-Es usted la actual campeona olímpica, pero esta temporada no ha estado tan regular como en otras, ¿cómo llega a estos Mundiales? -No con dudas, aunque sí con una incertidumbre a la que nunca me había enfrentado en los últimos tiempos. Desde hace dos semanas me he empezado a encontrar muchísimo mejor, quizás hay un problema técnico, que me voy un poco al listón. Pero yo creo que con el factor campo, competición, estadio... todo puede hacerse realidad.
-En la calificación de este jueves se exige 1,94 para estar en la final, lo que ha saltado en 2017 (también vale ser de las 12 mejores). -Esta vez la calificación será mi competición. La final sería un regalo, un punto de inflexión y ojalá ahí vuelva a nacer el sueño que tuve antes.
-Tras los Juegos de Río vivió un ‘tsunami’ de compromisos. Ha sido un boom increíble, pero sí es cierto que yo soy una persona muy metódica, que va a golpe de agenda. Hago muchas cosas al día, pero guardo la calidad del entrenamiento. Hubo muchos compromisos y la necesidad de volver a la rutina, a volver a ser yo, creo que me ha ayudado a recuperar sensaciones.
-Y encima se le juntó con lesiones. -Es que aparte de estar lesionada, fui muy tozuda. El fisio me decía que tenía que estar tres días parada tras hacerme una punción seca y yo iba a entrenarme. Ese no respeto a las recuperaciones ha sido determinante. Antes funcionaba... Han sido un cumulo de circunstancias que han permitido que ponga los pies en la tierra y decir: ‘Por favor, Ruth tienes que centrarte en el Mundial’.
-¿Cuándo dijo, ‘ya basta’? -Fue en el momento en que paré 25 días en junio. Tuve la tranquilidad de poder pensar lo que quería hacer.
-Y en Madrid, el 14 de julio, llegó a 1,94. -Sí, fue el subidón, volver a encontrarme bien. Pero después en Mónaco me volví a dar otro golpe de realidad. Los dolores iban y venían. En el Nacional de Barcelona, me encontraba genial pero vino la tormenta... ¡Y me da mucho miedo! Aparte con 38 años tenía que ponerme otra vez a calentar, a hacer todo.
-Entonces ve factible la final. -¡Cómo no lo voy a ver factible! Es para lo que he venido. Es en lo único que pienso, en los Mundiales de Londres. No sé lo que va a ocurrir después, ahora sólo estoy focalizada en esto. Utilizo todo lo que me pasa en la vida como un aprendizaje en el que hay que sacar lo bueno.
-¿Se llegó a plantear no venir a estos Mundiales? -Hubo un momento de duda en el que me dije: ¿Qué hacemos aquí? Que no suene mal, pero siendo campeona olímpica, mundial y de Europa, no puedes venir a unos Mundiales derrotada, tienes que estar y dar el 100%. En un momento me entregué a esa derrota.
-¿Y cómo recuperó? -Yo, además de con Ramón Torralbo, trabajo con un equipo multidisciplinar (está la psicóloga Toñi Martos) y hemos vuelto a orígenes que teníamos olvidados y al menos ha estado guay todo el proceso que hemos vivido.
-Entonces cómo se plantea la calificación de hoy. Lo primero hacer un concurso lo más limpio posible y pasar cada listón como siempre. Tener la sensación de que puedo hacerlo. Si paso a la final, a partir de esta noche me plantearía de nuevo mi sueño.
-Con el regreso de la rusa Lasitskene (antes Kuchina) que puede competir como atleta neutral ¿ha subido el nivel? -Bueno, realmente es ella la que está por encima y luego están las demás. Es impensable ganarle. Mis rivales son jóvenes, yo cada oportunidad la tengo que aprovechar.