. Siempre fui un niño normal. Ahora a mi padre le dejo que me gane. Es al único que le dejo", concluyó en un acto celebrado en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid, en una sala donde dieron clase Ramón y Cajal y Severo Ochoa.