Corriendo contra el cáncer: 125 kilómetros a favor de la AECC
El próximo sábado 13 de mayo, recorreré el Camino de Cabañeros hasta llegar a Guadalupe para recaudar fondos para la investigación de la cura del cáncer.
Corriendo Contra el Cáncer es simple y llanamente una pequeña locura de alguien al que le gusta correr y que quiere que esos kilómetros que recorre sirvan de algo más que para campo de cultivo de agujetas y lesiones posteriores. Se trata de poder aunar la carrera de larga distancia con la solidaridad. De esta manera consigo que mis piernas y espíritu queden satisfechos y creo que hago algo para que el mundo mejore un poco, o por lo menos eso quiero pensar, con el granito de arena que aporto con esta iniciativa.
¿Cómo nace el reto?
La idea surgió hace unos cuantos meses. En enero de este año mi cuñado fallece después de luchar tres años contra un cáncer. Fue entonces cuando sentí que tenía que hacer algo por él, por mi hermana y por mi sobrino, pero también por todos los que se enfrentan a esta enfermedad que cada vez nos toca más de cerca a cada uno de nosotros. Y como lo que mejor sé hacer es correr, decidí que correría para intentar ayudar a la lucha contra el cáncer.
La parte solidaría del reto tenía clara que iría de la mano de la Asociación Española Contra el Cáncer. Creo que la labor que hacen es increíble y además tienen una manera limpia, clara y fácil de gestionar este tipo de retos a través de su página web.
La parte deportiva fue la que sufrió un pequeño revés. Mi primera idea era correr los ‘101 kilómetros de la Legión’. Esta es una carrera que se celebra en Ronda en el mes de mayo y que tengo marcada en rojo en mi lista de ‘debes’. Por desgracia no pude hacerme con un dorsal para poder disputarla así que tocó pensar en otra opción. Fue entonces cuando recordé una conversación con una amiga que me hablaba de un camino que llevaba hasta el Monasterio de Guadalupe.
Tenía poca información, sólo sabía que se llamaba el ‘Camino de Cabañeros’ y que eran unos ciento veinte kilómetros aproximadamente. Indagué en distintas páginas y encontré todo lo que necesitaba saber sobre el camino. Ahora ya podía crear mi reto solidario y empezar a recaudar dinero y sobre todo a prepararme para lo que se me venía encima. El 13 de mayo correría ciento veinticinco kilómetros contra el cáncer.
El reto solidario
Tenía muy claro cuál quería que fuera la acción solidaria: recaudar fondos para la investigación para la cura del Cáncer. Para esto, la Asociación Española Contra el Cáncer pone a disposición de todo aquel que quiera, una herramienta para poder crear sus retos, ya sean deportivos o de otra índole, que se llama ‘mi reto contra el cáncer’. Lo que más me gusta de esta opción es que yo me quito de en medio a la hora de recibir dinero ya que todo va directamente a la asociación sin pasar por intermediarios de ningún tipo.
Ya tenía creado mi reto: ‘Corriendo Contra el Cáncer’ y ahora había que marcar una cifra objetivo. Pensé que lo más idóneo era convertir cada uno de los ciento veinticinco kilómetros del camino en euros. Busqué un valor para cada uno de esos kilómetros y decidí que cincuenta euros era una cifra redonda y bonita. Multipliqué los kilómetros por los euros y el objetivo apareció en la pantalla de la calculadora: seis mil doscientos cincuenta euros. Esa sería la cifra a alcanzar o incluso, ojalá, superar.
El recorrido.
El camino que recorreré el 13 de mayo, nace en el parque de Cabañeros, conocido como el 'Serengueti español' y es uno de los caminos que llevan hasta Guadalupe. Tiene su inicio en la localidad de Alcoba de los Montes (Ciudad Real) y una longitud de 125 kilómetros. Es uno de los antiguos caminos que los peregrinos transitaban para llegar a los pies del monasterio dedicado a la Virgen de Guadalupe
En su itinerario se atraviesan los pueblos de Horcajo de los Montes, Bohonal, Anchuras, Minas de Santa Quiteria, Puerto Rey y Alía. Entrando y saliendo de las provincias de Ciudad Real, Badajoz, Cáceres y Toledo para acabar de nuevo en Cáceres.
Es un recorrido sinuoso en el que predominan las continuas subidas y bajadas, pequeños y duros repechos a los que les siguen bajadas igual de duras y que dejan a las piernas sin tiempo de recuperación y descanso. Combina parte de pistas y caminos con carreteras secundarias de asfalto roto, lo que hará más dura aún la andadura.
La preparación
Esta es otra de las razones por las que quería realizar este reto, quería volver a preparar una prueba (aunque no sea competitiva) en condiciones. En septiembre de 2016 recorrí los ciento ocho kilómetros que separan Arganda del Rey del Monasterio de Uclés y desde entonces llevaba tiempo vagueando, deportivamente hablando.
Aquí quiero hacer un pequeño inciso. Para realizar cualquier carrera, sea de la distancia que sea, tenemos que estar lo mejor preparados posible. Por eso es recomendable dejarnos asesorar por profesionales y también antes de nada y si la distancia y la preparación lo requieren, pasar un chequeo médico completo, si es con una prueba de esfuerzo y ecocardiograma, mejor que mejor.
Me puse en contacto con mi entrenador y nos dispusimos a crear un plan de entrenamiento específico para llegar en la mejor forma posible al día de la ‘carrera’. Debido a mis horarios, no tendría tiempo de incluir mucho volumen (cantidad de kilómetros) así que decidimos potenciar el trabajo de fuerza y la calidad de los kilómetros de la preparación.
Entre las diversas sesiones que he realizado ha habido días de trabajo en cuestas, cambios de ritmo, series largas y cortas y también algún día de ‘tirada larga’. Una técnica que entreno mucho para este tipo de pruebas es el ‘caco’, y ¿qué es el ‘caco’? Pues es la combinación de correr y caminar. Para distancias tan largas, en mi caso (y en la gran mayoría de corredores), se utilizan las dos técnicas, correr más o menos rápido y caminar. Y aunque no os lo creáis a veces caminar rápido es más duro que correr lento por lo que hay que acostumbrar a las piernas a compaginar ambas técnicas en breves espacios de tiempo.
La estrategia
Si algo hay que me gusta tanto como correr largas distancias, es preparar la estrategia que tendré que seguir el día de la carrera. No se trata sólo de pensar en el ritmo que vas a llevar sino sobre todo de saber cuándo comer, cuándo y cuánto descansar y también intentar conocer lo más a fondo posible el recorrido y terreno al que te vas a enfrentar.
Para poder realizar mi estrategia revisé a fondo toda la información que encontré sobre el camino de Cabañeros en internet. El desnivel, el tipo de terreno por el que transcurría y también las distancias entre los distintos pueblos para poder situar los puntos de apoyo de mis acompañantes. Además visité la zona para ver cómo eran los caminos y las zonas de paso en los distintos pueblos que por los que transcurre el recorrido.
Con toda la información que conseguí en internet y en la visita ‘in situ’ y con la experiencia de otros retos similares, tomé unos ritmos de referencia y unos tiempos de parada en los distintos pueblos. Ritmos muy suaves donde prevalece el andar rápido al correr y paradas que irán desde los diez a los cuarenta minutos. Pero siempre dejándome guiar por las sensaciones que tenga y como no, también por el pulsómetro que me acompañará durante todo el trayecto.
Si todo sale tal y como está planeado (cruzo los dedos), recorrer los ciento veinticinco kilómetros me llevará aproximadamente unas veinticuatro horas, minutos arriba o abajo. Pero como he dicho, me dejaré llevar por las sensaciones. Una estrategia tiene que ser flexible y sobre todo no presionarte cuando estás en carrera, es ante todo una guía, una aproximación de lo que puede ser el día de la carrera.
También tengo previsto el material que utilizaré: las zapatillas, la ropa, la mochila para transportar el material y el agua, el frontal para las horas nocturnas y un largo etcétera. Del mismo modo, tengo controlado lo que comeré durante ese día, ya sea comida ‘normal’, como algún sándwich ligero, frutos secos y fruta; así como los complementos que se suelen tomar en carreras de este tipo, geles, gominolas, barritas y recoverys.
El día de la carrera
El día 13 de mayo si nada lo impide saldré desde Alcoba de los Montes camino de Guadalupe. La idea es salir a las siete de la mañana y aprovechar las primeras horas de fresco para intentar llegar a la mañana siguiente al destino final.
El más que probable calor que puede hacer ese día es lo que más respeto me infunde. Si hay algo que no voy a encontrar por el camino son sombras. El paisaje de la zona es predominantemente monte bajo con jaras, encinas y abundantes pastos, así que un día de fuerte calor y sol puede hacer que los ciento veinticinco kilómetros se conviertan en un pequeño suplicio.
Lo que me da tranquilidad es que no estaré solo, algunos amigos han prometido acompañarme y de esta manera apoyarme en los momentos más difíciles. Aunque dicen que correr y la larga distancia es un deporte solitario, cuando se hace en equipo es mucho más gratificante y llevadero.
Sé de sobra que va a ser duro o muy duro, no lo dudo ni un momento, pero también sé que merece la pena. Merece la pena hacer cosas para intentar mejorar un poco el mundo en el que vivimos. Y si pequeños gestos como este hacen que al menos una persona mejore su calidad de vida, eso ya es suficiente para al menos intentarlo.
Quiero creer como luce el texto de una pulsera que llevo que ‘mis kilómetros cambian vidas’. Si lo que has leído te parece interesante y quieres apoyar el reto puedes hacerlo en este enlace. Es posible que creas que lo que puedes aportar sea poco, pero con muchos pocos se puede hacer mucho. Así que no lo dudes, pincha y suma tu granito de arena.