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ATLETISMO | MUNDIALES DE LONDRES

Ruth Beitia se reinventa: no tira la toalla y se mete en la final

La cántabra, de 38 años, afronta sus octavos campeonatos del mundo después de cuatro meses horrorosos: "no sabía cómo me iba a encontrar".

Ruth Beitia se reinventa: no tira la toalla y se mete en la final
Lavandeira jrEFE

Ruth Beitia admitía que estos días tenía “nervios” diferentes. “Eran como en mucho tiempo no había tenido”, decía la saltadora cántabra, de 38 años y 15 medallas en grandes campeonatos, que en los Mundiales de Londres se enfrentaba a una situación poco habitual para ella, dar el máximo en una calificación de altura para encontrar un hueco en la final. Lo logró, con un vuelo de 1,92 a la tercera (se exigía 1,94 o ser de las 12 mejores). Ruth quedó en el puesto duodécimo. Justo

Saltó a la primera 1,80, una altura que antes desechaba, también pasó fácil 1,85 y 1,89 y los problemas llegaron en el 1,92. “Estoy muy contenta de estar en una final de un Mundial otra vez y sobre todo por no tirar la toalla. El primer salto sobre 1,92 fue desastroso, el segundo estuvo bien, pero se cayó por los pelos y el tercero me dio el pase”, resumía su concurso la propia Beitia, que está “muy feliz” tras una temporada al aire libre “llena de dudas”: “Había días que me encontraba bien, otros mal. Tres días a la semana iba a fisioterapia, no sabía si iba a competir. Era una constante montaña rusa”.

Pero la cántabra campeona olímpica en Río dice que “olvida las dudas” cuando se viste la camiseta roja de la Selección española. “Cuando bajé a comer y me vestí me di cuenta de que todo era posible. Y aquí está la final, ahora tengo dos días para reflexionar y focalizar, que tengo que mejorar, que el hombro se me echa un poco al listón cuando entro a la colchoneta”.

En comparación con Río, donde 17 saltadoras entraron a la decisiva final con 1,94, el nivel de la calificación bajó, sólo 12 atletas avanzaron con 1,92. “Es cierto que hubo muchos nulos”, seguía Beitia, que vio cómo se despedían sus amigas Skoog y Trost, “las chicas felices” de la altura.

Para la final de mañana a otro nivel está la rusa Lasitskene, con 2,06 este año, y que batía en la colchoneta como un entrenamiento. “El sueño de oro en Londres no será posible porque Mariya está a otro nivel”, cuenta Ruth. Pero entre la marabunta de clase alta se maneja genial. Sus rivales la respetan y ella siempre ha respondido en finales. No hay motivos para dudar de Beitia.