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BOXEO

Urtain: Gloria, decadencia y trágico suicidio del deportista más famoso de los 70

Con motivo del 25 aniversario de su muerte, repasamos la trayectoria del mítico boxeador, una de las estrellas del deporte español en la década de los 70.

Urtain celebra una de sus victorias sobre el ring.

21 de julio de 1992. 9:50 horas. José Manuel Ibar Azpiazu, excampeón de Europa de boxeo, categoría de los pesos pesados, conocido como ‘Urtain’ se arrojó al vació desde el balcón de un décimo piso en la madrileña calle de Fermín Caballero en el madrileño Barrio del Pilar. Fallece en el acto.

La noticia dejó conmocionado a todo el mundo. Urtain era mucho más que un boxeador. Fue un fenómeno social en la España de los años 70 del siglo pasado. Una España en blanco y negro Unos años en los cuales el boxeo era el segundo deporte más popular en dura pugna con el fútbol. El apoyo de los medios de comunicación era sensacional. Portadas en los periódicos deportivas y retransmisiones televisivas en horario ‘prime time’. Era la época dorada de Pedro Carrasco, José Durán, Perico Fernández, Miguel Velázquez y, posteriormente, de Alfredo Evangelista. La edad de oro del boxeo. Y por supuesto, la edad de oro de Urtain que alcanzó en aquella España de franquismo crepuscular una popularidad descomunal. Ganó mucho dinero. Pero con la velocidad con que subió, el castillo de naipes se derrumbó.

José Manuel Ibar nació en Armaizábal (Guipúzcoa) el 14 de mayo de 1943 y se crió en el caserío Urtain de donde adquirió el apodo con el que se hizo célebre. Tras desempeñar diversos oficios en una fragua o de albañil practicó los tradicionales deportes vascos como cortador de troncos (aizkolari) o levantador de piedras. Su padre, José Ibar, había fallecido de manera trágica. En un bar de su pueblo había hecho una apuesta a lo bestia. Tumbado sobre el suelo retó a todo aquel que se atreviese, a lanzarse desde la barra del establecimiento a su cuerpo que él detenía el impacto. ¡Una salvajada! No pudo resistir el peso de una de las personas que se arrojó sobre él. Así falleció.

‘El Tigre de Cestona’

Urtain residía en Cestona y por ese motivo se le conoció en su futura carrera boxística como ‘El Tigre de Cestona’. El empresario José Lizarazu, propietario del hotel Orla de la capital donostiarra quedó prendado por su fuerza descomunal y le propuso dedicarse de lleno al boxeo. Tosco, sin técnica, pero fuerte como un toro y bravo como Hércules. Debutó en Odrisia el 24 de julio de 1968 contra Yoni Rodri, un guipuzcoano que solo le duró 17 segundos. Los siguientes combates se saldaban con victorias todas ellas por KO. 27 consecutivas. Empezaron los rumores de que todas sus peleas estaban amañadas y que solo se enfrentaba con ‘paquetes’. La palabra ‘tongo’ planeaba en todas y cada una de sus actuaciones. Urtain tenía tremendos detractores, pero también incondicionales admiradores por su fortaleza, su espíritu guerrero y su cara de tipo bonachón. Un fenómeno de masas.

En 1970 ‘El Morrosko’ (otro de los motes que le hicieron popular) se proclamó campeón de Europa de los pesos pesados al derrotar al alemán Peter Weiland por KO en el séptimo asalto. Poco le duró la alegría. Henri Cooper, un púgil británico de 36 años, en pleno ocaso de su carrera le venció por KO técnico en el octavo asalto. Cooper, famoso porque derribó al mismísimo Muhhammad Alí en un combate que terminó perdiendo, estaba de vuelta y no tuvo ningún problema para deshacerse de un Urtain con más corazón que técnica. Le propinó una paliza tremenda. Aunque recuperó el cetro continental tras tumbar a otro británico Jack Bodell en el segundo asalto, las cosas ya no fueron las mismas. Jurgen Blind, otro alemán, le quitó el cetro y el belga Coopman, un fajador lento, tosco y torpón le destrozó en otro intento por recobrarlo. Contra todo pronóstico y con 33 años doblegó al italiano Dante Cane en un penoso combate resuelto a mamporros (Así tituló a toda plana As Color en su portada). Los dos estaban pasados de kilos. El británico Richard Dunn, que era el campeón, no quiso medirse con él. El fulgor del ‘Tigre de Cesona’ declinaba y una severa derrota ante Alfredo Evangelista agudizó su ocaso.

Bonavena le ‘perdonó la vida’ con Martin Ferrand

Óscar ‘Ringo’ Bonavena fue un maravilloso peso pesado argentino. Poco antes de su combate contra Muhhammad Ali por el título mundial concedió una entrevista telefónica al programa nocturno de televisión española ‘24 horas’ dirigido y presentado por Manuel Martín Ferrand, uno de los grandes pioneros en medios de comunicación y creador del mítico ‘Hora 25’ en la Cadena SER. Durante la mencionada entrevista preguntó a Bonavena si estaría dispuesto a enfrentarse con Urtain. Su respuesta fue memorable: “¿Vos qué querés? ¿Qué los españoles me cojan manía? Bonavena aguantó al mítico Ali nada menos que 14 asaltos tras ponerle en muchos apuros. Los asesores del ‘Morrosko’ vendían por activa o por pasiva que tenía peleas concertadas con estrellas estadounidenses como Floyd Patterson o Joe Frazier. ¡Agua! Solo peleó dos veces con el puertorriqueño Joe ‘King’ Román que le derrotó dos veces en peleas que batieron records televisivos de audiencia. No hemos dicho, por cierto, que Bonavena terminó siendo, como Urtain, otro juguete roto. Murió asesinado en su país natal.

Más famoso que Pirri, Brabender o Fernández Ochoa…

Ningún deportista español era tan célebre como Urtain. Futbolistas como Amancio, Pirri, Santillana, Rexach, Iríbar, baloncestistas como Luyk, Brabender, Emiliano o Buscató; tenistas como Orantes, atletas como Mariano Haro o Carmen Valero; nadadores como Santiago Esteva o Arturo Lang Lenton, nuestro medallista de oro olímpico en esquí Francisco Fernández Ochoa, boxeadores laureados… Nadie era tan popular como Urtain. Manuel Summers le dedicó un documental llamado “Urtain, el rey de la selva… o algo así”. Además hizo un cameo en la popular serie infantil de televisión ‘Los Payasos de la Tele’ donde hacía el papel de un boxeador que decía a los recordados payasos Fofó y Miliki: “Ustedes tienen unas narices muy bonitas”...

La vida se empeñó en arrebatarle muchas de las cosas que le había dado y que, posiblemente, no supo valorar. Se fiaba de todo el mundo, era un buenazo y muchos se aprovecharon de él. Por eso cuando comenzó su declive iba perdiendo palmeros gota a gota. Fue relaciones públicas en un restaurante de su hermano Eusebio. Fue propietario de un restaurante, que se llamaba ‘Urtain’. También quebró una zapatería y otra cafetería. Hundidas. Las deudas empezaron a ahogarle y los acreedores le acosaban. Urtain buscó amigos que le prestasen tres millones de pesetas para salir del agujero. A muchos les ayudó en su época de esplendor. Pero todos le dieron la espalda cuando las vacas adelgazaron. La tragedia se formateaba.

El canto del cisne de Urtain y del boxeo

El dinero se terminó. Urtain ya no podía hacer frente al alquiler del piso donde residía con su mujer, Marisa y los dos hijos de la pareja, Eduardo y Vanessa (gemelos de 14 años). Un vecino comentó su dura situación en MARCA: “Desde que dejó el restaurante deambulaba por las calles del barrio. Estaba como algo perdido y desmoralizado”. Otro de sus vecinos comentó: “Tenía la moral muy baja. Estaba muy decaído y últimamente bebía mucho”. Las cosas no podían ir peor. Su mujer se marchó del hogar y se llevó a los dos hijos.

José Manuel intentó regresar al deporte de las 12 cuerdas en 1986 ya con 43 años porque necesitaba autoestima y dinero. Dejó de interesar. También el boxeo. Este deporte que aglutinaba familias delante del televisor empezó un tremendo proceso de censura y marginación. Las sospechas por combates amañados no eran nada comparados por una feroz campaña de prensa exigiendo su abolición por “sucio” y “violento”. La muerte en el ring del boxeador Juan Jesús Rubio Melero en un contra el tinerfeño Francis un 21 de febrero de 1978 marcó el desplome del boxeo del cual apenas le rescató Poli Díaz cuando peleó con Whitaker en 1991. Ni los éxitos de Javier Castillejo ganando campeonatos del mundo hacía revivir la pasión del público y el apoyo de los medios. Hoy día parece que el boxeo sale del túnel y el arte del pugilismo como deporte duro pero noble vuelve a recobrar adeptos.

“Soy primero español y luego vasco”

En este desolador contexto regresamos al 21 de julio de 1992. Faltaban solo cuatro días para el inicio de los Juegos Olímpicos de Barcelona y las Exposiciones Universales, Expo 92 en la Ciudad Condal y en Sevilla. España celebraba la detención del sanguinario ‘Comando Itinerante’ de la banda terrorista ETA liderado por Henri Parot y que viajaba hasta la capital hispalense para volar el edificio de la Audiencia. Fueron detenidos en un control rutinario de la Guardia Civil. En este frenético ritmo de noticias y fastos nadie reparó en la dramática situación de un hombre solo, un deportista de fama que había enfadado al nacionalismo vasco más radical por decir: “Soy primero español y después vasco”, dijo en declaraciones a la revista Interviú.

Del desahucio al suicidio

Urtain había recibido una orden fulminante de su casera. Debía abandonar el piso por falta de pago. Debía demasiadas mensualidades y la situación era insostenible. No había marcha atrás. Estaba abandonado por todos. “Los amigos le han dado la espalda” diría sobre él Pepe Legrá, dos veces campeón mundial del peso mosca. Aquellos que le idolatraban, hacían la pelota y reían las gracias en sus tiempos de vino y rosas le dieron la espalda cuando se quedó en la ruina. A Perico Fernández le pasaba algo parecido y vivía de vender cuadros que él mismo pintaba a sus amigos en el conocido restaurante de Zaragoza ‘El Churrasko’. Cuando el viejo campeón mundial de los superligeros aparecía los comensales huían por la puerta de atrás para no tener que comprar ninguna de sus pinturas… ¡Muy triste!

Urtain pasó la noche del 20 de julio con un amigo bebiendo de manera desgarrada en bares cutres. Estaba completamente borracho. Posiblemente continuase bajo los efectos del alcohol cuando, pocas horas después tomó la dramática decisión de tirarse por el balcón de un décimo piso para quitarse la vida. El impacto de su cuerpo sobre el asfalto se escuchó de manera escalofriante y, como contaba MARCA aquel día, el dueño de una zapatería se encontró de bruces con el cuerpo sin vida del añejo campeón de Europa.

“Urtain es un chico fuerte que ha escogido un mal camino. Se lo han dado todo hecho y se ha acostumbrado a ello” dijo sobre él Paulino Uzcudun, gloria del boxeo español en los años 30. Fernando Vadillo, el gran especialista de AS le glosaba en sus gestas. Para Carlos Toro de El Mundo: “No fue un deportista sino un fenómeno sociológico, un terremoto nacional”. 1992 fue año olímpico. El año en que murieron Juanito Gómez, Camarón de la Isla, Menahen Begín, Willy Brand. Marlene Dietrich o Anthony Perkins. El año olímpico en el que Urtain se mató ante la indiferencia de todos. Han pasado 25 años.