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¿Qué fue de Enric Masip, corazón del Dream Team?

Una lesión adelantó su retirada en el Barça, pasó a los despachos azulgrana y salió escaldado en 2013. Ahora trabaja en mercados de valores
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Madrid
¿Qué fue de Enric Masip, corazón del Dream Team?
RODOLFO MOLINADIARIO AS

Es complicado que en una tertulia de cinco aficionados al balonmano se pongan de acuerdo sobre quién es o ha sido el mejor jugador español de la historia. Imposible nombrar todos a uno solo como el mejor, pero hay algunos nombres recurrentes que aparecen en las listas de los aficionados. Uno que no falla en la memoria colectiva es Enric Masip, el central del Barcelona, el jugador que fue el corazón del mejor equipo de balonmano de la historia, el llamado Dream Team de Valero Rivera, imparable en los noventa. Masip era un líder, un tipo especial que pensaba por todos, y que tenía organizadas pequeñas sociedades dentro del propio Barcelona.

04/02/13 Rueda de Prensa Enric Masip despues de ser despedido del FC Barcelona DE BALONMANO
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04/02/13 Rueda de Prensa Enric Masip despues de ser despedido del FC Barcelona DE BALONMANORODOLFO MOLINADIARIO AS

Por ejemplo, cuando la defensa recuperada un balón, la segunda parte de la fotografía siempre era la misma: pase a Masip, y él, desde donde estuviese lanzamiento al extremo izquierdo para que Rafa Guijosa marcase al contragolpe. Todos los equipos conocían aquella salida del Barcelona, sí, pero era imposible evitar la combinación letal.

Enric (Barcelona, 1969) se formó en la cantera del Granollers, y debutó con 18 años en Primera División. Estuvo con los vallesanos tres temporadas, y a la tercera intentona azulgrana aceptó la oferta de Valero Rivera para jugar en el Barcelona, de 1990 a 2004, catorce temporadas en las que ganó todos los títulos de club posibles: seis Copas de Europa ("creo que me faltan tres más, pero al final Valero Rivera empezó a hacer retoques en un equipo que estaba hecho, y que era impresionante, y más que reforzarnos, reforzamos a los rivales, al Portland, al Ciudad Real, por ejemplo"), Recopas, EHF, más siete ligas (una cada dos años, sería el balance) y cinco Copas del Rey.

"Aquel equipo de los noventa, creo que ha sido el mejor de siempre en la historia de clubes de balonmano", rememora Masip ahora, relativamente alejado del balonmano, al que sigue a distancia sin que se le vea por el Palau donde su número cinco hace años que está retirado en honor a este jugador.

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TORRECILLAEFE

Javier García Cuesta le hizo debutar con la Selección absoluta de España en 1989. Aquel año había logrado el subcampeonato del Mundo júnior con España, donde se encontró con otro central mítico con el que iba a coincidir como rival y como compañero (en la Selección) durante toda su carrera deportiva: Talant Dujsebaev, que hasta jugó de extremo en aquella selección soviética. 

Con España jugó 205 partidos internacionales en catorce años, con una aportación de 656 goles, con dos participaciones olímpicas (faltó a la cita de Atlanta por lesión), y tiene un bronce y medio olímpico en su casa. El medio, la parte de la cruz, se la regaló su amigo y compañero Mateo Garralda, otro de los jugadores con los que ha hecho media vida: desde la Selección juvenil, hasta los años en el Granollers, y luego en el Barcelona. El caso es que Mateo le prometió a Enric que si ganaban alguna medalla en Atlanta, la mitad sería suya. Dicho y hecho. Garralda cumplió la promesa, y gracias a un orfebre de Barcelona la serró en dos. Un buen día se presentó en el entrenamiento en el Palau con una bolsa de plástico de supermercado, y dentro iba la promesa. Cuatro años después, en Sydney, sí estuvo Enric, como en Barcelona 92, que tuvo la deferencia de regalarle a Urdangarín el último gol de su carrera: un penalti con el que se retiraba.

En los Europeos, Masip ganó la plata en 1996, y el bronce en Croacia en 2000. Nunca subió al podio en unos Mundiales, aunque en el último, en Portugal 2003, estuvo cerca, pero España perdió en un partido memorable en las semifinales ante Croacia, ante la que perdió tras dos prórrogas, y Masip, pese a una cojera evidente, marcó nueve tantos, y al final, con la Selección cuarta en Lisboa, fue elegido el mejor central del campeonato.

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"La verdad es que hay un antes un después en mi carrera: me operaron de una hernia en 2001, y eso marcó mi final", recuerda, porque dejó ser ser el jugador explosivo de salida imparable, y porque tuvo que convivir con el dolor en sus tres últimos años de jugador, siempre del Barcelona. "En 1997 Mateo y yo tuvimos una oferta mareante para jugar en Alemania, pero nos renovó el Barcelona por ocho temporadas, aunque un año y medio después Garralda, que era el mejor lateral derecho del mundo, se fue al Portland por sus problemas con Valero Rivera, también salió Cavar, y Svensson, que decían que era veterano, pero se retiraría con más de cuarenta, a mi me quitaron la capitanía...Vamos, que se acabó con un equipo único", interpreta Masip.

Tras su retirada pasó a la Fundación del Barcelona, y luego a la secretaría técnica del balonmano del club con Laporta en los años en el que el Ciudad Real se había hecho fuerte "y seguramente era el segundo mejor equipo de la historia". Los más notables jugadores jóvenes de España acabaron en la cantera del Barça, y otros, como el danés Mikkel Hansen, también, pero no todos triunfaron en las filas del club, "y le echaron la culpa al secretario técnico, que no tenía responsabilidad en el tiempo que jugaban, que era cosa del entrenador".

Cosas del destino, durante el Mundial de España, en 2013, el presidente Sandro Rossell le despidió, y Masip salió por la puerta falsa sin saber por qué. "Nunca quise salir de esa manera, pero no pude elegir", y de esa forma se acabó desvinculando del balonmano, porque en este tiempo sólo ha regresado "una vez al Palau, a ver un partido ante el Kiel". Además, su hijo Erik tampoco juega ya al balonmano por culpa de una lesión, y estudia arte dramático en Madrid, "con lo que no hay más remedio que viajar con frecuencia a la capital", dice Masip.

Dice Enric que ahora se encuentra físicamente "mejor que nunca", y se ha enganchado al pádel, que practica con cierta frecuencia con muchos exjugadores del Barcelona, que trabaja en la banca privada para una agencia de valores "para deportistas o profesionales que han hecho dinero y lo quiere invertir y proteger". y le va bien.

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