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MUNDIALES DE ATLETISMO EN LONDRES

Orlando Ortega se queda sin medalla: séptimo en 110 vallas

El español no tuvo una buena salida y no pudo disputar las primeras posiciones. Ganó el jamaicano Omar McLeod.

Londres
Orlando Ortega se queda sin medalla: séptimo en 110 vallas
Lavandeira jrEFE
ASTV

"Faltó trabajo. Cuando tienes mucho déficit de entrenamiento a veces queremos dar lo mejor, dar el 110% y en ocasiones no sale.” Fueron las primeras palabras de Orlando Ortega tras la final de 110 metros vallas en la que fue séptimo. Orlando soñaba con medalla, pero la realidad es que las tres semanas de lesión en los isquiotibiales restaron en su preparación. Y pese a su frase “lo pasado es pasado” el tiempo pretérito puede influir mucho en el presente. Y así fue. El subcampeón olímpico tuvo que conformarse sin podio en el estadio Olímpico de Londres. Los Mundiales al aire libre siguen vedados para él.

Las opciones de Ortega en una final igualadísima pasaban por una buena salida. La había trabajado específicamente con Orlando padre, su entrenador, para meter más frecuencia de inicio. De siete pasos a ocho. Así se alargaría menos la zancada, más frecuencia. La reacción (140 milésimas) fue correcta, pero la progresión no tanto. El experimento había fallado. Y el ruso Shubenkov se le había ido a Orlando en las dos primeras vallas. Tocó ir a remolque...

La falta de trabajo también repercute sobre la velocidad: “Mi padre me dice: ‘Corre, corre... ¡qué no corres”. Y no avanzó tanto entre valla y valla como en otras ocasiones. La remontada Ortega, marca registrada, esta vez no llegó. El resultado: 13.37. Lejos del sorprendente magiar Balasz Baji, bronce (13.28), del ruso sin camiseta de Rusia Shubenkov, plata (13.14) y de Omar Mcleod, el oro (13.04) y consuelo para Jamaica, que celebraba así el chasco del sprint corto, donde ‘solo’ habían cazado el bronce de Bolt.

Al acabar la electrizante final de vallas altas, Ortega se lamentaba, pero será por poco tiempo. El español, nacido en Artemisa (Cuba), es un trabajador incansable y en el módulo de la Blume en Madrid se le podrá ver con su padre, creando estrategias, haciendo cambios técnicos... “Toca seguir adelante”, contaba “cabreado y molesto” el ambicioso Ortega.